Un calor especial
Las primeras jornadas del Auditorio Nacional tienen un especial calor al que contribuye al tipo de programas elegidos, siempre espectacularmente sinf¨®nico y coral, y la existencia, sobre el p¨²blico normal, de otro especialmente interesado en cuanto supone el nuevo centro musical.Con asistencia de la reina Sof¨ªa, la Orquesta Nacional, el Orfe¨®n Donostiarra, la coral C¨¢rmina y la Escolan¨ªa del Recuerdo nos llevaron, bajo la experta direcci¨®n de L¨®pez Cobos, desde los ¨¢ngeles mozartianos a las g¨¢rgolas de Carl Orff y su estilo denominado por Stravinski "neo-neanderthaliano". La autoridad del autor de Las bodas es grande, por su misma categor¨ªa y por ser el introductor de "las gallinas" luego explotadas "in modo grossolano" por Orff. Sus C¨¢rmina Burana, al igual que buena parte de su obra, forman un teatro musical de ideolog¨ªa literaria y realizaci¨®n superelemental.
Orquesta Nacional de Espa?a
Coral C¨¢rmina, Orfe¨®n Donostiarra y Escolan¨ªa del Recuerdo. Directores: Josep Pons, Juan Antonio Sainz y C¨¦sar S¨¢nchez. Solistas: S. Greenberg, M. Perelstein, J. Bowman y S. Roberts. Obras de Mart¨ªn y Soler, Mozart y Orff. Director: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Auditorio Nacional. Madrid, 22 de octubre.
La orquesta de Orff parece la exaltaci¨®n de los juegos instrumentales con los que el muniqu¨¦s renov¨® la educaci¨®n musical.
Potente creaci¨®n
Sucede que en el caso de C¨¢rmina Burana, los procedimientos cuadran bien con el tema y el origen de las canciones profanas basadas en el c¨®dice latino 4.660, conservado en el monasterio benedictino de Beuron y hoy en M¨²nich. El car¨¢cter rudo, desvergonzado, de los clerici vaganti, la mezcolarma de lenguas, quedan reflejadas en los temas vulgares, los ostinati, la simplicidad de l¨ªneas, el uso y abuso de un monodismo grueso y, cuando de la taberna pasamos al amor, el lirismo melifluo y cargante.El Orfe¨®n Donostiarra y la Escolan¨ªa del Recuerdo hicieron una potente creaci¨®n de la partitura, con sus voces recias y bien unificadas y sus acentos energ¨¦ticos. L¨®pez Cobos anim¨® el conjunto con una vitalidad que nunca lleg¨® al desafuero. La ac¨²stica de la sala mostr¨® su capacidad para contener y dulcificar las m¨¢s crudas potencias.
La m¨²sicia verdadera estaba en esa maravillosa Misa de la coronaci¨®n que es condensaci¨®n y suma del estilo dram¨¢tico, oratorial o teatralde Mozart; en la pureza mel¨®dica, infinitamente serena del Agnus, en la sencilla grandeza interior de los Kyries, en la l¨²cida transparencia del Gloria, en el equilibrio general entre las voces y la orquesta. Como preludio, la deliciosa obertura de El ¨¢rbol de Diana, del paramozartiano Vicente Mart¨ªn y Soler (1754-1806) contempor¨¢nero admirado de Wolfgang Amadeo. Buenas versiones y excelente intervenci¨®n de la coral C¨¢rmina en la Misa de Mozart.
El cuadro de solistas, a¨²n sin excepcionalidades, mereci¨® los largos aplausos a la soprano Silvia Greenberg, la mezzo Mabel Perelstein, el contratenor James Bowman, y el bajo Stephen Roberts.
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