Carta a Felipe Gonz¨¢lez
El autor comenta la comparaci¨®n que se ha hecho entre la pol¨ªtica del Gobierno socialista, que preside Felipe Gonz¨¢lez, y la del anterior jefe del Estado, el general Francisco Franco, bas¨¢ndose en la tendencia de la pol¨ªtica econ¨®mica de ambos reg¨ªmenes. A su juicio, esta pol¨ªtica se basa en la preeminencia del beneficio econ¨®mico individual como valor fundamental de la sociedad espa?ola.
Querido se?or presidente:Por algunos peri¨®dicos que uno lee, he sabido que a usted le han comparado con Franco y que eso le apena y le parece muy injusto. Ya sabe usted que en esta posmodernidad possocialista no hay estructuras fuertes, y que hasta las comparaciones han de ser un poco light. Por otro lado, los antiguos dec¨ªan que las comparaciones no valen para todos los aspectos y resultan inexactas si se las entiende globalmente: Comparatio non tenet in ¨®mnibus. Y, claro, es innegable que usted no entra en las iglesias bajo palio ni ha suprimido la libertad de expresi¨®n o de asociaci¨®n. Como tambi¨¦n es innegable que los correos funcionaban mejor 20 a?os atr¨¢s que hoy d¨ªa. Todo esto habr¨¢n de reconocerlo los mismos autores de la comparaci¨®n.
Precisamente por eso yo quisiera explicarle d¨®nde me parece a m¨ª que est¨¢ el punto de enganche de la comparaci¨®n. Porque se trata de un punto fundamental, incluso m¨¢s importante que los que acabo de citar. Pero me temo que a usted, desde su ¨®ptica de altura, se le ha pasado por alto, y por eso le parece tan falsa la alegor¨ªa del franquismo-felipismo.
El franquismo fue fundamentalmente una cruzada de la derecha. Hay que aclarar que el dios de la derecha, salvo excepciones personales dignas de todo respeto, ha sido siempre el dinero: tanto antes (cuando no lo confesaban), como ahora, que, con su celo apost¨®lico, han logrado convertir a ese dios a todos los habitantes de este pa¨ªs. El franquismo fue el remedio que encontr¨® la derecha para evitar cualquier intento de revoluci¨®n social y para mantener una situaci¨®n en la que unos pocos viven muy por encima de las posibilidades del pa¨ªs y se hacen muy ricos a costa de que otros sigan siendo pobres. Sin duda fue un remedio bastante violento; pero ello estuvo propiciado por diversos factores coyunturales, como fueron algunos errores graves de la izquierda y determinadas circunstancias de la pol¨ªtica internacional.
Hoy todos esos factores coyunturales han desaparecido, y por eso las derechas no necesitan recurrir a aquellos remedios cruzados y violentos. Les resulta mucho m¨¢s c¨®modo mantener la injusticia de la que disfrutan, calific¨¢ndola como democracia, que apelando a nuestros demonios familiares. Si hubiesen podido, habr¨ªan hecho eso mismo en 1936. Pero ya le he dicho a usted que entonces no fue posible.
Pero si prescindimos de esos factores hist¨®ricos, ?qu¨¦ queda? En la Espa?a que usted gobierna, seg¨²n acaba de publicar una revista nada sospechosa de veleidades pauperistas, hay aproximadamente un 30% de pobres, un 40% de gente que vive pasando alguna estrechez, un 20% de espa?oles que vive claramente bien y un 10% que vive estupendamente. ?Se da usted cuenta de que ¨¦se es exactamente el esquema estructural de la Espa?a franquista? Por si fuera poco, de 1986 a 1987 los bancos aumentan sus ganancias en un 33%, mientras que los que menos tienen apenas logran un incremento del 5% que les mantenga en el nivel de flotaci¨®n de la subida de los precios. Su pol¨ªtica econ¨®mica parece apuntar a que los que tienen menos se queden donde est¨¢n, para que los que ganan mucho puedan ganar much¨ªsimo m¨¢s. ?Se da usted cuenta de que ¨¦sa fue la pol¨ªtica econ¨®mica con la que se mantuvo el franquismo? ?Sabe usted que es el propio sindicato socialista quien afirma que su Gobierno "ha realizado una pol¨ªtica m¨¢s antisocial que la de UCD"?
Quiz¨¢ usted me diga que ha llevado a cabo un aut¨¦ntico milagro econ¨®mico que nos ha sacado de una crisis. Lo cual me parece magn¨ªfico, pero recuerde que el franquismo tambi¨¦n realiz¨® su milagro econ¨®mico, aquel del plan de desarrollo, que nos sac¨® de una crisis de posguerra. O sea que esto no hace m¨¢s que robustecer la comparaci¨®n. Sobre todo porque tambi¨¦n entonces se dec¨ªa que el desarrollo hab¨ªa de ser primero econ¨®mico y luego vendr¨ªa el desarrollo social. Y aquel desarrollo social nos quedamos esper¨¢ndolo: s¨®lo ocurri¨® que, al caer m¨¢s migajas de las mesas de los ricos, tambi¨¦n los pobres tocaron a un poco m¨¢s de sobras. Yo puedo decirle que de usted depende el que eso mismo no vuelva a ocurrir ahora, con lo cual s¨ª que comenzar¨ªa a distinguirse de Franco. Pero me atrevo a pronosticar que va a ser muy dif¨ªcil que suceda as¨ª, porque los defensores de su pol¨ªtica son aquellos muchachos que cuajaron en los a?os de los planes de desarrollo, y no est¨¢n dispuestos a bajar un solo pelda?o de los niveles materiales en que se han colocado. Son heroin¨®manos del dinero, del consumo y de las marcas, que es una adicci¨®n tan mala o peor que la de la hero¨ªna, porque la hero¨ªna mata a quien la consume, pero la sed de dinero mata a los dem¨¢s. Y hasta me, temo, yo que volver¨ªan a hacer otra guerra como la de 1936 para defender sus privilegios actuales. S¨®lo que esta vez no necesitar¨ªan decir que era una cruzada en favor de la Iglesia, sino que les bastar¨ªa con decir que era en favor de la democracia. Ni tendr¨ªan pastorales del episcopado a su favor, sino de la intelectualidad posmoderna. Con lo cual, desde luego, habr¨ªamos ganado algo, pero no lo suficiente como para borrar la comparaci¨®n que dio origen a esta carta.
Rezar y callar
Quiero concederle, con todo, que s¨ª que hay dos tipos de espa?oles que rechazan decididamente esa comparaci¨®n entre usted y el inefable don Francisco. Unos son aquellos que siguen anhelando que usted entre en las iglesias bajo palio. Para ¨¦stos ni siquiera ser¨ªan suficientes los 400 millones que se dice que usted ha obtenido de la CEOE para el sacrilegio ese de la Almudena. Porque ellos entienden muy bien que eso es una ayuda ocasional y coyuntural, y lo que a?oran ser¨ªa un privilegio institucional. No obstante, yo creo que esos espa?oles son m¨¢s bien pocos, aunque algunos de ellos parecen ocupar ahora puestos eclesi¨¢sticos importantes, de esos que tienen mucha voz y mucha audiencia.Y el otro tipo de espa?oles son los que podr¨ªamos llamar partidarios de Tejero, que tampoco parecen ser muchos. Me refiero a todos aquellos que desear¨ªan ver suprimidas las llamadas libertades formales y que la autoridad nos hiciera callar a todos y nos metiera en vereda y nos llevase a golpe de garrote (que, seg¨²n ellos, ya no ser¨ªa garrote vil, sino garrote noble, por venir precisamente de ellos). Le repito que tampoco ¨¦stos son muchos y, adem¨¢s, tienen ahora menos voz y menos sart¨¦n por el mango y menos mango tambi¨¦n.
Perdone usted, pues, si cuando oigo hablar a algunos de los puntales de su casa p¨²blica, me suenan exactamente a Ullastres redivivos o a Girones reencarnados en una nueva revoluci¨®n pendiente. Y, para terminar, note usted que en toda esta carta apenas he hecho alguna valoraci¨®n (salvo en el calificativo ese de sacrilegio que, por lo dem¨¢s, a usted no le afecta para nada). Me he limitado a intentar describir los puntos en que la comparaci¨®n con Franco encuentra l¨ªneas coincidentes, aludiendo tambi¨¦n a las que no coinciden. No he hecho valoraci¨®n alguna. A lo mejor es que eso del franquismo no era una cosa tan mala sino que la realidad es as¨ª, como suele decirse hoy (aunque nadie se atreve a a?adir que adem¨¢s a algunos nos interesa mucho que sea as¨ª). Y a lo mejor es que, as¨ª como usted tuvo el valor de volver al Azor y a Do?ana porque son cosas que le gustan a todo el mundo, pues igualmente ha de tener el valor de reconocer que ha vuelto a un cierto franquismo, porque a todos nos gustaba m¨¢s de lo que nunca osamos confesar.
O a lo mejor es que aquello de las bienaventuranzas cristianas estaba mal transcrito y, en realidad, deber¨ªa decir: "Bienaventurados los pobres porque gracias a ellos vivir¨¢n tan bien los ricos". O a lo peor es que el astuto gallego ya sab¨ªa muy bien todo esto y por eso repet¨ªa que estaba todo "atado y bien atado", y que no se lo iba a desatar ning¨²n duque ni ning¨²n laboralista de buena voluntad, por m¨¢s que le cambiasen la carrocer¨ªa para disimular.
Afectuosamente.
es profesor de Teolog¨ªa en Barcelona y miembro del centro de estudios Cristianisme i Justicia.
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