Escepticismo sobre la elecci¨®n del presidente del Parlamento liban¨¦s
Los diputados libaneses han sido convocados hoy, por tercera vez en dos meses, sin ninguna perspectiva de que puedan llegar a un acuerdo. En esta ocasi¨®n, se trata de elegir al sucesor de? presidente del Parlamento, el shi¨ª Husein Huseini, cuyo mandato concluir¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 23.El escepticismo rodea esta nueva reuni¨®n. Las mismas diferencias e intereses contrapuestos que impidieron el 18 de agosto, y un mes m¨¢s tarde, la designaci¨®n de un nuevo presidente de la Rep¨²blica permanencen e incluso se han acrecentado, ante la inveros¨ªmil realidad de un pa¨ªs con dos Gobiernos.
Pese a que 14 a?os de guerra han dejado aparcados en L¨ªbano justicia, derecho y Estado, el presidente Am¨ªn Gemayel fue escrupuloso con la letra de la ley hasta el ¨²ltimo segundo: a las cero horas del pasado d¨ªa 23 abandonaba el palacio de Baabda, dejando encomendados los asuntos de gobierno a un Gabinete de transici¨®n presidido por un maronita.
El paso, aunque recogido por la Constituci¨®n, despert¨® las iras de la comunidad musulmana, que hab¨ªa intentado evitarlo con la retirada de la dimisi¨®n del Gabinete anterior. El intrincado sistema de reparto de poder entre las distintas confesiones religiosas del pa¨ªs se encuentra detr¨¢s de los actuales enfrentamientos.
Los diputados fueron elegidos en 1972. Desde entonces bajo el pretexto de la inseguridad ocasionada por la guerra, los libaneses han olvidado lo que es una urna. Las generaciones m¨¢s j¨®venes ni siquiera han tenido ocasi¨®n de disfrutar la que un d¨ªa fue considerada como la ¨²nica democracia del mundo ¨¢rabe.
El pacto nacional es un acuerdo extraconstitucional firmado en 1943 y que establec¨ªa el reparto de poder pol¨ªtico entre las diferentes confesiones. Su perpetuaci¨®n est¨¢ en la base del abismo que separa, casi de forma irreconciliable, a los distintos grupos. Quedan de aquel barniz democr¨¢tico copiado del colonizador franc¨¦s, la libertad de expresi¨®n, la libertad de Prensa y el libre mercado, pero sirven de poco en un pa¨ªs donde los secuestros de una y otra facci¨®n silencian a los impertinentes; la crisis econ¨®mica limita las posibilidades de los peri¨®dicos y la milicia de turno controla los mil y un puertos ilegales.
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