El gran triunfo de Almod¨®var fue oscurecido por la expectaci¨®n sensacionalista ante Scorsese
El filme de Pedro Almod¨®var Mujeres al borde de un ataque de nervios, segundo espa?ol que concursa en esta agitada Mostra veneciana, obtuvo ayer, un enorme ¨¦xito entre los asistentes a la habitualmente dura proyecci¨®n para la Prensa. Diez veces fue interrumpida la pel¨ªcula con ovaciones. Pero ayer era en Venecia el llamado d¨ªa S, y el reclamo, pr¨¢cticamente mundial, de noticias sobre La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo, de Martin Scorsese, oscureci¨® este triunfo y lo convirti¨® en noticia secundaria.
A la multitudinaria y relajada conferencia de prensa del cineasta espa?ol sigui¨® otra igualmente multitudinaria, pero tensa, con el cineasta norteamericano. Flotaban en el aire las opresivas, e incluso represivas, medidas de control policiaco, el duro pronunciamiento contra el controvertido filme de la Conferencia Episcopal italiana y la persistente amenaza de guerra santa de los integristas contra la, acusada por ellos de sat¨¢nica actual. l¨ªnea independiente del festival.En ambas conferencias, la polic¨ªa actu¨® con extremo rigor en los controles de acceso a los salones del hotel Excelsior, donde tienen lugar los encuentros de los, cineastas con la Prensa. El propio Pedro Almod¨®var tuvo dificultades para penetrar en el recinto y, al final de su inteligente, divertido e ingenioso di¨¢logo con los periodistas, que hizo las delicias de la enorme concurrencia, protest¨® ante los micr¨®fonos contra los excesos de protecci¨®n.
El director general del Instituto de Cinematograf¨ªa, Fernando M¨¦ndez Leite, tuvo que ser colado en la sala de conferencias por una desolada. secretaria de la direcci¨®n de la Mostra. De no haber sido reclamados desde dentro por funcionarlos de la Mostra, los periodistas espa?oles no podr¨ªan haber entrado. Este cronista, que fue conducido por un carabinieri por recovecos de las cocirias del hotel, pudo observar que las tripas del edificio estaban literalmente tomadas por los servicios de seguridad. Un fot¨®grafo italiano, a la puerta del recinto, reclam¨® a voces la presencia de un psiquiatra para, textualmente, iniciar un tratamiento de urgencia a unos "polic¨ªas al borde de un ataque de nervios".
Mientras tanto, la entrada de Scorsese en el Excelsior tuvo forma de apisonadora. El cineasta, de peque?a estatura, aspecto apesadumbrado y aires de barbudo crucificado siciliano, ostensiblemente molesto por lo que ve¨ªa delante de sus narices, era precedido por una formaci¨®n, en forma de uve invertida, de h¨¦rcules gorilas con chapa, que embest¨ªa, como la punta de una maciza flecha, a todo cuanto con aspecto humano se le pon¨ªa por delante.
Hubo para Scorsese muchos aplausos pero el recibimiento que le tributaron los dos millares de expectantes qued¨® por debajo de los tres minutos de ovaciones y bravos que levant¨® la presencia de Almod¨®var y sus actrices en el mismo auditorio, media hora antes.
Se produjo un conato de mitin a cargo de un te¨®logo disfrazado de informador, pero fue acallado por el indignado griterio de sus colegas. Pesaba en el ambiente el escueto comunicado de la Conferencia Episcopal italiana, dado a conocer unas horas antes, basado en el informe de los te¨®logos enviados desde Roma por dicha Conferencia para dictaminar la pureza o impureza cat¨®lica de La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo.
Este cronista no entra ni sale en los terrenos de la teolog¨ªa, que jam¨¢s ha explorado y en los que es analfabeto. Ser¨ªa temerario juzgar a un juicio de expertos en esta materia. Pero dicho comunicado contiene una descalificaci¨®n del filme de Scorsese en cuanto tal filme, y ¨¦ste es ya otro asunto, pues es opini¨®n generalizada aqu¨ª que la pel¨ªcula contiene, junto a imprecisiones de estilo, titubeos en el ritmo y efectismos ¨®pticos innecesarios, secuencias formalmente magistrales, de alt¨ªsima calidad f¨ªlmica y no menos poder visual metaf¨®rico.
Los te¨®logos redactores de la nota de la Conferencia se comportan en ella como osados e incluso temerarios intrusos, pues, metidos a analistas f¨ªlmicos, hablan con arrogancia de una, interiormente muy compleja, parcela del arte contempor¨¢neo que s¨®lo conocen superficialmente o, todo lo m¨¢s, como aficionados. Adem¨¢s de negarlo en cuanto cine, el comunicado episcopal sentencia al filme de Scorsese como moralmente inaceptable. La introducci¨®n del concepto de moralidad ha sido tambi¨¦n duramente contestado En el vest¨ªbulo del Excelsior, un gran hombre del teatro italiano, Dar¨ªo Fo, mont¨® por su cuenta un mon¨®logo de Judas dirigido a Jehov¨¢, de irresistible comicidad, y que dej¨® boquiabiertos a los presentes por su ferocidad cr¨ªtica contra la inquisici¨®n del filme. La ovaci¨®n fue clamorosa.
Acto de fe
Para Scorsese, y es algo que el cineasta repite obsesivamente su filme "es un acto de fe", y en concreto de fe cat¨®lica, que ahora se ve denostado por los cat¨®licos wojtilianos, que, de esta manera, animan pac¨ªficamente a los intentos de nispuesta violenta de los cat¨®licos lefebvrianos. Sin embargo, desde el punto de vista del movimiento de identificaci¨®n creado en el espectador por las im¨¢genes, que es decisivo en pel¨ªculas de estas caracter¨ªsticas argumentales, tal identificaci¨®n conduce a una asunci¨®n por el espectador del punto de vista de Cristo, que rio puede traducirse m¨¢s que en una apasionada exaltaci¨®n de su figura, en cuanto personaje cinematogr¨¢fico.
En este sentido, ortodoxo o no teol¨®gicamente, el filme es de una creencialidad cristiana indiscutible, por lo que la actitud de la Conferencia ha sido aqu¨ª tildada p¨²blicamente de antiecum¨¦nica, en la medida en que un filme as¨ª es un poderoso bander¨ªn de enganche, en medios proclives al agnosticismo y la tibieza religiosa, en favor de la visi¨®n cristiana del mundo.
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