Los espa?oles, secuestrados
Un observador ajeno a la vida social espa?ola que haya tenido ocasi¨®n de ver y leer lo acontecido en torno a Emiliano Revilla tras su liberaci¨®n se interrogar¨¢ con fundamento si eso corresponde en realidad al ep¨ªlogo de un secuestro.Est¨¢ claro que s¨ª se corresponde y que el secuestrado fue una persona, no gran parte de la poblaci¨®n como podr¨ªa parecer. Los acontecimientos han llevado a una identificaci¨®n generalizada del pueblo espa?ol con la v¨ªctima. De hecho, se ha producido un fen¨®meno de imitaci¨®n y contagio por parte de la poblaci¨®n de la euforia Manifestada por Revilla tras su liberaci¨®n. Esto nos permitir¨¢ analizar el trasvase del s¨ªndrome de Estocolmo de Emiliano Revilla a los espa?oles.
En el se?or Revilla el alcance de tal s¨ªndrome no llega a la identificaci¨®n ideol¨®gica con los terroristas, pero s¨ª a la aproximaci¨®n afectiva y a la adaptaci¨®n y aceptaci¨®n de los procedimientos y autoridad de sus raptores. S¨ª se produjo en el secuestrado un cambio en sus fuentes de autoridad: mientras dur¨® el secuestro, abandon¨® su c¨®digo ¨¦tico y normativo personal para adecuarse al de los etarras. El haberse mantenido firme en sus posiciones le hubiera llevado a una situaci¨®n de desacuerdo y confrontaci¨®n con sus raptores que hubiera impedido el desarrollo arm¨®nico del secuestro, con el consiguiente mayor desgaste psicol¨®gico para ¨¦l. Ahora que ya ha recuperado su libertad de actuaci¨®n se halla en la contradicci¨®n de tener que cumplir unos supuestos compromisos adquiridos bajo el c¨®digo etarra. Pero "los compromisos son los compromisos" y el miedo los respalda.
Tras la liberaci¨®n, Revilla transfiri¨® su euforia a su familia, allegados y periodistas, quienes a su vez la transmitieron a la poblaci¨®n. Los hechos fueron extensa y minuciosamente narrados con sobrecarga emocional abundante y fueron recibidos por la poblaci¨®n, en identificaci¨®n emotivo-afectiva con la v¨ªctima y su familia, como la satisfacci¨®n de una necesidad y una expectativa creadas hac¨ªa ocho meses y mantenidas como una herida abierta desde entonces.
Acercamiento popular
A trav¨¦s de esta larga espera se fue forjando ya el acercamiento del pueblo a las circunstancias de la v¨ªctima. Hubo muchos elementos que cooperaron a ello: fue el secuestro que moviliz¨® a m¨¢s gente durante m¨¢s tiempo, tuvo un elevado seguimiento informativo por la importancia de los hechos que lo rodearon y adem¨¢s cont¨® con la participaci¨®n directa de muchos ciudadanos, manifest¨¢ndose en la calle o a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Cont¨® tambi¨¦n con el significado especial de aglutinar a todo un pueblo (Olvega) como el de Fuenteovejuna. Otros ciudadanos esperaron en silencio y casi todos hicimos apuestas verbales sobre el estado de salud en el que se hallar¨ªa el secuestrado, inclin¨¢ndose la balanza en favor de los pesimistas.
Con la liberaci¨®n del se?or Revilla se nos cerr¨® a los ciudadanos esa herida abierta y all¨ª donde antes sent¨ªamos dolor ahora sentimos s¨®lo felicidad. Lo grave de este sentimiento de felicidad es que obnubile la realidad del dolor anterior de este mismo secuestro, el asesinato de otro ciudadano la misma ma?ana de la liberaci¨®n y toda la cadena sanguinaria de los borrachos de la metralleta.
La banda terrorista prepar¨® su estrategia para obtener dos victorias: la econ¨®mica y la publicitaria. Para esta ¨²ltima, ofrecieron al se?or Revilla, dentro de los l¨ªmites del secuestro, un trato humano y cort¨¦s, incluyendo algunas guindas denotadoras del cuidado de la imagen: jugar a cartas con ¨¦l, informarle de la marcha de las negociaciones, darle comida a la carta, celebrar su cumplea?os, comprarle traje y camisa nuevos, liberarlo dos d¨ªas antes de lo previsto, regalarle la famosa tarta, dejarlo desatado cerca de su casa, etc¨¦tera.
Canto a la alegr¨ªa
Esta operaci¨®n est¨¦tica, junto a la euforia contagiosa del se?or Revilla y al ansia de la poblaci¨®n por cerrar la herida abierta, hicieron de los d¨ªas siguientes a la liberaci¨®n un canto a la alegr¨ªa un tanto desproporcionado. Se ha producido una distorsi¨®n de la percepci¨®n en los ciudadanos consistente en tomar una parte (la liberaci¨®n) por el todo (el secuestro de principio a fin) que facilit¨® el denominado efecto de recencia, seg¨²n el cual tendemos a impactarnos m¨¢s por la ¨²ltima parte y resaltarla en la valoraci¨®n cualitativa de la totalidad del mensaje (secuestro).
En este secuestro ETA apret¨® pero no ahog¨®. Al final todos parec¨ªamos volver a poder respirar. Los etarras aprovecharon que respir¨¢bamos y trag¨¢bamos mejor para ofrecernos negociar. Pero no quieren negociar con nosotros, el pueblo llano al que asesinan, sino con el Gobierno. Es el gusto por la autoridad, la megaloman¨ªa: en el fondo de su delirio onmipotente ellos quisieran negociar directamente con Dios, porque creen que su lucha es como la de Jesucristo por la liberaci¨®n del pueblo. Por eso se colocan a su altura, adue?¨¢ndose de las funciones a ¨¦l atribuidas de premiar a los buenos y castigar a los malos. Idealizan ser los verdugos del Juicio Final. A la familia Revilla la han premiado por su riqueza y obediencia, perdonando la vida a don Emiliano. "El poder de los grupos totalitarios no es en ninguna parte tan evidente como en su capacidad de perdonar", afirma al respecto R. J. Lifton.
Al contrario de lo que afirmaba la ministra portavoz del Gobierno, s¨ª creo que los terroristas act¨²an con una l¨®gica, la l¨®gica de imponer la ley de la fuerza para luego solicitar la ley de la raz¨®n. Por eso es importante no mezclar y confundir lo que hacen con lo que dicen y valorar sus hechos en toda dimensi¨®n, no s¨®lo en sus guindas est¨¦ticas. No pueden ser m¨¢s importantes sus comunicados que sus asesinatos.
Para terminar, apunto un an¨¢lisis secuencial de la repercusi¨®n informativo-publicitaria sobre la poblaci¨®n que suele conllevar todo secuestro: cuando se produce, los ataques y las iras se dirigen a la banda terrorista; en su transcurso se dirigen a la inoperancia de las fuerzas de seguridad, y en su final, quien realice la liberaci¨®n se lleva el ¨¦xito y la otra parte el fracaso.
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