El m¨ªnimo pol¨ªtico
Al igual que empleamos la noci¨®n de m¨ªnimo social, podemos -an¨¢logamente- hablar tambi¨¦n de un m¨ªnimo pol¨ªtico, cuya aplicaci¨®n en la pr¨¢ctica puede, a mi juicio, provocar una mejora radical, una transformaci¨®n pol¨ªtica, puesto que en Polonia ahora enfrentamos no s¨®lo una crisis econ¨®mica, sino tambi¨¦n una crisis pol¨ªtica. Las huelgas -sea como sea su interpretaci¨®n- son un fen¨®meno pol¨ªtico, aunque constituyen solamente la punta M iceberg del descontento social. Para solucionar la crisis pol¨ªtica, que en su forma actual dura ya al menos desde el refer¨¦ndum, hacen falta ciertos cambios concretos y radicales, y en un plano m¨¢s amplio es necesario que los fen¨®menos pol¨ªticos vuelvan a ocupar un sitio m¨¢s o menos normal en la vida p¨²blica.Durante a?os, tanto los fen¨®menos pol¨ªticos como la propia noci¨®n de pol¨ªtica se enfocaban desde el punto de vista totalitario. Cartas de protesta, reuniones en iglesias, hasta la literatura se consideraban como actos pol¨ªticos; en cambio, al mismo tiempo se trataba de ocultar ante la opini¨®n p¨²blica el juego pol¨ªtico existente, lo cual, entre otras cosas, condujo a los virajes dram¨¢ticos de los a?os 1956, 1968, 1970, 1980, puesto que cualquier cambio en la c¨²spide del poder s¨®lo pod¨ªa efectuarse a consecuencia de protestas sociales, siempre m¨¢s o menos incontroladas.
Desde hace alg¨²n tiempo se permite emplear la palabra oposici¨®n. Sabemos que el sentido de esta palabra no es igual al que se le suele dar en los pa¨ªses occidentales. Pero si de verdad han de restablecerse las reglas del juego pol¨ªtico, ?podremos seguir en esta situaci¨®n? A mi juicio, la oposici¨®n tiene que ser oposici¨®n, en el sentido normal de la palabra, es decir, debe tener derecho a una participaci¨®n organizada en el poder. Sin ello, en nuestra vida p¨²blica no aparecer¨¢ la pol¨ªtica en el sentido cl¨¢sico de la palabra y tampoco se superar¨¢ la crisis.
En seguida contesto a las reservas t¨ªpicas. Vivimos en una determinada situaci¨®n geopol¨ªtica y dentro del sistema de alianzas existente. De acuerdo, vivimos. Pero ?quiere decir eso que al reconocer estas limitaciones debemos aceptar tambi¨¦n todas las consecuencias que se suelen sacar de ellas de modo bastante arbitrario? No. Lo ¨²nico que tenemos que aceptar son las limitaciones mismas; la interpretaci¨®n de las consecuencias que de estas limitaciones se desprenden puede ser muy diversa. Por ejemplo, ?cu¨¢les son las consecuencias de esta situaci¨®n para la cuesti¨®n sindical, para la actividad p¨²blica de uniones y asociaciones, para la ley electoral, para el sistema jur¨ªdico? A mi juicio, todo ello se somete a interpretaciones diversas y nadie puede tener el monopolio de interpretaciones justas. O sea, nadie puede tener este monopolio si de verdad queremos devolver a la pol¨ªtica en Polonia sus funciones indispensables. En otras palabras: sabemos que el partido que est¨¢ en el poder tiene y debe mantener en sus manos las decisiones vinculadas directamente con la realidad geopol¨ªtica y con las alianzas. En cambio, todo lo dem¨¢s debe someterse a un libre juego de fuerzas pol¨ªticas, de muchas fuerzas pol¨ªticas, porque incluso en el seno de la llamada oposici¨®n hay tendencias muy diversas.
Para algunos asuntos, pese a su enorme importancia, asuntos tales como la transformaci¨®n del sistema jur¨ªdico, la ecolog¨ªa, el sistema de asistencia social, no deben buscarse soluciones r¨¢pidas. Por ejemplo, el cambio de la ley de asociaciones, aunque imprescindible, no har¨¢ florecer la vida p¨²blica en el plazo de una semana o de un mes. Y nosotros tenemos que pensar hoy con la perspectiva de uno o dos meses, no de uno o dos a?os. Eso no es nada bueno, pero as¨ª es la situaci¨®n. ?Qu¨¦ asuntos pertenecen hoy al m¨ªnimo pol¨ªtico?
Quiero enumerar tres, cuya relaci¨®n mutua es tan estrecha que su soluci¨®n tiene que buscarse y encontrarse simult¨¢neamente. La soluci¨®n de uno solo de estos asuntos no nos permitir¨¢ superar la crisis pol¨ªtica.
La atm¨®sfera social es un factor que no se puede menospreciar, todos lo sabemos cada vez mejor. Por consiguiente, tiene que encontrar su soluci¨®n el problema del pluralismo sindical y, dentro de ¨¦l, el problema de Solidarnosc. Yo no s¨¦ qu¨¦ soluci¨®n ser¨¢ ni tampoco quiero entrar en detalles; sin embargo, ninguna transformaci¨®n radical de la econom¨ªa ser¨¢ posible sin la paciencia de los trabajadores, y ¨¦sta no se va a conseguir sin el pluralismo sindical y sin unos sindicatos que, por un per¨ªodo, puedan garantizar cierta tranquilidad al equipo que dirige la econom¨ªa, pese a un deterioro dr¨¢stico del nivel de vida. ?ste es el primer asunto. El segundo exige cambios en el sistema, cambios que permitir¨ªan a la econom¨ªa liberarse de la pol¨ªtica. A mi juicio, en nuestra situaci¨®n casi desesperada lo ¨²nico que ofrece ciertas esperanzas es dar plenos poderes econ¨®micos a un grupo de profesionales compuesto de varias personas, partidarios del mercado libre, entre los que deber¨ªan encontrarse representantes del partido que est¨¢ en el poder. Pero la mayor¨ªa la deben tener personas seleccionadas por sus opiniones econ¨®micas y por su disposici¨®n a tomar decisiones radicales, personas apoyadas por la sociedad. En otras palabras, la econom¨ªa, si es posible, deber¨ªa salirse de las limitaciones pol¨ªticas, y las personas a las que se conceda el poder absoluto en la econom¨ªa tienen que gozar de una enorme libertad en sus actividades: deben tener derecho a cambiar disposiciones, impuestos, a despedir a directores, etc¨¦tera. Deben hacerse cargo de todos los ministerios econ¨®micos, o sea, formar una especie de comit¨¦ de salvaci¨®n econ¨®mica que disponga de enormes prerrogativas, limitadas s¨®lo por la mencionada funci¨®n del partido en el poder en tanto que garante de la realidad geopol¨ªtica.
Y el tercer asunto. Hace falta una urgente aceleraci¨®n del proceso de democratizaci¨®n pol¨ªtica. Aqu¨ª llegamos al problema de asociaciones y uniones, tambi¨¦n uniones de juventudes, al problema de elecciones al Parlamento y a otros organismos (de autogesti¨®n local). Y otra vez sabemos que hay que aceptar ciertas limitaciones, que el partido que est¨¢ en el poder no puede perder el control. Sin embargo, creo que s¨ª puede tomar el riesgo de conceder un 45% de los esca?os en el Parlamento a la oposici¨®n y de permitir plena libertad de elecciones a los niveles m¨¢s bajos. No es un problema que debamos resolver inmediatamente, pero s¨ª un prop¨®sito que debemos alcanzar. En cambio, a partir de ahora, inmediatamente debe ampliarse de modo radical el acceso de los diversos c¨ªrculos de la oposici¨®n a los medios de comunicaci¨®n masiva. La vida pol¨ªtica moderna se basa en poder influir sobre la opini¨®n p¨²blica. Si la oposici¨®n se ve restringida en esta materia o si se ve obligada a buscar refugio en la Iglesia, se convierte en un interlocutor con handicap. ?ltimamente se registra cierto progreso en este campo, pero es un progreso lento y limitado.
La oposici¨®n como partner; eso s¨®lo parece una paradoja. En pa¨ªses con sabidur¨ªa pol¨ªtica, la oposici¨®n es partner del poder; s¨®lo en pa¨ªses con cultura pol¨ªtica inauditamente baja la oposici¨®n quiere acabar con el poder o al rev¨¦s. Los tres asuntos que acabo de mencionar exigen que entre todas las fuerzas pol¨ªticas haya relaciones de partners y que el futuro acuerdo sea negociado entre todas estas fuerzas. Todos estos asuntos est¨¢n estrechamente vinculados. Debe haber vanos y distintos sindicatos para que el comit¨¦ de salvaci¨®n econ¨®mica tenga libertad de acci¨®n. Tiene que surgir tal comit¨¦ y tienen que aparecer gradualmente grupos pol¨ªticos que ser¨¢n partners en el juego pol¨ªtico.
El futuro de Polonia depende de si se resuelven simult¨¢neamente estos tres asuntos. Y no vacilo en decir que si no se resuelven en un futuro inmediato, la suerte de Polonia va a ser tr¨¢gica. Por supuesto, toda soluci¨®n concreta debe ser objeto de negociaciones y de discusiones, pero estas negociaciones y discusiones no pueden tardar meses. Las decisiones deben tomarse y llevarse a la pr¨¢ctica en el curso de los pr¨®ximos dos o tres meses. Desgraciadamente, ya ha pasado el tiempo de ir paso a paso, sin prisas. Se ha desperdiciado demasiado tiempo, pero no es el momento apropiado para pretensiones y reproches. Si las negociaciones concluyen con decisiones concretas a¨²n podremos recuperar tiempo, y es as¨ª como hay que enfocarlas. Por consiguiente, hace falta buena voluntad y confianza en que tal vez ahora ser¨¢ un ¨¦xito. Los ¨²ltimos acontecimientos despiertan optimismo moderado, pero insisto, las conversaciones ser¨¢n serias y tendr¨¢n sentido s¨®lo si todos los interlocutores quieren que conduzcan a conclusiones pr¨¢cticas y casi inmediatas.
Yo no soy demasiado optimista; las experiencias del pasado son decididamente desalentadoras, pero justamente por eso, con toda fuerza, propongo que estas experiencias al menos se pongan entre par¨¦ntesis por el plazo de dos o tres meses. Sin embargo, si no hay resultados concretos y decididos, aunque parciales, ser¨¢ para m¨ª una prueba de que hablar es in¨²til.
Pero entonces, ?vamos a sobrevivir, van a sobrevivir los obreros y los campesinos polacos; va a sobrevivir Polonia? Lo dudo. Por eso creo que es indispensable que se cumpla con ese m¨ªnimo pol¨ªtico.
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