El l¨ªder que nunca existi¨®
Hern¨¢ndez Mancha no ha cubierto el hueco de Fraga
JOAQUINA PRADES / PERU EGURBIDE, Un compa?ero de partido, que no siente precisamente veneraci¨®n por ¨¦l, le define como "el chico listo que se va a una cacer¨ªa de se?oritos y le cae bien a todo el mundo; baila con la chacha, bebe vino con el que cuida los perros y se hace novio de la hija del cortijero". La imagen de Hern¨¢ndez Mancha, el primer sustituto de Manuel Fraga en la presidencia de Alianza Popular, est¨¢ ahora muy lejos de esa aceptaci¨®n general que disfrut¨® en Andaluc¨ªa.
Durante el a?o y medio largo en que ha tenido en sus manos las riendas de AP, Hern¨¢ndez Mancha no ha logrado ¨¦xitos con los que enfrentarse, el pr¨®ximo enero, a la apabullante figura de Fraga. Aunque afirma estar plet¨®rico de fuerzas para la batalla, todos los indicios auguran que ha firmado su suicidio pol¨ªtico."A veces, es sustancial la agresividad a las dotes de mando, y yo no tengo dotes de mando en la acepci¨®n cl¨¢sica del t¨¦rmino", reconoc¨ªa Hern¨¢ndez Mancha hace seis a?os. Que un pol¨ªtico de ese talante se Prestara a dirigir un partido como Alianza Popular, educado, orientado, marcado y constre?ido desde su fundaci¨®n por la vara implacable de Fraga, m¨¢s que arriesgado, parece el colmo de lo temerario. Pero Hern¨¢ndez Mancha no dud¨® en aceptar el relevo.
Si se le escucha, hay que creer que su afici¨®n por la pol¨ªtica data de la pubertad, cuando acompa?aba a su padre, un magistrado con ocho hijos, a los actos p¨²blicos. En uno de ellos -la inauguraci¨®n del parador nacional de Jarandilla de la Vera-, al que el magistrado asisti¨® corno presidente que era de la Asociaci¨®n de Caballeros de Yuste, Anto?ito vio por primera vez de cerca a Fraga, m¨¢s don Manuel entonces que nunca en el boato ministerial del franquismo.
Aquel encuentro es hoy uno de esos recuerdos vagos que el actual presidente de AP trata de situar ante su interlocutor con un "?remember?" dicho en el m¨¢s puro estilo cheli y, sin duda, residuo de su experiencia juvenil en el conjunto musical The Infams, un vocablo que el diccionario ingl¨¦s no recoge, pero que Hern¨¢ndez Mancha sigue traduciendo libremente por "o sea, Los Infames". No es extra?o, porque hasta Ronald Reagan y Margaret Thatcher han podido comprobar, cuando les fue presentado, que el presunto leader of the spanish opposition apenas si ha pasado de tararear en ingl¨¦s alguna canci¨®n de los Beatles.
Pasados los a?os, el encuentro de Jarandilla, no lejos de Guare?a de Badajoz, donde Antonio F¨¦lix Romualdo Fernando Hugo Hern¨¢ndez-Gil Mancha naci¨®, en 1951, result¨® ser, como suele ocurrir en toda biograf¨ªa de fuste, premonitorio.
Hern¨¢ndez Mancha comenz¨® a estudiar Derecho en Madrid, en 1968, con Jos¨¦ Manuel Fraga, uno de los hijos del entonces ministro, y los dos j¨®venes se hicieron amigos. Antonio era algo estrafalario, pero razonablemente formal y estudioso; desde luego, nada progre: "Yo era el facha, claro. Como no estaba en el rollo, pues no quedaba otra opci¨®n", ha dicho el interesado.
La amistad de Antonio y Jos¨¦ Manuel se prolong¨® durante toda la carrera y m¨¢s all¨¢, en las oposiciones para abogado del Estado. Gracias a esta relaci¨®n, Hern¨¢ndez Mancha volvi¨® a encontrarse con el fundador de AP, esta vez en Londres, en las navidades de 1971. Fraga era ya embajador. La actividad del pol¨ªtico y los paseos tur¨ªsticos en su compa?¨ªa fascinaron al joven Hern¨¢ndez Mancha, que hoy afirma: "Fraga despert¨® en mi la necesidad de jugar un papel activo en la historia de Espa?a".
Con estos antecedentes, parece l¨®gico que Fraga recurriera a Anto?ito para potenciar Alianza Popular en C¨®rdoba, donde Hern¨¢ndez Mancha se hab¨ªa establecido como abogado del Estado en 1976. Hern¨¢ndez Mancha fue el segundo en la candidatura provincial de AP para las elecciones de 1977. "Por supuesto que no nosialamos un rosco", sintetiza.
Compa?ero fascista
Hasta los comicios siguientes, los de 1979, Hern¨¢ndez Mancha se dedic¨® a darse a conocer y a organizar el partido en la provincia. Lo primero lo consigui¨® a trav¨¦s de un club cultural, el Juan XXII, donde el comunista Julio Anguita calmaba los ¨¢nimos de los espectadores con frases como ¨¦sta: "Incluso el compa?ero Hern¨¢ndez Mancha, que es fascista, tiene derecho a hablar. As¨ª es la democracia". Lo segundo le llev¨® m¨¢s tiempo.
En las municipales de 1979, AP de Andaluc¨ªa no consigui¨® presentar candidatos. En las generales de ese a?o, el partido redujo su presencia en las Cortes de 17 a ocho diputados.
Cuando el congreso de AP se re¨²ne en Madrid a comienzos de 1980, el ambiente es de velatorio. Fraga le ofrece la tribuna a Hern¨¢ndez Mancha en el acto de clausura para que levante los ¨¢nimos. Son sus cualidades de optimista incorregible y brillante mitinero las que despuntan por aquellos a?os. Ya era presidente de AP en Andaluc¨ªa, donde llevaba la vida que corresponde en provinicias a un abogado del Estado, no demasiado cargado de trabajo.
Como le gusta el campo, su verbo es popular y es de natural simp¨¢tico, no perd¨ªa ocasi¨®n de desplazarse a los pueblos para discutir a pie de barra, entre finos y aceitunas, las ideas con las que luego se dar¨ªa a conocer en ¨¢mbitos m¨¢s amplios: "El se?orito andaluz no existe m¨¢s que en la ficci¨®n". Los Terry, los Osborne, los Domecq, "son industriales de la bodega jerezana, con gran m¨¦rito hist¨®rico". Muchos le jaleaban, recib¨ªa palmadas, le llamaban "?Anto?ito!", y a ¨¦l le agradaba o¨ªrlo.
Su tarea de construcci¨®n de un partido inexistente en Andaluc¨ªa, llevada a cabo desde los comicios de 1979 hasta las elecciones al Parlamento aut¨®nomo andaluz de 1982, es reconocida hasta por sus peores enemigos. Partiendo de la nada, Hern¨¢ndez Mancha consigui¨® presentar candidaturas en todas las provincias andaluzas, aunque en ocasiones con m¨¦todos poco ortodoxos. "Yo ten¨ªa que sacar aquello adelante como fuera. As¨ª es que recurr¨ª a quienes conoc¨ªa en las provincias, que eran mis compa?eros de profesi¨®n. ?Qu¨¦ otra cosa pod¨ªa hacer?. Yo llamaba a Miguel Arias o a Jos¨¦ Ram¨®n del Rio, abogado del Estado en C¨¢diz, y le dec¨ªa: 'Mon, b¨²scame un estibador portuario y un maestro y los metes en la lista'. Ya s¨¦ que hab¨ªa gente que despu¨¦s no result¨® presentable, y me han criticado por eso. Pero es injusto, porque yo entonces llamaba a alguien que s¨ª me parec¨ªa presentable y le propon¨ªa encabezar la lista. Y me contestaba: 'Pero Antonio, ?qu¨¦ da?o te he hecho yo?."
El resultado fue espectacular, para lo que AP hab¨ªa sido hasta entonces: con 17 diputados, Hern¨¢ndez Mancha se convirti¨® en el portavoz del primer partido de la oposici¨®n en el Parlamento andaluz. Como pol¨ªtico regional, quedaba consagrado. Como figura populista, atra¨ªa la adhesi¨®n cada vez m¨¢s incondicinal de sus militantes.
As¨ª se demostr¨® en el congreso de AP celebrado en Barcelona, en 1984. Fue el a?o del ingreso de Miguel Herrero, y Fraga quiso reconocer con una vicepresidencia al tr¨¢nsfuga del centrismo. Hern¨¢ndez Mancha perdi¨® en el arreglo la vicepresidencia que ostentaba desde 1981. ?La raz¨®n? Seg¨²n explica hoy el afectado que "donde hay confianza..., ya se sabe". Los andaluces protestaron la decisi¨®n de Fraga, coreando el nombre de su l¨ªder al clausurarse el congreso.
Pero el a?o de 1984 fue sobre todo importante para Hern¨¢ndez Mancha por su matrimonio con Bel¨¦n Mart¨ªnez L¨®pez, una cordobesa de familia acomodada, 13 a?os m¨¢s joven que ¨¦l. Con Bel¨¦n ha tenido dos hijos y la posibilidad de cazar en el cortijo Guadalora, en Palma del R¨ªo, propiedad de sus suegros. Y sin embargo, sigui¨® diciendo: "De se?orito a caballo, nada. Yo no tengo un duro".
Pero quiz¨¢s el a?o m¨¢s decisivo para la vida pol¨ªtica de Hern¨¢ndez Mancha fue 1986. Comenz¨® con un congreso de AP en el que Fraga acept¨® que, por primera vez, la ejecutiva se eligiera mediante listas abiertas. Y ah¨ª salt¨® la sorpresa: Hern¨¢ndez Mancha result¨® el tercero m¨¢s votado, seguido de Arturo Garc¨ªa Tiz¨®n, presidente de Castilla-La Mancha, y muy por delante de muchos pesos pesados, como Alfonso Osorio o el propio Verstrynge.
Ni la votaci¨®n sirvi¨® para que Hern¨¢ndez Mancha recuperara su vicepresidencia perdida, ni los comentaristas pol¨ªticos, centrados en las heridas abiertas en AP por el debate sobre la OTAN del a?o precedente y en las tensiones que creaba la figura ascendente de Herrero, prestaron atenci¨®n al andaluz y al manchego. Pero Hern¨¢ndez Mancha y Tiz¨®n tomaron, sin duda, buena nota de que, intercambi¨¢ndose los votos de sus respectivas delegaciones, pod¨ªan tener una presencia insospechada en el partido. Tal vez por eso Fraga quiso que Hern¨¢ndez Mancha fuera candidato a diputado en Cortes en las elecciones de ese mismo a?o y ¨¦ste le respondi¨® que su presencia en Andaluc¨ªa segu¨ªa siendo imprescindible.
Cuando Fraga toc¨® techo en los comicios de junio y las huestes de ?scar Alzaga abandonaron la coalici¨®n, Alianza Popular se destap¨® como un pozo de maquinaciones. Verstrynge busc¨® el apoyo de Hern¨¢ndez Mancha para situar a Fraga como candidato a la alcald¨ªa del Ayuntamiento de Madrid, y, de hecho, el presidente andaluz fue el primero que le plante¨® la idea en p¨²blico al l¨ªder, despu¨¦s de que Osorio se la propusiera en privado.
Como Fraga, al principio, se mostr¨® receptivo, Hern¨¢ndez Mancha sigui¨® discutiendo ese verano el asunto en Marbella con Verstrynge, Camu?as, Olarra y otros. Hasta que, de pronto, se desmarc¨® del grupo y apareci¨® en televisi¨®n hablando de supuestas traiciones a Fraga. Probablemente, se hab¨ªa enterado de que ¨¦ste, desde su retiro de Perbes, recib¨ªa puntual informaci¨®n de lo hablado en cada encuentro y censuraba sin piedad a quienes se reun¨ªan con el traidor Verstrynge.
El ex secretario general y los que abandonaron el partido meses despu¨¦s no le han perdonado a Hern¨¢ndez Mancha su brusca marcha atr¨¢s, ni que se prestara a participar en una votaci¨®n a mano alzada de apoyo al presidente, que Fraga exigi¨® a la junta directiva del partido en septiem
El l¨ªder que nunca existi¨®
bre. A pesar de esa muestra de adhesi¨®n, Hern¨¢ndez Mancha no era el delf¨ªn de Fraga cuando ¨¦ste abandon¨® la presidencia in tempestivamente en diciembre Lo que ocurri¨® es que el pacto regional con Garc¨ªa Tiz¨®n funcion¨® a la perfecci¨®n para lanzarle como candidato. Luego, las maneras y el talante de Miguel Herrero de Mi?¨®n fueron decisivas para que el propio Fraga orientara a sus huestes hacia un sucesor que pudiera ser manejado y que, en ¨²ltimo extremo, no le cerrara la puerta del regreso.Una censura bochornosa
Grave error. Desde que fue elegido presidente, en febrero de 1987, Hern¨¢ndez Mancha actu¨® como si quisiera hacer tabla rasa del pasado. Plant¨® cara a los fraguistas que les hab¨ªan votado y no escuch¨® los consejos de los notables ¨¢vidos de influir en el nuevo l¨ªder.
Con todo, la presidencia Hern¨¢ndez Mancha comenz¨® con un clima de cierto optimismo, incluso para la CEOE y los banqueros. Pero eso dur¨® s¨®lo un mes. Su defensa de la moci¨®n de censura contra el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez abochorn¨® a todos. A partir de ese momento, la derecha no tuvo m¨¢s que dudas sobre la capacidad del nuevo l¨ªder.
Garc¨ªa Tiz¨®n, el nuevo secretario general, una persona mucho m¨¢s s¨®lido y consciente en su trabajo que Hern¨¢ndez Mancha, incluso seg¨²n sus enemigos, se apresur¨® a colocar en puestos claves del aparato a hombres de su regi¨®n, que los viejos militantes consideraron advenedizos. Algunos presidentes regionales empezaron a correr la voz de que Hern¨¢ndez Mancha delegaba demasiados poderes y que las secretar¨ªas dificultaban el contacto directo con ¨¦l.
Paralelamente, Hern¨¢ndez Mancha era v¨ªctima de su propia incontinencia verbal en otros terrenos. El primero en quejarse fue Felipe Gonz¨¢lez. La Moncloa hubo de rectificar el peculiar relato que el presidente de AP hizo a la Prensa de su prirmer y ¨²nico encuentro con el presidente del Gobierno, en octubre de 1987. Luego le ocurri¨® algo parecido al presidente de Banesto, Mario Conde, que ten¨ªa una buena relaci¨®n con Hern¨¢ndez Mancha desde que le ayud¨® a preparar las oposiciones de abogado del Estado. Desayun¨® con ¨¦l el 6 de abril de este a?o, y tres d¨ªas m¨¢s tarde un peri¨®dico publicaba que hab¨ªa entregado a AP 10 millones de pesetas. No hubo m¨¢s desayunos.
A primeros de mayo, le toc¨® el turno a Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas, el presidente de la CEOE. Se hab¨ªa reunido a cenar con Hern¨¢ndez Mancha y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para intentar resolver los problemas existentes entre ellos. La Prensa volvi¨® a dar cuenta de lo tratado, y Cuevas y el presidente de AP no volvieron a hablar. Con la Iglesia, no ha tenido esos problemas, ya que Hern¨¢ndez Mancha y ?ngel Suqu¨ªa ni siquiera se han visto, y no porque el arzobispo de Madrid no haya querido.
Cuentan en AP que, recientemente, cuando ya se hab¨ªan alzados voces pidiendo un cambio de equipo para abrir el partido, Gonzalo Robles, uno de los hombres que controlan el aparato, le dijo al actual presidente, en presencia de Jos¨¦ Ram¨®n del R¨ªo: "Ten en cuenta que el pr¨®ximo congreso elegir¨¢ al presidente que lleve Tiz¨®n, no al secretario general de Mancha".
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