Panorama del espacio
SI EL hurac¨¢n Gilberto no lo impide, para finales de este mes est¨¢ previsto el lanzamiento del transborda dor espacial norteamericano Discovery, el primero que va al espacio desde que hace m¨¢s de dos a?os y medio hiciera explosi¨®n en el aire el transbordador Challenger y fallecieran sus siete ocupantes. Mientras tanto, un sat¨¦lite sovi¨¦tico equipado con un peque?o reactor nuclear gira cada vez a menor altura sobre nuestras cabezas, sin que se pueda asegurar que no se cruce con el transbordador en su ca¨ªda y deje caer sus pedazos en alguna zona habitada de nuestro planeta. Para finales de a?o, seg¨²n han anunciado los sovi¨¦ticos, se realizar¨¢ el primer vuelo -aunque no ser¨¢ tripulado, en previsi¨®n de accidentes graves- de su transbordador, y tambi¨¦n a finales de a?o los cosmonautas de la estaci¨®n espacial sovi¨¦tica Mir tienen previsto batir la marca de permanencia absoluta del hombre en el espacio. Dos cosmonautas, uno sovi¨¦tico y uno afgano, protagonizaron recientemente la ¨²ltima aventura del espacio y se enfrentaron a serias dificultades en su intento de volver a la Tierra. Finalmente, se mantienen a ritmo lento los lanzamientos de sat¨¦lites, con una tasa peligrosamente alta de p¨¦rdida de los car¨ªsimos aparatos por distintos tipos de fallos. Un panorama variado de la actualidad en el espacio que indica que el t¨¦rmino carrera espacial hace tiempo que dej¨® de tener su significado original, como un aspecto m¨¢s de la guerra fr¨ªa (una confrontaci¨®n, aunque pac¨ªfica, entre Este y Oeste, entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica) para pasar a ser una actividad humana m¨¢s con frentes muy diversos en los que se avanza a ritmo muy desigual. Un frente que no se puede olvidar, sin embargo, es el militar, en el que son de aplicaci¨®n las reglas estrat¨¦gicas y la voluntad de desarme m¨¢s que otras consideraciones.
Aunque no sea un campo acotado a los Gobiernos, el de las actividades espaciales es tan amplio y su coste tan alto que son los Gobiernos los que deben definir la pol¨ªtica y los objetivos si quieren llegar a hacer algo, como se ha demostrado, para bien en el caso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y para mal en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas en el caso de Estados Unidos. En Europa, un enorme esfuerzo de integraci¨®n realizado con gran visi¨®n de futuro ha hecho que en la actualidad el modesto programa espacial europeo cuente con un hijo independizado que adem¨¢s es rentable, el cohete europeo Ariane, y con algunos logros de inter¨¦s cient¨ªfico y tecnol¨®gico que no resultan despreciables. Todo lo contrario que en Estados Unidos, donde el colosal esfuerzo realizado en los a?os sesenta para conseguir llegar a la Luna se vio desperdiciado pocos a?os despu¨¦s por falta de una visi¨®n de futuro hasta provocar la dependencia total de un aparato sofisticado, el transbordador, que no ha dado los resultados apetecidos.
Es verdad que todav¨ªa se identifica en los dos pa¨ªses citados el ¨¦xito espacial con el orgullo nacional, y que la imagen que un pa¨ªs da en el campo de la tecnologia espacial repercute en su nivel de prestigio internacional. Pero ¨¦ste es el escaparate m¨¢s que la realidad. La realidad es que el espacio ha pasado a ser un escenario m¨¢s de las actividades humanas y en ¨¦l hay industrias de ¨¦xito e industrias que tienen que cerrar y replantearse sus objetivos, hay empresas p¨²blicas cuyos beneficios se miden no s¨®lo en dinero, y empresas privadas que no pueden subsistir sin beneficios. Los modelos de actividades espaciales son tan variados como los de las actividades terrestres, y nada est¨¢ reglamentado a escala planetaria.
Industrialmente, el espacio ofrece enormes perspectivas. A m¨¢s dinero invertido no se obtienen necesariamente mayores frutos y ¨¢reas prometedoras, como la fabricaci¨®n de sustancias de inter¨¦s biol¨®gico y comercial en atm¨®sfera de microgravedad, est¨¢n tardando d¨¦cadas en ponerse en marcha.
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