Hablar de ETA, hablar con ETA
?sas son, en definitiva, mis dos propuestas a pesar de todo lo ocurrido hasta hoy, o quiz¨¢ precisamente por eso mismo: hablar, seguir hablando, conociendo y razonando sobre ETA y su circunstancia; es decir, no convertirlo en un tema tab¨²; y seguir hablando, dialogando, dando razones y haciendo entrar en raz¨®n a ETA. Para ello hacen falta, entre otras muchas cosas, tanto razones instrumentales como razones finalistas.Son ya sobradamente conocidas las condescendientes ir¨®nicas sonrisas, incluso las santas indignaciones y las autosuficientes indiferencias -comprensible todo ello- que tales interrelacionadas propuestas suelen en muchos provocar. Las de quienes, cansados, hartos y aburridos, llevando ya a?os y a?os en ello, reaccionan sentenciando que aqu¨ª ya no hay nada, m¨¢s que hablar ni qu¨¦ entender o razonar, que todo est¨¢ ya hablado y bien hablado y que tampoco hay nadie con quien de verdad hablar, es decir, dialogar o negociar con esperanzas y posibilidades de llegar a un modelo sensato y viable de acuerdo para lograr la paz en Euskadi y acabar de una vez por todas con la violencia, la lucha armada y el terrorismo.
Pero, por otro lado, todos -incluidos los que as¨ª dicen- saben muy bien que eso no es cierto, o que no es del todo cierto. Todos saben, sabemos, que, aunque ha habido indudables e importantes progresos en esa lucha y continuos retrocesos en la siempre escasa legitimaci¨®n de ETA, todav¨ªa falta no poco por conseguir. La soluci¨®n no es s¨®lo, no puede ser s¨®lo, junto a la acci¨®n policial, dejar pasar el tiempo, saber encajar los golpes y esperar no se sabe bien qu¨¦, Europa tal vez. Junto a ello, que implica de positivo no perder la serenidad, debe, pues, hacerse todo lo posible, incluido el oportuno di¨¢logo, para evitar a¨²n muchos sufrimientos humanos y la ca¨ªda en una larga fase final de acciones terroristas exclusivamente empujadas ya por la rabia y la desesperaci¨®n.
A mi juicio, quien debe llevar el di¨¢logo, la negociaci¨®n, es -claro est¨¢ que con todas las cautelas, exigencias y controles de fondo y de forma que sean precisos- una buena representaci¨®n en nombre del Gobierno leg¨ªtimo de la naci¨®n, apoyado en esto por la oposici¨®n, y con ¨¦l, desde luego, el Gobierno vasco y dem¨¢s partidos con representaci¨®n parlamentaria en Euskadi. De ning¨²n modo ETA debe suplantar la soberan¨ªa popular y el sufragio democr¨¢tico libremente expresado. Siempre me pareci¨® profundamente reaccionaria -como gran parte de su ideolog¨ªa-, inaceptable para un dem¨®crata, la antigua propuesta de ETA de sentarse a negociar, as¨ª, con las Fuerzas Armadas espa?olas.
El auspiciado di¨¢logo con los representantes de la Administraci¨®n, por supuesto que para nada implica dejaci¨®n ni olvido, m¨¢s bien todo lo contrario, de la legitimidad democr¨¢tica apoyada por la inmensa mayor¨ªa de los vascos y la pr¨¢ctica totalidad de los dem¨¢s espa?oles. Dialogar con ETA no supone considerar a los que hablan como dos partes iguales en cuanto a representaci¨®n ciudadana: se trata s¨®lo de encontrar soluci¨®n a un muy grave problema. Adem¨¢s de un crimen, ser¨ªa una gran torpeza, un gran error (cierto que ya han ca¨ªdo en ¨¦l otras veces), si ETA creyera que secuestrando o echando cad¨¢veres sobre la mesa de negociaci¨®n va a estar m¨¢s fuerte y en mejor posici¨®n de di¨¢logo. Por muy espa?ola que en este sentido sea ETA (en el de mantenella e no enmendalla), ser¨ªa ya excesivo que pretendiera el monopolio absoluto y exclusivo de esa espa?olidad: aqu¨ª todo el mundo tiene orgullo y lo que hay que tener.
A estas alturas, si vive en este mundo, ETA debe saber que ya no hay posibilidad alguna de desestabilizar la democracia en Espa?a, de provocar el revulsivo de una simplona negaci¨®n de la negaci¨®n; debiera saber que los muertos no son m¨¢s que muertos y que, aunque sea terrible, la gente -sin ser necesariamente c¨ªnica y ego¨ªsta- acaba acostumbr¨¢ndose a todo, acaba oyendo hablar de los muertos de ETA casi con la misma fatal mentalidad que los producidos por circunstancias tan inevitables como los accidentes de tr¨¢fico, de trabajo, o por el tabaco, las lluvias torrenciales o los desbordamientos de r¨ªos: algo natural, en suma.
En estas notas voy a limitarme a unas breves observaciones cr¨ªticas en relaci¨®n con recientes declaraciones hechas en Madrid por dos destacados dirigentes de Herri Batasuna (HB) como son Jon Id¨ªgoras y Tasio Erkizia (EL PA?S, 5 de noviembre).
Jon Id¨ªgoras asegur¨® all¨ª que tanto ¨¦l como sus compa?eros son contrarios a la violencia, pero la justifican -afirm¨®- por la "falta de cauces" para defender el proyecto pol¨ªtico de ETA. ?Qu¨¦ pensar¨ªa HB de la justificaci¨®n de la violencia invocada por quienes desde la extrema derecha pretendieran, entre otras cosas, la supresi¨®n del Estado de las autonom¨ªas, la derogaci¨®n de los estatutos regionales / nacionales y la vuelta al Estado totalitario centralista alegando "falta de cauces" para ello en la Constituci¨®n? Bueno, tal vez estuvieran, comprensivos, a favor para ver qu¨¦ sale del barullo general, de la guerra de todos contra todos, de la famosa simplificaci¨®n de la negaci¨®n de la negaci¨®n. Pienso que en esto HB, y sobre todo ETA, deber¨ªa tomar como modelo formal a los republicanos: no renuncian, ni tienen por qu¨¦, a sus ideas, a su proyecto, pero -siendo dem¨®cratas- no recurren a la violencia para imponerlo.
Luego, o antes, dichos dirigentes de FIB resumen, una vez m¨¢s, "los m¨ªnimos" de ETA para la negociaci¨®n. Esos m¨ªnimos -de muy diferente significaci¨®n, trascendencia y posibilidades de concreci¨®n, anotar¨ªa yo por mi cuenta- son, recordemos, los siguientes: "El derecho a la autodeterminaci¨®n del pueblo vasco, la unidad territorial de Euskadi sur (Navarra y Pa¨ªs Vasco), un nuevo estatuto de autonom¨ªa que permita normalizar la situaci¨®n econ¨®mica, ling¨¹¨ªstica y cultural, la amnist¨ªa, no la reinserci¨®n, y la progresiva retirada de las fuentes policiales de Euskadi y su sustituci¨®n por la polic¨ªa bajo el Gobierno nacional y vasco".
Pero tanto Id¨ªgoras como Erkizia, sin matizar, diferenciar ni, sobre todo, concretar m¨¢s en esas propuestas, concuerdan plenamente -es significativo en la total "falta de cauces" para ellas, en su car¨¢cter absolutamente "incompatible con la Constituci¨®n". Yo mismo tal vez disentir¨ªa en ¨²ltima instancia de tan estrecha e interesada interpretaci¨®n prohibitiva de la Constituci¨®n, al menos para algunos puntos y para ciertas concreciones de esos "m¨ªnimos"; adem¨¢s, olvidan, aunque por supuesto que debe ser excepcional, que es la propia Constituci¨®n la que establece en su t¨ªtulo d¨¦cimo la posibilidad de la reforma constitucional.
Sin embargo, Erkizia en todo caso se muestra tajante, como es l¨®gico, al se?alar -cito textualmente- que "ni aunque tuvi¨¦ramos la mayor¨ªa en los Parlamentos del Pa¨ªs Vasco y de Navarra podr¨ªamos conseguir la autodeterminaci¨®n que el Tribunal Constitucional", subraya ahora el legalista Erkizia, "ha declarado incompatible con la Constituci¨®n". Prefiero no pensar que de esas palabras se induce que, como no se tiene la mayor¨ªa, hay justificaci¨®n para el uso de la violencia. Pero, incluso con mayor¨ªa, en esta simulaci¨®n que parece aceptar la legitimidad de las instituciones representativas vascas, ?que pensar¨ªa, otra vez, HB de un Parlamento aut¨®nomo que, violando la Constituci¨®n, aprobara instaurar para su territorio un r¨¦gimen dictatorial o simplemente que pretendiera derogar los art¨ªculos de ella referentes a derechos fundamentales y libertades democr¨¢ticas? Es posible, ya s¨¦, que la respuesta sea "que cada cual haga lo que quiera" y que la soberan¨ªa es local o regional. Bueno, sin entrar ahora en otras cuestiones de mucho m¨¢s fondo, ?entonces -desde esas coordenadas por qu¨¦ no aceptan HB y ETA que hoy por hoy ellos s¨®lo representan el aproximadamente 15% de ese electorado y que precisamente lo que pretenden es sustituir -y adem¨¢s utilizando ETA la violencia- a la libre voluntad y a la soberan¨ªa democr¨¢tica de la inmensa mayor¨ªa de los propios vascos?
Termino haciendo observar otra contradicci¨®n fundamental de HB, aunque me temo que la encajen c¨®modamente alegando el "todo vale" de cualquier ?leg¨ªtima e irracional "dial¨¦ctica de las contradicciones": mientras ellos, lo ve¨ªamos antes, concuerdan plenamente en que el "proyecto pol¨ªtico" de ETA carece de cauces constitucionales, que es de todo punto incompatible con la Constituci¨®n; sin embargo, al propio tiempo, pretenden a toda costa forzar precisamente al Gobierno leg¨ªtimo de la naci¨®n a negociar sobre puntos y exigencias ("m¨ªnimos", adem¨¢s) contrarios a esa Constituci¨®n de la que aqu¨¦l justamente recibe su democr¨¢tica legitimidad. Sin ofender a nadie, ?no podr¨ªa alguien poner un poco de l¨®gica, de orden, de sentido com¨²n incluso, de "reconstrucci¨®n de la raz¨®n" entre las mentes de ETA y de HB? Perd¨®n si termino pareciendo profesional y presuntuoso; en todo caso, me reafirmo por donde empec¨¦: en que hay que hablar, seguir hablando y tratando de ETA; y en que hay que hablar, seguir hablando y hasta razonando con ETA.
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