La ¨²ltima coartada
La extorsi¨®n, el secuestro y el asesinato son las coartadas con las que ETA aspira a cumplir sus deseos de negociaci¨®n para acabar con la violencia. El largo secuestro del industrial Emiliano Revilla, cuya liberaci¨®n fue exigida anteayer en las calles de Madrid, es uno de los s¨ªmbolos con los que la organizaci¨®n terrorista vasca espera alcanzar sus objetivos.
Parad¨®jicamente, el tema de la negociaci¨®n pol¨ªtica con ETA, llamada con regularidad estival serpiente de verano, tuvo su punto de m¨¢xima intensidad en el coraz¨®n del pasado invierno. Como muchos recordar¨¢n, ETA conmocion¨® a los medios de comunicaci¨®n y a buena parte de nuestra sociedad al anunciar, a finales de enero de este a?o, su propuesta de tregua como requisito previo a la negociaci¨®n con el "Estado opresor espa?ol".Cuando, pasado el impacto propagand¨ªstico y emocional provocado por tama?a prestidigitaci¨®n terrorista, nos pusimos a analizar en detalle la propuesta etarra, apareci¨® ante nuestros ojos un texto demencial que hablaba de "partes beligerantes", "control internacional de los acuerdos" y "armisticio por ambas partes"...
En cualquier caso, corta fue la pausa que nos dieron los profesionales del crimen, el chantaje y el secuestro. Con el secuestro de don Emiliano Revilla a las pocas semanas de su embaucadora oferta dejaron bien claro que una cosa era la negociaci¨®n "internacional" y otra muy distinta la "apropiaci¨®n internacionalista por la vanguardia del pueblo trabajador vasco de la plusval¨ªa que el se?or Revilla hab¨ªa usurpado a sus obreros"...
M¨¢s de seis meses han pasado desde entonces. Revilla sigue siendo un reh¨¦n inocente en manos de quienes comercian c¨ªnicamente con la vida de los ricos para, con el dinero conseguido, matar, como en Hipercor, Zaragoza o Estella, a los que son demasiado pobres para merecer ser secuestrados.
Los que reivindicamos el inalienable derecho a la vida de todo ser humano hacemos nuestro, en un mismo airado clamor, el cotidiano tormento de la familia Revilla, que exige la inmediata liberaci¨®n del secuestrado; el inconsolable duelo de las familias que perdieron a los suyos a manos de la metralla comprada con dinero de secuestros y chantajes, y el compromiso de hacer todo lo posible para que no se alargue la lista de v¨ªctimas inocentes del terror etarra, que firm¨® en Estella su ¨²ltima matanza.
Es en el marco de esta ¨²ltima exigencia, que recapitula todas las dem¨¢s, donde se sit¨²a el tema de la negociaci¨®n pol¨ªtica con ETA. Con una profusi¨®n que produce ciertos escalofr¨ªos se suceden tomas de posici¨®n de una categor¨ªa de extra?os dem¨®cratas que -no se sabe si porque estiman muy poco una libertad por la que no lucharon o porque nada serio han hecho por entender la naturaleza de ETA-HB- especulan, intoxican o pontifican sobre la necesidad de que el Estado de derecho ceda ante una minor¨ªa totalitaria, pactando contenidos pol¨ªticos con ella.
Extra?os dem¨®cratas
Son unos bien extra?os dem¨®cratas, porque al propugnar que ETA -incluso atribuy¨¦ndole el 17% de votos logrados por LIB, su brazo legal- est¨¢ legitimada para conseguir por el crimen, el chantaje y el secuestro reivindicaciones pol¨ªticas del orden de las que componen la "alternativa t¨¢ctica KAS", est¨¢n minando los fundamentos b¨¢sicos sobre los que se asienta la soberan¨ªa popular y la libertad misma.
Se pregunta uno a qu¨¦ corriente pol¨ªtica pueden pertenecer esos ¨®rganos de prensa, periodistas y dem¨¢s voceros de la negociaci¨®n con ETA, habida cuenta de que en los pactos de Madrid y Ajuria Enea los partidos democr¨¢ticos sin excepci¨®n negaron rotundamente a los terroristas legitimidad alguna para representar al pueblo vasco.
Tambi¨¦n es cierto que algunos de estos extra?os dem¨®cratas pretenden situar su an¨¢lisis sobre la inevitabilidad de la negociaci¨®n con ETA en el ¨¢mbito del pragmatismo o del realismo pol¨ªtico. Vienen a decimos lo siguiente: puesto que la acci¨®n policial y la de las instituciones no logran acabar con el terrorismo y sus cr¨ªmenes ni disminuir su base social, dej¨¦monos de puritanismos de principio y reconozcamos la necesidad de buscar una salida negociada a la violencia. Es, dir¨ªamos, la estremecedora sumisi¨®n al tenebroso canto de sirena de Tasio Erquizia, uno de los inquisitoriales voceros del terror: "?Cu¨¢ntas muertes m¨¢s tiene que haber para que el PSOE acepte negociar con ETA?".
Si ETA no fuera lo que es -es decir, una organizaci¨®n en la que se amalgaman rasgos de milenarismo fascista y de estalinismo, una especie de nacionalsocialismo marxista- se podr¨ªa pensar que los que, rechazando el terrorismo, propugnan la negociaci¨®n con ¨¦l -alentando incluso ese cinismo pragm¨¢tico que se suele atribuir al poder- nos estar¨ªan se?alando el camino para salir de esta pesadilla de coches bomba, cuerpos calcinados, empresarios secuestrados, funerales, duelos y llantos.
Por desgracia, los que as¨ª piensan demuestran haberse preocupado muy poco en conocer la verdadera naturaleza de ETA. Pareciera que les bastase con mantener, el clich¨¦ de un vasquismo ultramontano y primitivo, pero dispuesto a poner fin a su sangrienta tozudez a cambio de obtener unas cuantas compensaciones, tales como el derecho de autodeterminaci¨®n o la incorporaci¨®n de Navarra a Eskadi.
?ltima coartada
Pero ETA, en sus instancias de direcci¨®n militar y pol¨ªtica, es mucho m¨¢s que esa fracci¨®n de ultranacionalismo asilvestrado y manipulable que existe entre sus bases. Para constatarlo hay que molestarse en leer los documentos y declaraciones de ETA -citados a veces en la Prensa democr¨¢tica y reproducidos in extenso en las publicaciones que forman parte de la trama legal del terror- y en observar c¨®mo sus lugartenientes pol¨ªticos tratan de minar la sociedad vasca empleando, simult¨¢neamente, la dial¨¦ctica de los pu?os y de las pistolas y las m¨¢s intoxicadoras t¨¦cnicas de agit-prop y de desinformaci¨®n leninistas.
Para ETA, la negociaci¨®n es su ¨²ltima coartada contra la democracia. Puesto que el nada despreciable acoso pol¨ªtico, moral y policial en que se encuentra no le permite destruir el Estado de derecho frontalmente, ha elaborado una estrategia, todo lo demencial e irrealista que se quiera, de acoso por etapas. Ni los m¨¢s complacientes analistas que han estudiado la evoluci¨®n de ETA han dejado de se?alar que ¨¦sta jam¨¢s ha dicho que abandonar¨ªa las armas si obtuviera los puntos de la alternativa KAS. Acaso se tomar¨ªa una pausa, puesto que dicha alternativa, a la que califica de t¨¢ctica, est¨¢ compuesta de puntos minimos...
Si, por una claudicaci¨®n inimaginable de la democracia, ETA consiguiera alguno de estos puntos, se ver¨ªa premiada en sus odiosos cr¨ªmenes, mitificada a¨²n m¨¢s ante sus bases, legitimada en su papel de vanguardia consciente del pueblo vasco y embriagada de nuevas ¨ªnfulas para iniciar, despu¨¦s de acumular renovadas fuerzas, otra etapa de su estrategia sanguinaria hacia la construcci¨®n de una Albania en Euskal Herr¨ªa, objetivo ¨²ltimo y declarado de su paranoia totalitaria.
Lo m¨¢s grave de la coartada negociadora de ETA es que -por la inconsistencia democr¨¢tica de un sector de nuestra sociedad, por la claudicaci¨®n moral de quienes se inhiben por miedo o se enga?an buscando atajos suicidas- encuentra un eco complaciente e intoxicador que permite a los terroristas alimentar ilusiones sobre sus posibilidades de sojuzgamos, mientras retrasa la un¨¢nime puesta en pie de todos los estamentos sociales frente a su ignominia.
Esa puesta en pie, que se ha dado en Olvega, ?ibar, Elg¨®ibar y Estella, y en crecientes iniciativas de partidos y asociaciones, nos se?ala el ¨²nico camino capaz de liberar a nuestros pueblos de ese c¨¢ncer ETA-HB, vampiro insaciable nutrido de llantos, duelos y sangre inocente.
Para poder avanzar por esa senda irreemplazable s¨®lo nos falta desmantelar, de una vez por todas, su ¨²ltima coartada.
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