El doble del novelista
Los traductores han llegado a influir en el estilo de algunos nuevos narradores espa?oles
El papel de los traductores en la cultura espa?ola es tan importante, dice el novelista y traductor Enrique Murillo, que en los ¨²ltimos a?os se nota en la literatura en castellano la influencia no ya de obras originales en otros idiomas, sino de sus traducciones al espa?ol. Con la reciente aprobaci¨®n de la ley de propiedad intelectual "ocurri¨® el milagro" seg¨²n Murillo, de definir al traductor como autor de su obra, y puede percibir derechos por ella. De momento, asociaciones de editores y traductores mantienen reuniones para concretar la aplicaci¨®n de la ley.
El traductor es un profesional de las letras que tiene que cargar con el mejor humor posible con la ocurrencia de aquel italiano que un d¨ªa dijo lo de "traduttore-traditore", y tiene que convivir con el prejuicio frecuente, tambi¨¦n respecto al cr¨ªtico, de que en realidad es un escritor frustrado. Es un escritor, dicen sus defensores, pero en modo alguno frustrado. Se atribuye a Juan Benet haber dicho que la traducci¨®n es la creaci¨®n de tina obra en el idioma propio con el gui¨®n de otra obra en un idioma ajeno.Se trata de una profesi¨®n liberal, para la que no se requiere en principio m¨¢s t¨ªtulo que la competencia en el oficio. Los traductores trabajan en casa, y a veces, aislados en alg¨²n lugar remoto. Javier Mar¨ªas, novelista y traductor del ingl¨¦s, comenta que a sus clases de Teor¨ªa de la Traducci¨®n, en la facultad de Filolog¨ªa en Madrid, asisten 150 alumnos, una cifra muy alta para un curso de doctorado. (La tendencia acad¨¦mica internacional es a desgajar la traducci¨®n de la literatura y de la ling¨¹¨ªstica.) El inter¨¦s se enfr¨ªa tan pronto como los estudiantes comprenden que nadie se ha hecho rico traduciendo.
Tarifas y tedio
La diversidad de tarifas en Espa?a se corresponde con el car¨¢cter liberal del oficio. Seg¨²n Esther Ben¨ªtez, la secci¨®n de traductores de la Asociaci¨®n Colegial de Escritores (ACE), de la que es directiva, recomienda que el traductor pida 1.200 pesetas por p¨¢gina de 30 l¨ªneas, y lo mismo para cualquier idioma: pues si bien es posible que el editor tenga mayor dificultad para encontrar a un traductor del japon¨¦s que a otro del franc¨¦s, para ellos el trabajo es similar. Naturalmente, luego prima la oferta y la demanda.Los traductores reconocen que no todo el mundo cobra 1.200 pesetas y, por lo visto, hay quien se conforma con 350. ?ltimamente, dice Javier Mar¨ªas, se produce una tendencia a buscar m¨¢s traducciones t¨¦cnicas de organismos internacionales, pues las tarifas pueden doblar o triplicar las literarias. ?stas se reservan ocasionalmente para rebajar el tedio del lenguaje burocr¨¢tico.
Lo absurdo, dice Marias, es que a menudo los criterios para fijar las tarifas son exclusivamente el idioma o el g¨¦nero. Un sinsentido, dice, pues desde luego no es lo mismo traducir a Ernest Hemingway, con una sintaxis muy sencilla, que a Henry James, que en sus ¨²ltimas novelas es extraordinariamente dificil. As¨ª las cosas, ser¨¢ casi inevitable que el traductor sea mezquino con su tiempo. Por el contrario, un traductor consciente llega a mantener correspondencia con el autor. Esther Ben¨ªtez envi¨® en cierta ocasi¨®n 15 p¨¢ginas de dudas al italiano Vincenzo Consolo, un anarquista del lenguaje.
A veces no es el traductor mal pagado el que pone en riesgo la calidad, sino el editor. Se sabe de editores con prisa -para sacar un libro al tiempo que una pel¨ªcula, por ejemplo, o para aprovechar la resaca de un premio- que han encargado traducciones de trozos de libro. El novelista y traductor Mariano Antol¨ªn Rato cuenta que a ¨¦l le han ofrecido traducir un solo cap¨ªtulo.
Otras veces al editor no le queda m¨¢s remedio que encargar una traducci¨®n desde una segunda lengua, como el ingl¨¦s o el franc¨¦s, sencillamente porque no es f¨¢cil conseguir con rapidez la de la lengua original. La editorial Alcor contrat¨® el pasado marzo la novela El callej¨®n de los milagros, del egipcio Naguib Mahfuz, y pese a que pidi¨® la versi¨®n original en ¨¢rabe a la casa inglesa vendedora, ¨¦sta envi¨® la inglesa, que fue la traducida. Luego le dieron el premio Nobel a Mahfuz y se critic¨® la traducci¨®n. "No siempre se comprenden las circunstancias del editor", dice Manuel Mart¨ªnez Alsinet, editor de Alcor, que ha encargado la traducci¨®n de una trilogia de Mahfuz a un grupo de arabistas.
La ley de propiedad intelectual establece que el traductor, como creador, tiene el mismo derecho que el autor a un porcentaje sobre el precio de venta del libro. Los derechos del autor suelen ser del 10%. Los traductores, dice Esther Ben¨ªtez, aspiran a unos derechos del 5% al 7% en autores de dominio p¨²blico (que no hay que pagar derechos por ellos, como los cl¨¢sicos) y del 3% para autores vivos; de momento no pasan del 1,5% o el 2% en el mejor de los casos, y eso cuando han consiguen el porcentaje.
En Espa?a se traduce mucho (el 26,4% de los 28.912 libros publicados en 1980, el 26,8% de los 35.096 publicados en 1985, seg¨²n Esther Ben¨ªtez), pero los traductores consagrados no pasan de dos o tres docenas. Hay profesionales que tienen comprometidos libros por varios a?os, como primadonas de la ¨®pera, y en algunos casos firman tantas traducciones que tienen que recurrir al seud¨®nimo. Mas son pocos los que pueden elegir.
Babelia
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