'Asuntos menores'
CUANDO HACE algunos a?os saltaron a la luz algunas irregularidades relacionadas con la concesi¨®n de administraciones de loter¨ªa a personas pr¨®ximas a militantes socialistas, desde los aleda?os del poder se ironiz¨® sobre lo acertada que deb¨ªa ser su pol¨ªtica para que tanto la oposici¨®n como la Prensa tuvieran que recurrir a un asunto menor para atacar al PSOE. A la iron¨ªa se a?ad¨ªa la siguiente reflexi¨®n: antes, las loter¨ªas se conced¨ªan simplemente a dedo, y nadie protestaba; ahora se ha racionalizado el sistema, y ha bastado con que se registren peque?as irregularidades para que el asunto se convierta en un esc¨¢ndalo nacional.El que este rasgar de vestiduras se haya producido preferentemente en quienes han mirado a otra parte ante esc¨¢ndalos m¨¢s importantes parece tranquilizar, tanto como despistar, a los socialistas sobre lo que de verdad est¨¢ pasando: junto a los gesticuladores hip¨®critas hay otros ciudadanos, que nada tienen que ver con aqu¨¦llos y que, aunque no gritan (todav¨ªa), consideran igualmente indigno lo que est¨¢n viendo. A saber: la adaptaci¨®n creciente, y sin apenas resistencias, de algunos pol¨ªticos y administradores a pautas de comportamiento que fueron consideradas inaceptables cuando ellos estaban en la clandestinidad o en la oposici¨®n.
Asuntos como el de la ropa de la directora general de Televisi¨®n Espa?ola o el piano del ministro de Defensa pueden ser el chocolate del loro si se comparan con las cifras bimillonarias de los presupuestos generales del Estado sobre las que muy pocos diputados o senadores de la oposici¨®n hacen preguntas.
Otras experiencias de Gobiernos socialdem¨®cratas -pongamos Suecia- indican que no es inevitable que la continuidad del Estado exija la continuidad en los usos de sus administradores. ?En funci¨®n de qu¨¦ criterio y con arreglo a qu¨¦ norma escrita los servidores p¨²blicos, a partir de un impreciso nivel del escalaf¨®n, han de tener derecho a ingresar su n¨®mina en el banco, d¨¢ndose por supuesto que todos sus gastos corrientes, incluido a veces el alquiler de la vivienda, han de ser costeados por los contribuyentes? ?D¨®nde se justifica que el tiempo de cualquier director general o asesor de consejero auton¨®mico sea tan valioso que haya de recurrir a coche oficial con ch¨®fer para evitarse el engorro de encontrar plaza para aparcar como los dem¨¢s ciudadanos?
La imagen de picaresca y descontrolado despilfarro ofrecido por numerosos pol¨ªticos y altos funcionarios es incompatible con el mensaje seg¨²n el cual el cambio significaba tambi¨¦n una manera diferente de comportamiento personal de los cargos p¨²blicos. Especialmente cuando se est¨¢ pidiendo austeridad a la sociedad y se admite que la eficacia tecnocr¨¢tica no basta para legitimar una pol¨ªtica. Desprenderse de un exceso de ganga doctrinaria no implica que haya que prescindir de la moral que un d¨ªa alent¨® en el proyecto que llev¨® a los socialistas al poder.
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