?Una soluci¨®n europea para el caso yugoslavo?
?stos son los datos esenciales de la crisis que sacude a Yugoslavia: una inflaci¨®n que ronda el 200% (167% en 1987), disminuci¨®n en t¨¦rminos reales del producto nacional bruto, una deuda externa que ronda los 20.000 millones de d¨®lares, conflictos ¨¦tnicos abiertos (Kosovo), tensiones nacionalistas en Serbia y en Eslovenia, desempleo creciente (en torno al 25%), emigraci¨®n de cerebros (m¨¢s de 40.000 en los ¨²ltimos cuatro a?os), envejecimiento tecnol¨®gico estructural del sistema industrial.El significado negativo de estos datos puede verse mitigado por m¨²ltiples consideraciones positivas: la econom¨ªa sumergida tiene una vitalidad muy superior a lo que reflejan las estad¨ªsticas oficiales, el desarrollo de los a?os sesenta y setenta ha modernizado estructuralmente las ¨¢reas m¨¢s importantes del pa¨ªs (Eslovenia, Croacia, Serbia), una burgues¨ªa productiva de tipo occidental y ya consolidada, las elites emergentes son capaces y conscientes de los problemas actuales y en perspectiva. Sin embargo, esto sirve tan s¨®lo para darle una estabilidad contingente a Yugoslavia en crisis.
Sin cambios sustanciales internos y de posicionamiento internacional, Yugoslavia corre el riesgo de caer en el subdesarrollo end¨¦mico y de sufrir un proceso de libanizaci¨®n, desestabilizando as¨ª la ya delicada ¨¢rea balc¨¢nica y el proceso general de integraci¨®n europea en su movimiento hacia el Este.
?Qu¨¦ debe cambiar en Yugoslavia? ?Qu¨¦ deben hacer los europeos occidentales?
Panorama desastroso
La principal causa interna de la crisis econ¨®mica yugoslava la constituye su orden pol¨ªticoinstitucional. En t¨¦rminos generales, se trata de un mecanismo extremadamente complicado que pretende conciliar la l¨®gica colectivista del Estado socialista con los requisitos de autonom¨ªa y descentralizaci¨®n del modelo de libre mercado.
Por un lado -a partir de la Constituci¨®n de 1953-, la propiedad de los medios de producci¨®n en Yugoslavia no est¨¢ concentrada en el Estado, sino distribuida como propiedad social autogestionada; por otro lado, los v¨ªnculos colectivistas y de compensaci¨®n de la propia propiedad social impiden a las empresas regirse por los criterios de la b¨²squeda del beneficio y de su reinversi¨®n.
Adem¨¢s, la dependencia de las burocracias locales del partido ensombrece a¨²n m¨¢s este panorama, transform¨¢ndolo en un verdadero desastre.
El modelo econ¨®mico de Yugoslavia, por tanto, es un compromiso entre el socialismo y el capitalismo que no admite reformas, sino tan s¨®lo cambios radicales.
Las nuevas elites pol¨ªticas de orientaci¨®n tecnocr¨¢tica en Yugoslavia son perfectamente conscientes de que la ¨²nica soluci¨®n a los problemas del pa¨ªs pasa por una reforma del libre mercado y por la perspectiva de su incorporaci¨®n a la Comunidad Europea. De hecho, la nueva reforma econ¨®mica y la nueva Constituci¨®n que se est¨¢ elaborando en Beigrado se orientan expl¨ªcitamente en este sentido. Sin embargo, este esfuerzo reformista tiende a permanecer vinculado al intento de salvar la estructura tradicional del comunismo yugoslavo, si bien dentro de la tendencia hacia la organizaci¨®n de estructuras de libre mercado.
Da la impresi¨®n, en resu¨ªnen, que si bien los yugoslavos saben qu¨¦ cosas han de cambiar, el nuevo liderazgo pos Tito no tiene fuerza suficiente para pilotar el cambio tan radicalmente como lo exige la situaci¨®n de emergencia que atraviesa el pa¨ªs. Esta fuerza s¨®lo puede llegar desde el exter¨ªor. Es Europa la que debe exigir a Yugoslavia que aclare los t¨¦rminos de una futura cooptaci¨®n. De hecho, Yugoslavia puede entrar en Europa s¨®lo si:
- Abandona la ambig¨¹edad del mecanismo de autogesti¨®n y purifica la propiedad privada o la autonom¨ªa de las empresas.
- Abandona la representaci¨®n ¨²nica por naciones a nivel federal e institucionaliza la representaci¨®n proporcional (es decir, un Parlamento constituido por una C¨¢mara de los elegidos sobre una base proporcional y un Senado que represente b¨¢sicamente las naciones, garantizando as¨ª el equilibrio).
- Abandona el sistema de partido ¨²nico en favor del pluralismo pol¨ªtico.
- Garantiza de hecho los derechos y las libertades civiles.
A cambio, la Comunidad Europea podr¨ªa generar un plan especial capaz de apoyar econ¨®rnicamente la transici¨®n de Yugoslavia hacia la democracia. El cambio, no obstante, no puede ser del todo traum¨¢tico: el actual sistema no est¨¢ defendido tan s¨®lo por la burocracia del partido comunista (complicada con el separatismo burocr¨¢tico de las autonom¨ªas nacionales), sino por los obreros que prefieron el "poco, pero seguro" al "mejor, pero incierto" y por los ciudadanos de las rep¨²blicas del sur subdesarrollado, acostumbrados a un r¨¦gimen asistencial de la m¨ªnima super vivencia. Las ayudas a esta categor¨ªa social deben mantenerse, pero orientadas hac¨ªa el proyecto de cambio. El volumen de los recursos necesarios para dar este paso en t¨¦rminos de un nuevo Plan Marshall (que Yugoslavia, por otra parte, rehus¨® en 1947) es tal que s¨®lo est¨¢ al alcance de toda Europa.
?Pero puede Europa occidental dar estos pasos pol¨ªticos y econ¨®micos? Proponer a Yugoslavia este tipo de ayuda con la perspectiva de una admisi¨®n en la Comunidad Europa significa lanzar un mensaje impl¨ªcito a Mosc¨² y Washington de que Europa asume la naturaleza de sujeto pol¨ªtico internacional fuerte. Significa, concretamente, que la propia Europa se siente capaz de superar Yalta y prepararse para la gran unificaci¨®n.
Hoy por hoy es dif¨ªcil valorar si los europeos est¨¢n ya dispuestos a dar este salto. Los pa¨ªses de la Comunidad est¨¢n concentrados en sus problemas de modernizaci¨®n de sus es tructuras internas con vistas a 1992 y a¨²n parece algo de ficci¨®n cient¨ªfica pensar en una Europa pol¨ªtica.
Sin embargo, es preciso con s¨ªderar que la ampliaci¨®n de la Comunidad Europa deber¨¢ asumir forzosamente un perfil pol¨ªtico m¨¢s alto. La pr¨®xima incorporaci¨®n de Austria, por ejemplo, significa de hecho el fin de la neutralidad dictada para ese pa¨ªs en los tiempos de Yalta. El actual r¨¦gimen econ¨®mico de la Comunidad con pa¨ªses como Hungr¨ªa, Polonia, la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana y Turqu¨ªa es ya, de hecho, una preincorporaci¨®n al r¨¦gimen econ¨®mico pol¨ªtico europeo.
Ingreso 'natural' en la CE
El punto m¨¢s delicado de todo este proceso es que ninguno de estos -y de los restantes pa¨ªses europeos est¨¢ en disposici¨®n de cambiar por s¨ª solo la propia estructura pol¨ªtica y econ¨®mica para poder ser admitido con naturalidad en la Comunidad (como ocurrir¨¢, en cambio, en cinco o siete a?os, con Suecia, Noruega y, quiz¨¢, Finlandia y Suiza). Estos pa¨ªses vinculados al subdesarrollo y al estatalismo comunista necesitan, sin duda alguna, recibir un impulso directo, una relaci¨®n de cambios necesarios, una garant¨ªa bien de apoyo econ¨®mico sostenido bien de defensa pol¨ªtica. Es decir, necesitan que Europa les haga una oferta pol¨ªtica. Yugoslavia es el primer banco de pruebas para esta nueva responsabilidad de Europa: sin una intervenci¨®n directa y valiente, el Este y el Sureste est¨¢n condenados al subdesarrollo y al conflicto. Pero tambi¨¦n constituye un experimento para un futuro no muy lejano cuando el enemigo de ayer, el imperio sovi¨¦tico, en decadencia, se convertir¨¢ en la nueva Rusia que de ber¨¢ formar parte de la Europa del futuro.
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