Cultivo de la raz¨®n
La inteligente carta que me dirige, se?or Blatt (EL PA?S, 1 de septiembre), versa sobre la ley mosaica y el mensaje evang¨¦lico. Si no me equivoco, usted expresa el parecer del juda¨ªsmo como regi¨®n positiva. No tengo por eso inconveniente en aclararle que -a mi entender- el juda¨ªsmo constituye un cuerpo de ense?anzas y pr¨¢cticas m¨¢s coherente que el cristianismo como religi¨®n positiva. La mayor ventaja que le veo al cristianisrno es no agotarse completamente en una religi¨®n positiva. Y ha mayor desventaja que le veo al juda¨ªsmo es lo contrario.Parece que me reprocha calificar como seco rigor 'la reverencia mosaica ante la ley, un tema en el que entr¨¦ de lleno al escribir 'La conciencia infeliz' (Revista de Occidente, 1972). el n¨²cleo del asunto lo explica usted mismo con toda claridad: "(...) la historia continua de la interminable construcci¨®n pr¨¢ctica de la ley. Es as¨ª como debe entenderse el ejercicio de la libertad, que s¨®lo existe dentro del marco de una voluntad legisladora que delimita un espacio social y una memoria compartidos".
Aunque comparta espacio y memoria, pienso que -convertida en absoluto ¨¦tico- una voluntad legisladora digna de ese nombre no tiene sentido dentro de un canon, y que cualquier verdad revelada es un canon. En vez de voluntad legisladora ser¨¢ proceso interpretativo de otra voluntad legisladora. Finalmente, un profeta muy en¨¦rgico mand¨® muchas cosas; y ustedes obedecen, con el consuelo de poderse permitir ir pensando por qu¨¦. Se dir¨ªa que eso es el Talmud.
Comprendida como un hecho que se autosupone -en los t¨¦rminos fichteanos-, la ley es ley de naturaleza y resulta id¨¦ntica al fen¨®meno o caso particular, sin necesidad de interponer constantemente ese ser llamado fuerza, lazo de uni¨®n entre el debe y lo que va siendo. Observe que ese urgente ser, la fuerza, se encuentra tan vivo en Ezequiel y Am¨®s como en la f¨ªsica de Newton; as¨ª, en vez de constatar que a veces llueve o que los cuerpos caen, decimos que obedecen a una fuerza pluvial o gravitatoria. Cuando ley y fen¨®meno dejan de escindirse nos hallamos en el terreno de la realidad, tanto como pisamos el de la idealidad mientras eso falta. Por eso opuse al mandamiento el sentimiento, un sentimiento templado por prolongadas residencias en la realidad.
Vivir un mundo real me parece la tarea y el trofeo de un hombre libre. Pero romper los velos de rutina, mezquindad y miedo es duro. A mi juicio, exige una espontaneidad ¨¦tica incompatible con la entrega a una ley coherente s¨®lo con el cultivo de la raz¨®n.- Antonio Escohotado.
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