Guinea Ecuatorial: descolonizaci¨®n y cooperaci¨®n
En las ¨²ltimas semanas, corno consecuencia de una crisis pol¨ªtica interior m¨¢s o menos resuelta, de un Viaje del presidente Obiang a Par¨ªs y de la, visita de una comisi¨®n parlamentaria, Guinea Ecuatorial ha reclamado la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n. Se han manifestado juicios sobre el sentido, alcance y tambi¨¦n carencias de nuestra cooperaci¨®n con ¨¦l mismo. Es, sin duda, positivo que as¨ª sea, porque Guinea Ecuatorial se ha sentido con frecuencia hu¨¦rfana de la atenci¨®n de los espa?oles.Para la reconstrucci¨®n y saneamiento de las relaciones, intentado varias veces en los ¨²ltimos a?os, es preciso situar el tema en sus dimensiones esenciales. Solamente as¨ª se evitar¨¢ incurrir en descubrimientos de mediterr¨¢neos cuyos entornos est¨¢n, desde hace mucho, definidos.
La situaci¨®n de la relaci¨®n es, l¨®gicamente, fruto de un proceso hist¨®rico, y se asienta en datos sociol¨®gicos conocidos, pero pocas veces expresados.
La relaci¨®n entre una ex colonia y su antigua metr¨®poli se adapta, quer¨¢moslo o no, a un patr¨®n bien conocido.
Ll¨¢mese situaci¨®n neocolonial -cuando los t¨¦rminos del contacto alcanzan ciertos rasgos- o de cooperaci¨®n, presupone la sustituci¨®n del pacto colonial por una relaci¨®n de cooperaci¨®n sobre ciertos supuestos. El pacto colonial exig¨ªa que un porcentaje muy alto de los productos de la colonia se dirigiese a la metr¨®poli, que era su abastecedora ¨²nica o muy privilegiada. Roto el v¨ªnculo de soberan¨ªa al colono, intermediario entre la metr¨®poli y el pueblo colonizado, sustituye una burgues¨ªa nacional -o tina burocracia en los casos de estatalizaci¨®n- que se implante como intermediaria. Esta clase est¨¢ dominada por una actitud bifronte: la de una clase nacionalista y muy recelosa ante las secuelas de la colonizaci¨®n; pero tambi¨¦n v¨ªnculo que permite la continuaci¨®n de las relaciones antes configuradas. Junto a esta clase modernizante aparecen como ¨²ltima referencia nacionalista las fuerzas armadas.
En la operaci¨®n descolonizadora espa?ola en Guinea Ecuatorial destac¨® sobre casi cualquier otro factor la voluntaria ignorancia de los datos sociales y culturales de base. En primer lugar, la descolonizaci¨®n de Guinea en 1968 fue una operaci¨®n vicaria. Se realiza no para cumplir un fin en s¨ª misma, sino para mejorar nuestra posici¨®n en Naciones Unidas en otros temas, S¨¢hara y, sobre todo, Gibraltar. Fue una pieza de una pol¨ªtica exterior en la que ¨¦ramos reclamantes en un tema de descolonizaci¨®n, Gibraltar, y eventual objeto de reivindicaci¨®n descolonizadora en otras, Guinea y S¨¢hara.
Este car¨¢cter instrumental del proceso conduce a la pugna entre Presidencia (Carrero Blanco) y Exteriores (Castiella). Para alcanzar su objetivo general, Asuntos Exteriores fuerza los plazos para vencer inercias; salta hacia adelante. De ah¨ª procedimientos tan poco realistas como la convocatoria de una conferencia constitucional, instrumento que en las descolonizaciones brit¨¢nicas se utiliza cuando ya est¨¢ configurada la figura de un l¨ªder al que la pugna anticolonial y la misma conferencia refuerzan el carisma. Por el contrario, la Conferencia Constitucional de 1967 convoca a una multitud de supuestos l¨ªderes con la idea de que del proceso emergiese el pol¨ªtico que en inicial tensi¨®n con la ex metr¨®poli y en posterior cooperaci¨®n estableciese la relaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y psicol¨®gica de la poscoloniz aci¨®n.
Este error conceptual iba a condicionar el curso posterior. Por una parte, al no existir un l¨ªder nacional, es preciso establecer equilibrios entre las etnias, con garant¨ªas constitucionales complicadas y numerosas: hasta el punto de que el texto constitucional llega a ser de una complejidad inadecuada para un pa¨ªs emergente. Si la t¨¢ctica para mantener una situaci¨®n colonial es favorecer la complejidad que hace ¨¢rbitro al colono, para descolonizar hay que simplificar.
El juego de equilibrios y el apoyo a l¨ªderes ¨¦tnicos y parciales, Bonifacio Ond¨® y Atanasio Ndongo, conduce al poder a un l¨ªder elemental, que hipertrofia un nacionalismo en estado bruto, pretexto de una acci¨®n no tanto contra Espa?a, sino contra las otras etnias y clanes. Mac¨ªas fue un tirano tribal arropado en la bandera nacionalista, imbuido de inevitable din¨¢mica de destrucci¨®n de los compromisos que est¨¢n siempre presentes en una situaci¨®n descolonizadora.
No eludo el tema de los probables errores, evidentes carencias y posibles abusos de la cooperaci¨®n. Pero hoy me limito a los hechos esenciales. Es decir, a los datos base, pol¨ªticos, econ¨®micos y de seguridad en una relaci¨®n entre una metr¨®poli y su antigua colonia.
Pero el proceso descolonizador, por la crisis de 1969, afianza a Mac¨ªas en el poder. Dado el car¨¢cter del llamado golpe de la libertad en 1979, los datos que permiten la relaci¨®n sobre la cual la cooperaci¨®n tenga sentido y eficacia no se dan.
Personalmente, como diplom¨¢tico, he estado en misi¨®n en Guinea Ecuatorial durante la crisis de 1969 y he participado en los intentos de reconstrucci¨®n de 1972 y 1973. Como ministro he dedicado al tema muchas horas y esfuerzos en situaciones muy tensas. En especial durante la crisis de 1983, crisis abortada por la acci¨®n espec¨ªfica de mi departamento. Tambi¨¦n he participado en la mejor¨ªa de relaciones en 1984 y 1985, mejor¨ªa parcial sobre la que contin¨²a actuando el actual Gobierno. De 1982 a 1988 se desarrolla la misma pol¨ªtica.
Los elementos esenciales para que una relaci¨®n poscolonial sea fluida son:
1. Un sistema de cooperaci¨®n en materia de formaci¨®n de defensa, mediante la presencia de asesores y cooperantes militares y de fuerzas de seguridad.
2. Un sistema de convertibilidad de la moneda.
3. Un compromiso de participaci¨®n en el control del gasto por su incidencia sobre la moneda.
Es evidente que estas condiciones pueden ser resentidas como neocoloniales. Por ello, cuando un pa¨ªs descolonizador se decide a realizar la operaci¨®n de independencia y libera de su soberan¨ªa a varios territorios, trata de montar un sistema multilateral, conect¨¢ndolos. Cuando, como en el caso de Guinea Ecuatorial, se trata de un solo pa¨ªs, la tensi¨®n en la relaci¨®n con la.antigua metr¨®poli es menos difaminable.
El r¨¦gimen de Mac¨ªas hizo imposible abordar los tres supuestos necesarios para una cooperaci¨®n que tuviese efecto en la econorn¨ªa general guineana; que fuese algo m¨¢s que asistencia humanitaria, sanitaria y educativa.
En cuanto al aparato de defensa, inadmisible para Mac¨ªas, es considerado en 1979; pero el Gobierno espa?ol de la¨¦poca calcula que los riesgos exceden a las ventajas. Sin participaci¨®n en la defensa y sin tradici¨®n militar en el pa¨ªs, la inseguridad hace recelosos a los invasores.
La convertibilidad de la moneda, el ekuele, era imprescindible para que la econom¨ªa de exportaci¨®n no dependiese del contrabando a pa¨ªses cercanos con moneda convertible, y para que no se produjesen incertidumbres monetarias. Por ¨²ltimo, se impon¨ªa una m¨ªnima participaci¨®n en el control del gasto.
El Gobierno de Calvo Sotelo avanz¨® en 1982 propuestas razonables sobre estos dos ¨²ltimos factores. Personalmente las reiter¨¦ de 1982 a 1985, buscando f¨®rmulas que pudiesen ser aceptadas por una sensibilidad muy nacionalista. De 1982 a 1985 se intent¨® encontrar bases s¨®lidas para la natural relaci¨®n econ¨®mica, entre los dos pa¨ªses, en cuyo marco general de cooperaci¨®n concreta tuviese incidencia satisfactoria. No es que en s¨ª misma no la tenga, y, pese a probables deficiencias y anomal¨ªas, hay que reconocer la labor de los cooperantes. Pero, si se quiere abordar el tema -y debe hacerse-, hay que ir a la m¨¦dula de la relaci¨®n. Tarea no f¨¢cil y que exige una clarificaci¨®n de ambas partes, tambi¨¦n de la guineana.
Guinea Ecuatorial ha estado ciertamente desde 1969 en la UVI. En ella la han colocado factores estructurales y errores de parte y parte. Superadas crisis muy graves -como la de la primavera de 1983, que pudo conducir a un conflicto directo-, hasta 1985 trat¨® el Gobierno espa?ol de encontrar el acuerdo, pero sin cercenar otras posibilidades que pudiese tener Guinea y evitando galvanizar nacionalismos deformantes. Pero sabiendo, no obstante, que el nacionalismo era un factor din¨¢mico y eventualmente integrador de las etnias.
La cooperaci¨®n puntual basada en realidades humanas inocultables, una cooperaci¨®n, por as¨ª decirlo, de emergencia se justifica en s¨ª misma. Debe continuar. Pero para que cualquier cooperaci¨®n d¨¦ todos sus frutos hay que reconstruir las bases de una relaci¨®n global.
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