El debate presupuestario portugu¨¦s se centra en la 'doble tributaci¨®n'
Los contribuyentes portugueses pagar¨¢n dos veces en 1989 los impuestos debidos al Estado: a la entrada en vigor a primeros de enero pr¨®ximo de la reforma fiscal que establece el impuesto ¨²nico, cobrable mensualmente se sobrepone el abono, entre julio y septiembre, del impuesto complementario sobre los ingresos personales y de las sociedades.
Por m¨¢s que el Gobierno acuse a la oposici¨®n de hacer demagogia, confundiendo doble pago y doble tributaci¨®n, para el partido socialista y los sindicatos la realidad, tal como ser¨¢ sentida por el ciudadano com¨²n, no deja de ser la misma: del mismo sueldo habr¨¢ que entregar dos parcelas al erario p¨²blico, y el Gobierno va a disponer de un suplemento extraordinario de ingresos que sus adversarios calculan en cerca de 100.000 millones de escudos.Nadie pone en duda la necesidad de simplificar el sistema tributario portugu¨¦s con la fusi¨®n en el llamado impuesto ¨²nico de los anteriores impuestos sobre ingresos de trabajo (profesional y complementario), sociedades y capitales, impuesto inmobiliario y sobre el patrimonio. Pero la reforma fiscal adoptada por el Gobierno de Cavaco Silva est¨¢ lejos de suscitar la misma unanimidad. Las cr¨ªticas han llovido de todos los sectores, desde los que acusan al ministro de Finanzas, Miguel Cadilhe, de haberse quedado corto en la simplificaci¨®n del sistema hasta los que defienden que el llamado impuesto ¨²nico, adem¨¢s de no merecer su nombre (ya que se seguir¨¢n pagando aparte el IVA, el impuesto sobre veh¨ªculos y una serie de otros impuestos generales y locales), va a gravar doblemente la carga fiscal y los desequilibrios de la actual estructura tributaria, que sobrecarga a las clases medias.
La verdad es que, tal vez por fatalismo, el tema de la reforma fiscal no ha provocado grandes reacciones entre la opini¨®n p¨²blica portuguesa, m¨¢s acostumbrada a tratar de esquivar el pago del impuesto por una serie de estratagemas m¨¢s o menos l¨ªcitas que a organizarse y hacer de la fiscalidad uno de los criterios decisivos para juzgar la acci¨®n gubernativa, como sucede en la mayor¨ªa de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados.
Con el problema que se plantea para 1989 y el tema de "los dos impuestos a pagar con un mismo sueldo", la oposici¨®n juzgaba haber encontrado un arma de elecci¨®n para atacar a Cavaco Silva y su ministro de Finanzas, y el partido socialista se dispone a proponer durante el debate de los presupuestos del Estado para 1989 un perd¨®n general del pago del complementario de 1988.
Una maniobra del Gobierno
Pero el primer ministro, una vez m¨¢s, se anticip¨® h¨¢bilmente a la jugada anunciando desde ya que ser¨¢n dispensados del pago de este mismo impuesto los contribuyentes que deber¨ªan pagar en 1989 hasta 12.000 escudos (unas 10.000 pesetas) de impuesto complementario. Es la vez del secretario general del PS, Vitor Constanc¨ªo, de hablar de demagogia en relaci¨®n a una medida que, aunque afectando a un gran n¨²mero de obreros, empleados y pensionistas, significa por parte del Gobierno la renuncia a menos del 20% del ingreso extraordinario que embolsar¨¢ en el pr¨®ximo a?o fiscal.Pero los propios socialistas admiten que su propuesta de un perd¨®n general de 250.000 escudos del impuesto complementario perdi¨® con esta maniobra del Gobierno mucha de su popularidad: para muchos portugueses, pagar 250.000 escudos de impuesto complementario significa ser rico, y Cavaco Silva ha prometido utilizar el ingreso extraordinario de 1989 para reforzar el fondo de pensiones y seguridad social, haciendo suyo el lema que fue hace a?os la bandera de la izquierda radical: "Hacer pagar a los ricos para ayudar a los m¨¢s pobres".
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