Entusiasmo del p¨²blico en el ensayo de la ceremonia inaugural
M¨¢s de 70.000 espectadores, capacidad m¨¢xima del estadio Ol¨ªmpico de Se¨²l, asistieron ayer al ¨²ltimo ensayo de la ceremonia inaugural de los Juegos Ol¨ªmpicos de Verano de 1988. Familias enteras, como ya sucediera en las pruebas anteriores, desembolsaron fuertes cantidades de dinero para presenciar el ¨²ltimo ensayo. Nadie disfrut¨® tanto como ellos, asistiendo al mejor espect¨¢culo de folklore coreano, salpicado de una espectacular exhibici¨®n a¨¦rea y de paracaidistas.El espect¨¢culo ser¨¢ el orgullo de los corcanos y causar¨¢ sorpresa en todos los extranjeros, aunque ser¨¢ muy dif¨ªcil de retransmitir por televisi¨®n. Por lo visto ayer, tanto en la pantalla gigante del estadio como en diversos monitores de televisi¨®n, no qued¨® suficientemente reflejada la vistosidad del festival.
La demostraci¨®n, siempre earacterizada por la vistosidadidel vestuario de los participantes, de m¨²ltiples colores -amarillo, rojo y azul, fundamentalmente-, provoc¨® la admiraci¨®n de un p¨²blico entregado, en el que centenares de ni?os de corta edad no cesaban de mostrar su sorpresa ante cualquier n¨²mero.
Paracaidistas y aviones
Junto a la compos ci¨®n del tradicional We1come (Bienvenidos) por parte de los gimnastas, deber¨ªa destacarse una sensacional exhibici¨®n de taekwondo, deporte rey en Corea del Sur. De pronto, cuando menos se lo espera el espectador y, por tanto, el televidente, aparecen cuatro cazas, al estilo de las "Flechas tricolores', que atraviesan el cielo del estadio pint¨¢ndolo de colores y dibujando los aros ol¨ªmpicos en el cielo. No contentos con eso, los organizadores han contratado para el evento a un grupo de paracaidistas coreanos y extranjeros -uno de ellos se estrell¨® fuera del estadio y pudo salvarse al abrirse su paracaidas de emergencia-, que bajan en espiral, uno tras otro.
Antes de terminar, y despu¨¦s de escenificar con cientos de bailarines una lucha de barcos o de dragones, los organizadores tuvieron la debilidad de hacer una concesi¨®n a la modernidad, conscientes de que en algunas partes del mundo encontrar¨ªan excesiva la preferencia mostrada en la ceremonia por su folklore. As¨ª, acaban permitiendo que un grupo de rock y una cantante Popular intenten conectar con el p¨²blico interpretando dos canciones pegadizas que, al menos ayer, no provocaron el entusiasmo del p¨²blico, que hab¨ªa disfrutado con los bailes y ejercicios.
La ficticia aparici¨®n de los atletas y la llegada de la antorcha no depar¨®, al menos en este ensayo, sorpresa alguna. Hay quien dice que la escena del fuego ol¨ªmpico puede deparar una sorpresa.
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