El Madrid enigm¨¢tico
Hace muchos a?os, en el caf¨¦ de las Flores, de inmortal recuerdo, Rafael Dieste, narrador y dramaturgo gallego, me describ¨ªa un Madrid misterioso, con calles de nombres m¨¢gicos y evocadores de historias secretas. "?Conoces la calle de Dos Amigos?", me pregunt¨®. "Jam¨¢s o¨ª hablar de ella". "Est¨¢ muy cerca de la Gran V¨ªa (va de la calle de San Bernardino a la de Maestro Guerrero). Nadie sabe por qu¨¦ tiene ese nombre". Quiz¨¢ evocaba los frecuentes paseos de dos personas, y las buenas gentes del pueblo madrile?o, habituadas a su cotidiano pasar, dieron en llamarla as¨ª. Movido por la curiosidad, al d¨ªa siguiente fui hasta la de Dos Amigos, interrogu¨¦ a viejos vecinos, pero nadie supo darme el por qu¨¦ tan extra?o nombre, que a ellos mismos asombraba. Tiempo despu¨¦s, y casi por azar, pude conocer las razones de ese ins¨®lito nombre.
Calle de los Dos Amigos
A fines del siglo XIV, un hacendado que se llamaba Aparicio Quifi¨¦n pose¨ªa una finca en la fuente de Leganitos, y all¨ª construy¨® su casa-quinta, donde viv¨ªa con su mujer y ¨²nico hijo. Muere muy joven, arruinado, y esa propiedad fue adquirida por una viuda que tambi¨¦n ten¨ªa un solo hijo, llamado Gabino. Los dos ni?os se criaron juntos en la finca. Para ellos no hab¨ªa diferencias ni distingos entre lo tuyo y lo m¨ªo, com¨ªan en la misma mesa, jugaban id¨¦nticos juegos y ayudaban en el trabajo a los ancianos criados. Un buen d¨ªa, una fuerte tormenta arras¨® la huerta y destruy¨® la casa. El capell¨¢n de la iglesia los M¨¢rtires de Alcal¨¢ los llev¨® a un colegio vecino, y mientras all¨ª se educaban volvi¨® a hacer fruct¨ªferos los campos y restaur¨® la casa. Los dos amigos se separan por primera vez a consecuencia de un viaje del hijo de Aparicio Guifi¨¦n a las tierras de su padre. En el ¨ªnterin muere Gabino. Al regreso y no encontrar a su amigo, Guill¨¦n cae en profunda melancol¨ªa. Ya no volvi¨® a salir de su casa, y fallece al poco tiempo. Desde entonces, esa propiedad fue llamada "de Dos Amigos", y el mismo nombre se dio, m¨¢s tarde, a la calle. ?sta es la historia sencilla y conmovedora.
Sin embargo, el enigma subsiste. ?C¨®mo explicar la amistad profunda que les un¨ªa? ?Qu¨¦ es lo que lig¨® a esos dos seres hasta morir casi juntos? ?Puede ser la igualdad espiritual, que analiz¨® Goethe en Afinidades electivas? ?0 la diferencia de personalidad y car¨¢cter necesaria para encontrar su complemento en otro que ayuda a realizarse con plenitud? El antagonismo de los temperamentos lleva. como en las obras de Strindberg y O'Neill, a un odio profundo que estrecha todav¨ªa m¨¢s el v¨ªnculo. No lo sabemos. Sin duda, la simpat¨ªa rec¨ªproca puede crear una amistad imperecedera, como pensaba Hume, el filosof¨ªa ingl¨¦s. Tambi¨¦n el amor es un poder que crea amor, afirma Marx. La amistad sincera casi siempre es correspondida. Pero tanto la amistad como el amor son dif¨ªciles de mantener sin fisuras, porque en el transcurso de su vida los hombres cambian. Tal vez se puede guardar inc¨®lume la relaci¨®n con un amigo, aunque no se tenga nada af¨ªn con ¨¦l, s¨®lo unidos por los recuerdos comunes de la Juventud, como ciertos personajes de la novela de Proust. Y nada m¨¢s enigm¨¢tico que la atracci¨®n o repulsa que, al primer encuentro, sienten unos seres por otros. Es muy dif¨ªcil conocer el origen y razones de una s¨®lida amistad rec¨ªproca. Caben las distintas hip¨®tesis que hemos se?alado: afinidad, diferencias, aficiones comunes, temperamentos opuestos que se complementan. Pero, en definitiva, nada sabemos de verdaderamente cierto. Sin embargo, es un hecho que la amistad es necesaria, casi vital, y uno de los objetivos permanentes de nuestro Yo es encontrar Otro en quien poder confiar y abrirnos a las confesiones m¨¢s ¨ªntimas.
Recorriendo Madrid descubrimos que a¨²n quedan muchas calles con enigmas a desvelar. Entre Mes¨®n de Paredes y Embajadores est¨¢ la calle "de Dos Hermanas". ?Qui¨¦nes eran? G¨®mez de la Serna dice: "El paseo del Prado es enigm¨¢tico y reposante".
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