Una apuesta razonable

El primer ministro canadiense, Mulroney, ha ganado unas elecciones importantes para su pa¨ªs. Victoria dif¨ªcil, pero victoria hist¨®rica. Al principio hubo mil y un rumores de esc¨¢ndalos y la dimisi¨®n de siete ministros. Despu¨¦s, la incapacidad del Gobierno de movilizar al electorado. Y por fin, la campa?a agresiva de los liberales, que jugaba con el nacionalismo frente al acuerdo econ¨®mico firmado por los conservadores con el vecino invasor y con la que ganaron el terreno perdido en los sondeos. Al hacer de estas elecciones un refer¨¦ndum sobre el acuerdo con EE UU, los liberales esperaban aprovecharse de reflejos apasionados y de quejas. Evidentemente, Canad¨¢ ha preferido la v¨ªa de una cierta raz¨®n. La apuesta que ha hecho Canad¨¢ tiene una ventaja: la introducci¨®n de la competencia en una econom¨ªa que ha evolucionado mucho en 20 a?os y que es miembro del Grupo de los Siete. Otra ventaja del tratado: la creaci¨®n de un tribunal de arbitraje que decidir¨¢ si ciertas medidas son o no anormalmente proteccionistas. Y que EE UU ha demostrado en numerosas ocasiones la brutalidad con la que act¨²a, la promesa de este tribunal constituye un progreso. Distintos sectores econ¨®micos canadienses van a sufrir la dura competencia con el poderoso vecino. Mulroney declar¨® que los poderes p¨²blicos se har¨ªan cargo de los problemas de adaptaci¨®n. Deber¨¢ probar que sabe mantener su palabra. Ya que para algunos la prueba va a ser dura. 23 de noviembre