La arrogancia de la ciencia

S¨¢bato cont¨® c¨®mo decidi¨® abandonar la f¨ªsica matem¨¢tica despu¨¦s de trabajar como asistente de un disc¨ªpulo de Einstein y de ser becado por un premio Nobel de Medicina, que le retir¨® el saludo hasta su muerte. "Fue una experiencia muy amarga, que me llev¨® a?os", se?al¨®. "Hab¨ªa estado en Par¨ªs, en el laboratorio de Curie, cuando se realiz¨® la fisi¨®n del ¨¢tomo de uranio, y entonces pens¨¦ que hab¨ªa llegado el fin de los tiempos modernos y el comienzo del apocalipsis. Fue doloroso. Me tacharon de traidor y ca¨ª enfermo. Estuve aislado en una caba?a con mi familia, durante un a?o, meditando mi determinaci¨®n".S¨¢bato no oculta su prevenci¨®n hacia los hombres de ciencia ("consideran el arte como un charlatanerismo"), que han sido capaces de inventar la bomba at¨®mica, y los responsabiliza de uno de los cr¨ªmenes m¨¢s abominables: la destrucci¨®n de Hiroshima y Nagasaki". Pero no descarta que alg¨²n d¨ªa los t¨¦cnicos tambi¨¦n pinten, como hace ¨¦l ahora, para huir de la realidad.

Lo que m¨¢s le espanta es el "arrogante poder de la ciencia", que ha llevado a "la total deshumanizaci¨®n del hombre", origen de la gran cat¨¢strofe que, en su opini¨®n, los acecha. Para ¨¦l, el colmo es Jap¨®n: "Le espera una tragedia gigantesca, una descomunal rebeli¨®n espiritual y psicol¨®gica". Seg¨²n dice, las zonas menos desarrolladas permitir¨¢n reconstrir una "humanidad a la medida del hombre".