Amor adulto
Joan Sutherland hizo su primera gran Luc¨ªa en 1959, en una producci¨®n de Zeffirelli para el Covent Garden. Dos a?os m¨¢s tarde repiti¨® en la Scala y el Metropolitan y qued¨® autom¨¢ticamente inscrita -con la Callas, gran redescubridora del papel en clave dram¨¢tica- en el registro de oro de las int¨¦rpretes del personaje a lo largo del presente siglo. Queden consignados estos conocid¨ªsimos datos biogr¨¢ficos para evitar cualquier comentario sobre la edad de la cantante.Aqu¨ª interesa destacar algo m¨¢s po¨¦tico, como es esa perfecta simbiosis que establece la Sutherland con su marido, el director Richard Bonyrige, ese largu¨ªsimo acto de amor adulto entre foso y tablas que s¨®lo llega cuando los desordenados -y adorables- ardores juveniles han cedido el paso a la experiencia, a la inteligencia, a la consciente b¨²squeda del placer. Lo importante no es llegar, llegar al gran aplauso, se entiende: ¨¦ste lo ha tenido Joan Sutherland, un¨¢nime, desde hace mucho tiempo. Lo que ahora cuenta es el viaje, y m¨¢s a¨²n los preparativos que lo preceden: lo importante es esa pausa, esa suspensi¨®n prevista, pactada, acariciada largamente, que llega cuando Raimondo, antes de la gran scena de la locura, dice simplemente: "Eccola!" ("?Hela aqu¨ª!"). Y quien aparece no es Luc¨ªa, sino la Sutherland: tiene todo el derecho, despu¨¦s haber dado lo que ha dado a la l¨ªrica.
Lucia di Lammermoor
De Gaetano Donizetti sobre un libreto de Salvatore Cammarano. Principales int¨¦rpretes: Vicen? Sardinero, Joan Sutherland, Alfredo Kraus, Josep Ruiz, Harry Dworchak, Mar¨ªa Angels Sarroca y Alfredo Heilboron. Direcci¨®n esc¨¦nica: Vittorio Patan¨¦. Producci¨®n: Gran Teatro del Liceo. Orquesta sinf¨®nica y coro dirigidos por Richard Bonynge. Barcelona, Gran Teatro del Liceo, 21 de noviembre.
Compromiso con la partitura
Lo bonito es, ahora, ver el compromiso que la soprano establece con la partitura, la sutil negocia ci¨®n con los abbellimenti, el equilibrio dentro de la locura: si los agudos no ser¨¢n los de antes -tampoco en el pasado fueron el aspecto mejor de su interpretaci¨®n-, si el vibrato se ha ensanchado, en cambio, en el registro medio y grave puede hacer gala de una endiablada capacidad para el matiz, el detalle peque?o la declaraci¨®n de intenciones por ejemplo, cuando tiene la espeluznante visi¨®n del fantasma. A la Sutherland no le hace falta partirse el pecho ah¨ª, en la zona grave de la tesitura, como hacen tantas colegas suyas, le basta con decirlo a media voz, simplemente; la orquesta, galante y puntual mente, infundir¨¢ al momento el pavor y la fuerza que la voz elegantemente apunta.En una palabra, lo bonito es escuchar c¨®mo se construye el personaje, c¨®mo, de ese acto de amor, nace una criatura que no est¨¢ sobre la escena -eso la Sutherland lo sabe de sobras-, sino que ha de surgir en la mente y el coraz¨®n de cada uno de los espectadores. Y no es posible hacer caso omiso de esta solicitud: o se acepta o se rompe la baraja, reclamando una soprano de cintura estrecha, con 30 a?os menos.
El caso Kraus reclama otro comentario: el personaje de Edgardo es directa emanaci¨®n de su incre¨ªble frescura de voz, que luci¨® en una de sus mejores interpretaciones de los ¨²ltimos a?os en el teatro barcelon¨¦s. Este hombre es un misterio; ?c¨®mo en fr¨ªo es capaz de sacar esa aria inicial del acto primero? ?C¨®mo se mantiene igualmente fresco, al final, cuando le llega el turno de Tombe degli avi miei y aun de Tu che a Dio spiegasti l'ali? L¨ªnea de voz y l¨ªnea f¨ªsica en mefistof¨¦lica simbiosis. Ejercicio y vida sana, dice ¨¦l. La duda es si Edgardo le merece: vaciado por Luc¨ªa, a Donizetti le qued¨® un personaje considerablemente llano, mero ap¨¦ndice de la protagonista. Hay, sin embargo, un momento en que se rescata: durante el d¨²o Verrano a te sull'aure.
A Vicen? Sardinero se le oy¨® un tanto apagado en el papel de Enrico, que, con todo, resolvi¨® sin problemas; buen trabajo del resto del reparto: convincente Raimondo de Harry Dworchak, correcta Alisa de Maria Angels Sarroca, plausible Normanno de Alfredo Heilbron, notable Arturo de Josep Ruiz (a ver cu¨¢ndo le escuchamos en un papel de mayor envergadura). El coro, mejor en conjunto (Per te immenso giubilo), que cuando aparecen los hombres por separado.
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