Brasil y sus militares
Ning¨²n tema le est¨¢ vedado a la contagiosa musicalidad de los brasile?os, y uno de los m¨¢s frecuentados por sus compositores o por la improvisaci¨®n popular es la pol¨ªtica y sus tumultos. Cuando fue inaugurada la nueva capital, Brasilia, la samba Novacap celebr¨® sus virtudes. Los habitantes despechados de la vieja capital, R¨ªo de Janeiro, no se hicieron esperar: la samba se llam¨® Belacap. A la nueva, opusieron la hermosa. En estos pr¨®ximos d¨ªas, los brasile?os bailar¨¢n en las calles al ritmo de alguna samba, o varias, celebrando la nueva Constituci¨®n que jurar¨¢n el 5 de octubre.El acontecimiento ocupar¨¢ poco espacio en la Prensa mundial porque ese mismo d¨ªa toda la atenci¨®n quedar¨¢ centrada en el plebiscito chileno. Pero vale la pena detenerse en algunos aspectos de la s¨¦ptima Constituci¨®n que se ha dado en Brasil desde que conquist¨® su independencia de Portugal en 1822.
Durante 19 meses trabajaron los miembros de la Asamblea Constituyente para producir un documento centrado en el respeto al ciudadano. Y en este sentido ha avanzado m¨¢s all¨¢ de cualquier antecedente que exista en la sociedad moderna. Sin decir que ha superado todo lo so?ado en Latinoam¨¦rica. Pero sus audacias en el campo de los derechos ciudadanos y humanos conviven con sugestivas contradicciones en cuanto a la institucionalizaci¨®n del rol de las Fuerzas Armadas en una democracia pol¨ªtica.
Es una iron¨ªa que algunas semanas previas a su promulgaci¨®n, Amnist¨ªa Internacional haya difundido en Londres un documento titulado Brasil: violencia autorizada en ¨¢reas rurales, en el cual se denuncia la connivencia del Gobierno con el asesinato de m¨¢s de 1.000 trabajadores rurales que se opon¨ªan a que los ej¨¦rcitos privados de los terratenientes se apoderaran de sus tierras. La respuesta del Gobierno brasile?o ha sido lamentable. El ministro de Justicia declar¨® que Amnist¨ªa Internacional no es un organismo id¨®neo. El portavoz del presidente Sarney expres¨® que las dimensiones del pa¨ªs y el avance de las fronteras agr¨ªcolas pueden producir una carencia en la penetraci¨®n de la justicia.
El avance de las fronteras agr¨ªcolas no es la enunciaci¨®n de un proyecto de ampliaci¨®n de zonas cultivadas sobre la base de cooperativas agr¨ªcolas, tecnificaci¨®n de las peque?as explotaciones, cr¨¦ditos para campesinos, construcci¨®n de carreteras para romper el aislamiento de los peque?os productores. En Brasil el concepto de "avance de las fronteras agr¨ªcolas" implica permiso a los terratenientes de exterminar a las tribus ind¨ªgenas y someter al campesinado independiente.
Sin embargo, hay muchos motivos para bailar en las calles de Brasil el pr¨®ximo mi¨¦rcoles 5 de octubre. La s¨¦ptima Constituci¨®n establece que son cr¨ªmenes no excarcelables la tortura y el tr¨¢fico de estupefacientes, y es criminal "la acci¨®n de grupos armados civiles o militares contra el orden institucional y el Estado democr¨¢tico". Queda prohibida toda forma de censura y de ocultamiento de las informaciones que el Gobierno posee sobre cada ciudadano. El habeas-data es un derecho novedoso en Latinoam¨¦rica, continente donde dictaduras y democracias no lograron penetrar en los archivos de sus servicios de inteligencia. En Brasil, a partir del 5 de octubre, todo habitante tendr¨¢ derecho a conocer los datos que figuren en cualquier archivo nacional, incluido el Servicio Nacional de Informaciones.
Las hermosas frases de la nueva Constituci¨®n parecen el sue?o realizado de un jacobino de la Revoluci¨®n Francesa: el derecho de huelga es irrestricto, incluidos los sectores esenciales y los servicios p¨²blicos; el derecho al voto comienza a los 16 a?os y la jornada de trabajo es de 44 horas semanales.
Uno de sus puntos puede parecer banal a quienes no viven en Latinoam¨¦rica: la lucha contra la especulaci¨®n financiera. Los intereses reales han sido fijados en un m¨¢ximo del 12%. Pero la primera gran derrota de los sectores progresistas se produce en lo que se refiere a la tenencia de la tierra, precisamente el ¨¢mbito de la denuncia de Amnist¨ªa Internacional. La Uni¨®n Democr¨¢tica Ruralista, defensora de los intereses de los terratenientes, obtuvo una cl¨¢usula por la cual quedan prohibidas las expropiaciones de tierras consideradas productivas. La estimaci¨®n de cu¨¢ndo una tierra es productiva o no quedar¨¢ en manos de una burocracia que, sin duda, no controlar¨¢n los peque?os productores o los campesinos. La reforma agraria qued¨® postergada sine die en un pa¨ªs donde la producci¨®n de alimentos se est¨¢ convirtiendo en el m¨¢s impresionante negocio de su historia.
El soci¨®logo Alfred Stepan, decano de la Facultad de Relaciones Internacionales de la universidad de Columbia, en Nueva York, comienza con una sugestiva frase su libro Repensando a los militares en pol¨ªtica. Cono Sur: un an¨¢lisis comparado. Dice Stepan: "Para Max Weber, el monopolio del uso leg¨ªtimo de la fuerza es parte de la definici¨®n misma del Estado moderno. Para los sistemas pol¨ªticos que aspiren a ser democracias, debe ser socialmente construido, constantemente reconstruido y continuamente puesto en pr¨¢ctica un complejo rango de normas, instituciones y pr¨¢cticas, de modo que tal sistema pol¨ªtico democr¨¢tico d¨¦ forma, y controle en los hechos, a los medios de fuerza, que son una parte intr¨ªnseca tanto de su estatalidad como de su democracia".
El gran interrogante que se abre al leer la nueva Constituci¨®n brasile?a gira en torno al rol que le otorga a los militares. Los legisladores lograron suprimir el Consejo de Seguridad Nacional, pero la Constituci¨®n explicita que corresponde a los militares defender la ley y el orden. Y esto puede perturbar el desarrollo democr¨¢tico de Brasil cuando comiencen a contraponerse las diferentes interpretaciones sobre los l¨ªmites de este derecho constitucional de los militares. Si bien desapareci¨® el Consejo de Seguridad Nacional, la Constituci¨®n consagra un Consejo de la Rep¨²blica integrado por dos representantes del presidente, dos del Senado y dos de la C¨¢mara de Diputados que ayudar¨¢ al presidente en "cuestiones relevantes para la estabilidad democr¨¢tica". Pero los ministros militares tienen su propio organismo, el Consejo de Defensa Nacional, al cual quedan subordinadas las polic¨ªas militares estatales. Precisamente las que colaboran con los terratenientes en el avance de las fronteras agr¨ªcolas, seg¨²n la denuncia de Amnist¨ªa Internacional. Denuncia que el Ej¨¦rcito brasile?o se neg¨® a comentar por no conocer oficialmente el documento difundido en Londres.
Las nuevas democracias que surgieron en el Cono Sur de Latinoam¨¦rica en el ¨²ltimo quinquenio se han encontrado con el problema de la incorporaci¨®n de sus fuerzas armadas a una sociedad legal despu¨¦s de a?os de dictadura. Las soluciones intentadas en Argentina, Brasil y Uruguay han dejado zonas grises. Su instrumentaci¨®n futura por los golpistas militares depender¨¢, m¨¢s que de la ley escrita, de la organizaci¨®n y fortaleza de los partidos pol¨ªticos democr¨¢ticos.
Sobre el tema, dice Alfred Stepan: "Los problemas del manejo de la fuerza y la violencia en una democracia establecida hace tiempo son dificultosos; dichos problemas son m¨¢s dif¨ªciles a¨²n en sociedades que se hallan en proceso de redemocratizaci¨®n". Y agrega: "... las fuerzas armadas contin¨²an con frecuencia representando un componente crucial en la pol¨ªtica, al ofrecer, de modo impl¨ªcito o no, una amenazante alternativa a la democracia".
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