El nuevo convenio no crea problemas a la pol¨ªtica nuclear norteamericana, seg¨²n Frank Carlucci
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Frank Carlucci, ha declarado a preguntas de EL PA?S que su pa¨ªs puede vivir perfectamente con el acuerdo de no introducci¨®n de armas nucleares en Espa?a. El nuevo convenio, seg¨²n Frank Carlucci, no crea problemas en las operaciones norteamericanas ni en su pol¨ªtica nuclear. El jefe del Pent¨¢gono, en el curso de un almuerzo mantenido con un reducido grupo de corresponsales europeos, mostr¨® su satisfacci¨®n por los t¨¦rminos finales del nuevo tratado, que, manifest¨®, permitir¨¢ a los barcos estadounidenses seguir haciendo lo que hac¨ªan en Espa?a.
En sus declaraciones, Carlucci consider¨® que la soluci¨®n dada por el acuerdo al tema de las armas nucleares no es un precedente preocupante para las negociaciones de utilizaci¨®n de bases norteamericanas en otros pa¨ªses aliados, actualmente en marcha, como Grecia y Filipinas. En este ¨²ltimo pa¨ªs, dijo Carlucci, la discordia se centra m¨¢s en la cantidad de dinero que exige la presidenta filipina, Coraz¨®n Aquino, por el alquiler de las bases de Clark y Subic Bay.
El secretario de Defensa, que por su conocimiento de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica (fue embajador estadounidense en Portugal durante varios a?os) ha entendido mejor la posici¨®n espa?ola a lo largo de la negociaci¨®n, explic¨® que el Gobierno de Manila es, en cuesti¨®n de contrataci¨®n en las bases, m¨¢s duro que "mi colega Serra", en alusi¨®n al ministro espa?ol de Defensa, Narc¨ªs Serra. Este punto ha sido resuelto finalmente con alguna concesi¨®n espa?ola, seg¨²n ha podido saber EL PA?S en Washington.
La satisfacci¨®n norteamericana -que tambi¨¦n ha sido resaltada por el secretario de Estado, George Shultz- deriva del hecho de que la concesi¨®n espa?ola de introducir -en un anejo final del acuerdo- que no preguntar¨¢, ni por supuesto inspeccionar¨¢, qu¨¦ llevan los buques estadounidenses en escala en puertos espa?oles deja inalterada su pol¨ªtica nuclear. Su principio b¨¢sico -que no es aceptado solamente por Nueva Zelanda- es ni confirmar ni negar el cargamento nuclear de sus nav¨ªos.
"Lo obvio ha tenido que ponerse por escrito", y ¨¦sta es la ¨²nica diferencia, declar¨® una fuente gubernamental norteamericana. "Es la garant¨ªa que necesitamos sobre nuestra pol¨ªtica y es importante para nosotros". Para los observadores en Estados Unidos, la concesi¨®n espa?ola respecto a este punto compensa, en la pr¨¢ctica anul¨¢ndolo, el principio de "no introducci¨®n" de armas nucleares en Espa?a exigido, como parte del convenio, por el Gobierno que preside Felipe Gonz¨¢lez.
Medios gubernamentales en Washington confirmaron que la estrategia nuclear de Estados Unidos no contempla, en t¨¦rminos generales, el almacenamiento de armas nucleares en Espa?a, ni necesita el aterrizaje de aviones con este tipo de armas. Washington hubiera preferido, sin embargo, que la cuesti¨®n nuclear no hubiera sido objeto de un contencioso con Espa?a, seg¨²n manifest¨® a este peri¨®dico un funcionario que ha seguido durante dos a?os la dif¨ªcil negociaci¨®n.
Pol¨¦mica
"Lamentamos la pol¨¦mica sobre armas nucleares, que hubi¨¦ramos deseado que quedara fuera de la negociaci¨®n. Como principio general, no es buena la publicidad sobre esta clase de armamento. Al final todo se ha reducido a una cuesti¨®n de presentaci¨®n del acuerdo", agregaron las fuentes informantes.
Pero, en general, la cl¨¢usula de "no introducci¨®n", a la que ni siquiera la Administraci¨®n ni la Prensa citan por su nombre, se presenta aqu¨ª como algo inocuo que "no afectar¨¢ a nuestras operaciones en Espa?a".
El portavoz del Departamento de Estado, Charles Redman, explic¨®: "El tema ha sido resuelto de tal manera que la pol¨ªtica espa?ola no interfiera en nuestras operaciones". Hubo en Nueva York, la semana pasada, un acuerdo t¨¢cito de ambos pa¨ªses de presentar de una manera positiva, sin vencedores ni vencidos, el final de la negociaci¨®n.
Estados Unidos insiste en el ¨¦xito logrado en tres puntos esenciales. Primero, el mantenimiento de bases tan importantes como Rota y Zaragoza -por supuesto, no se refieren a que tienen que trasladar los aviones cisterna de Zaragoza a la base de Mor¨®n- sin tener que pagar ya un alquiler. Esto le suena muy bien a un Congreso absolutamente despistado con el tema Espa?a y con problemas presupuestarios insolubles, que pens¨® durante meses que el de Madrid era un problema de dinero.
En segundo lugar, se reitera que el acuerdo es por ocho a?os -un per¨ªodo suficientemente largo a cubierto de los avatares de la pol¨ªtica interna espa?ola-. Y, por ¨²ltimo, el hecho de que la presencia militar norteamericana en Espa?a contin¨²a siendo sustancial y no est¨¢ sujeta a reducciones progresivas ni a restricciones que la hagan ineficaz. Para nada se menciona el mayor control logrado por Espa?a en el funcionamiento diario de las bases.
La salida de los 72 aviones F-16, que Shultz sigue calificando de "decepci¨®n", se explica no corno algo negociado, sino como imposici¨®n unilateral espa?ola. En el Congreso se habla directamente de "expulsi¨®n". Y el secretario de Estado contin¨²a utilizando este hecho para elogiar a Italia, que se quedar¨¢ con los aviones de Torrej¨®n, como "buen aliado", frente a Espa?a.
El arreglo final ha pasado casi inadvertido para la opini¨®n publica y para un Congreso al que le quedan unos d¨ªas de legislatura. La Prensa, para la que la negociaci¨®n de las bases en Espa?a nunca ha tenido m¨¢s que una importancia muy marginal, ha ofrecido una informaci¨®n fragmentaria, cuando no equivocada. The New York Times se ha apresurado a destacar que Felipe Gonz¨¢lez es atacado por la oposici¨®n debido a las concesiones realizadas a Washington.
Desinformaci¨®n
El desinter¨¦s y la desinformaci¨®n del Congreso quedaron patentes el pasado viernes, dos d¨ªas despu¨¦s de que George Shultz y Fern¨¢ndez Ord¨®?ez anunciaran el acuerdo en Nueva York, cuando un congresista pregunt¨® si hab¨ªa ya un arreglo.
En una sesi¨®n del Comit¨¦ de Servicios Armados de la C¨¢mara de Representantes, el comandante supremo de la OTAN, el general John Galvin, afirm¨® que "habr¨¢ problemas entre Espa?a y la Alianza Atl¨¢ntica". Dijo que ser¨¢ debido a que Espa?a llega 30 a?os despu¨¦s de su creaci¨®n. "Es como tener un equipo de f¨²tbol que est¨¢ a punto de acabar la temporada y se incorpora un nuevo jugador, que tiene problemas de acoplamiento y aprendiendo el juego. Esto es lo que estamos viendo".
Fuentes oficiales norteamericanas dijeron a este peri¨®dico que la soluci¨®n del contencioso de las bases disminuir¨¢ cierta tensi¨®n existente en los dos ¨²ltimos a?os en las relaciones entre los dos pa¨ªses, permitiendo un nuevo comienzo. "El acuerdo es una buena se?al para el futuro".
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