Por el inter¨¦s com¨²n
EL PRESIDENTE Mitterrand ha reiterado a Felipe Gonz¨¢lez la voluntad francesa de reforzar su colaboraci¨®n en la lucha contra la organizaci¨®n terrorista ETA, que sigue utilizando el pa¨ªs vecino -aunque ahora sin las facilidades de anta?o- como base de operaciones. La captura, por dos veces, de parte del rescate satisfecho por la familia Revilla en territorio franc¨¦s ha vuelto a poner de manifiesto esa realidad.La colaboraci¨®n de las autoridades galas ha propiciado golpes muy importantes contra las finanzas, infraestructura y personal de ETA en el sur de Francia, obligando a su direcci¨®n a entrar en la clandestinidad. Ello ha debilitado a los terroristas, que no disponen ya de la libertad de movimientos de que gozaron hasta fecha relativamente reciente. Pero sigue siendo cierto que la capacidad mort¨ªfera de ETA depende de manera decisiva de la posibilidad de mantener lejos del alcance de las fuerzas de seguridad espa?olas un santuario en el que planificar sus atentados y acoger a los activistas tras sus fechor¨ªas.
La colaboraci¨®n antiterrorista, aunque desbloqueada en tiempos del Gobierno presidido por el socialista Fabius, no se mostr¨® realmente eficaz sino con posterioridad al triunfo electoral del centro-derecha encabezado por Chirac. Ello se debi¨® fundamentalmente a que, tras la oleada de atentados producida en, Francia en 1985, la lucha antiterrorista, incluyendo la colaboraci¨®n internacional contra esta plaga, formaba parte fundamental del programa de los conservadores. No se trataba, por tanto, de una colaboraci¨®n supeditada o condicionada por acuerdos en otros terrenos (econ¨®micos, por ejemplo), sino por intereses propios de la coalici¨®n gobernante. Los socialistas, entonces en la oposici¨®n, se mostraron reticentes con algunas de las medidas adoptadas por Chirac, y en particular con la pol¨ªtica de entrega de activistas o ex activistas por el llamado procedimiento de urgencia.
El regreso de los socialistas al Gobierno franc¨¦s hizo que aquellas reticencias se disolvieran, al menos en el terreno te¨®rico. En el pr¨¢ctico, sin embargo, la cooperaci¨®n antiterrorista ocupa un lugar muy secundario entre las prioridades de las fuerzas de seguridad francesas, lo que explica que la direcci¨®n de ETA haya podido seguir organizando atentados como el de esta semana en Madrid. C¨ªrculos influyentes del pa¨ªs vecino utilizan el argumento de que, siendo ETA un problema fundamentalmente pol¨ªtico y sustancialmente planteado en Espa?a, correspond¨ªa al Gobierno de Madrid la responsabilidad de dar con las salidas pol¨ªticas requeridas. Sin negar la parte de raz¨®n que, en t¨¦rminos generales, puede atribuirse al argumento, resulta poco solvente si descendemos al terreno concreto. Por una parte, la eficacia terrorista -y no s¨®lo en el caso de ETA- depende en gran parte de la existencia de fronteras que permitan a los activistas ponerse a resguardo, lo que implica, como un principio general, una estrategia internacional para hacerle frente. Y por otra, en la situaci¨®n actual de creciente aislamiento y debilidad pol¨ªtica de ETA en el Pa¨ªs Vasco, la captura de su c¨²pula dirigente ser¨ªa condici¨®n necesaria para forzar a los terroristas a entrar en la v¨ªa del di¨¢logo en los t¨¦rminos definidos por los partidos democr¨¢ticos de Euskadi.
De ah¨ª que asista la raz¨®n al Gobierno espa?ol cuando considera que la cooperaci¨®n podr¨ªa hacerse m¨¢s eficaz, sin que resulte decente supeditarla a la adquisici¨®n o no de determinadas locomotoras. El funcionario franc¨¦s que se permiti¨® calificar de "gesto inamistoso" la mera posibilidad de que Espa?a no adquiriera el tren franc¨¦s de alta velocidad -obligando al Ministerio galo de Asuntos Exteriores a una rectificaci¨®n- demostr¨® escasa perspicacia y ninguna sensibilidad democr¨¢tica. Pero no menos insensato ser¨ªa que, cegados por la ira provocada por el sangriento atentado del martes, los ciudadanos espa?oles recurrieran al viejo vicio nacional de otorgar a los vecinos del Norte la condici¨®n de chivo expiatorio de nuestras desgracias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.