Punto cero
AL ANUNCIAR su intenci¨®n de recuperar la presidencia de Alianza Popular (AP), Fraga devuelve el partido a su punto cero: aquel en que se encontraba cuando, a fines de 1986, su fundador comprendi¨® que su retirada era condici¨®n necesaria para cualquier proyecto de ampliaci¨®n hacia el centro de la opci¨®n conservadora. Sin esa expansi¨®n, AP estaba destinada a constituir por muchos a?os la oposici¨®n al socialismo gobernante. Estaba por ver, sin embargo, si esa condici¨®n necesaria era tambi¨¦n suficiente. La experiencia ha demostrado que no. Y no si¨¦ndolo, la prolongaci¨®n de la situaci¨®n de incertidumbre y de virtual acefalia amenazaba con convertir al partido en una caricatura de s¨ª mismo. En otras palabras: con Fraga, AP estaba con el agua al cuello. Sin ¨¦l, se hab¨ªa sumergido varias cuartas. Ahora se pone en disposici¨®n de recobrar la flotabilidad.En Espa?a hay probablemente cuatro o cinco millones de electores gen¨¦ricamente identificados con las opciones pol¨ªticas de derecha. Es decir, aproximadamente un 25% de votantes que nunca dar¨¢n su apoyo a la socialdemocracia, por moderada que sea su pol¨ªtica, y que constituyen la base imprescindible para cualquier proyecto pol¨ªtico de inspiraci¨®n conservadora. Sin embargo, sobrepasado el ecuador de la actual legislatura y a unos meses vista de las elecciones europeas, Alianza Popular no s¨®lo no ha conseguido su objetivo de convertirse en el catalizador de una alternativa de centro derecha, sino que ni siquiera parece haber sido capaz, seg¨²n indican todos los sondeos, de retener esa base inicial de fieles.
Esa situaci¨®n est¨¢ probablemente detr¨¢s de la decisi¨®n comunicada ayer por Manuel Fraga. En realidad, las destempladas advertencias recientemente dirigidas por ¨¦l a la actual direcci¨®n de AP hac¨ªan presagiar este desenlace. Al amagar con retomar las riendas si el actual presidente no era capaz de recomponer la unidad interna, Fraga estaba en realidad condenando a Hern¨¢ndez Mancha: si la condici¨®n para no presentarse consist¨ªa en que se lograse la efectiva integraci¨®n de los cr¨ªticos, pon¨ªa la decisi¨®n en manos de ¨¦stos, que siempre podr¨ªan negarse a aceptar las ofertas de los oficialistas, por generosas que fueran, precisamente para provocar la vuelta del fundador.
De hecho, ya se hab¨ªan producido algunas concesiones, como la ampliaci¨®n del n¨²mero de delegados para el congreso de enero y la descentralizaci¨®n de las funciones del comit¨¦ electoral nacional. Pero se trataba de concesiones insuficientes para modificar el signo de ese congreso, destinado a ser ampliamente dominado por los manchistas. Y es que la direcci¨®n actual ha creado una red bastante tupida de nuevos bur¨®cratas, dirigentes de las organizaciones locales y provinciales, y f¨¦rreamente unidos en la defensa de su situaci¨®n. Esa nomenklatura de pacotilla formada por animosos j¨®venes encantados de salir en los peri¨®dicos, m¨¢s duchos en las batallas internas que en la gesti¨®n p¨²blica o la pr¨¢ctica de la oposici¨®n pol¨ªtica, constituye la base de maniobra de Mancha para su intento desesperado de resistir la oleada de adhesiones inquebrantables al viejo fundador que se avecina.
La imagen de trifulca permanente proyectada por AP desde la salida de Fraga ha engrandecido la figura de ¨¦ste. Pero la tentaci¨®n de atribuir todos los males de AP a la inepcia de Mancha y su equipo, por tranquilizadora que pueda resultar para los cr¨ªticos, no resuelve el problema de fondo. A saber, la reiterada incapacidad de la derecha, con Fraga o sin ¨¦l, para definir un proyecto pol¨ªtico susceptible de garantizar el apoyo del segmento conservador del electorado y de convertirse en eje de una alternativa veros¨ªmil al poder de los socialistas. El penoso episodio de la imaginaria moci¨®n de censura contra Leguina, que ha arrastrado a la dimisi¨®n de la vicepresidencia de AP a Alberto Ruiz Gallard¨®n, muestra a las claras la precaria situaci¨®n de un partido cuya ¨²nica pauta de definici¨®n ideol¨®gica o estrat¨¦gica se resume en el enunciado "queremos mandar".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.