Amores terroristas

Las c¨¢rceles italianas han sido escenario de varias bodas entre miembros de las Brigadas Rojas, y en ellas hasta han nacido hijos de estos matrimonios. Pero ahora, por vez primera, los contrayentes son un terrorista negro y una brigadista roja. Dos personajes igualmente duros en la lucha armada de ayer, pero de orillas opuestas ideol¨®gicamente.

El negro es Sergio Calore, 31 a?os, ide¨®logo del terrorismo neofascista, terrorista de los N¨²cleos Armados Revolucionarios (NAR), el brazo militar de la ultraderecha fascista. Es un arrepentido procesado por la matanza de la estaci¨®n de Bolonia, donde el 2 de agosto de 1981 murieron 81 personas a consecuencia de la explosi¨®n de una bomba.Ella es Emilia L¨ªbera, de 29 a?os, conocida como La Pasionaria de la columna romana de las Brigadas Rojas. Es enfermera y est¨¢ acusada de haber participado en varios asesinatos y en el secuestro del general norteamericano James Dozier. Emilia era una de las pocas brigadistas que ni en la c¨¢rcel ni antes se hab¨ªa decidido a escoger el camino del amor oficializado. No le gustaban, al parecer, ni los compa?eros todo acci¨®n y pistolas ni los dedicados exclusivamente a tareas intelectuales, los ide¨®logos.

Parece ser que con Sergio, con quien contraer¨¢ matrimonio en los pr¨®ximos d¨ªas en un pueblo desconocido, gracias a un permiso especial, ha conseguido conjugar la s¨ªntesis que buscaba: un hombre mezcla de activista (dirig¨ªa pistola en mano las acciones terroristas) e intelectual, que una vez escribi¨® en la revista del te¨®rico Paolo Signorelli: "El terrorismo no es m¨¢s que el avi¨®n de combate de los pobres".

Pero ?y el hecho de que su futuro marido haya militado toda la vida en la otra orilla, en el terrorismo negro de la extrema derecha? Son los misterios insondables, se dice, del coraz¨®n, que no suelen seguir la l¨ªnea recta de la l¨®gica cartesiana.

Aunque hay quien asegura que existe una explicaci¨®n m¨¢s tangible. Sergio y Emilia se conoc¨ªan al principio s¨®lo a trav¨¦s de los peri¨®dicos, cuando aparec¨ªan en las primeras p¨¢ginas de los diarios como exponentes de los llamados extremos opuestos.

Despu¨¦s, Sergio empez¨® a cambiar en la soledad de la celda de m¨¢xima seguridad. Comenz¨® a colaborar con los jueces, a estudiar filosof¨ªa y literatura y acab¨® conquist¨¢ndose entre los detenidos fama de sabio. Y ello atiz¨® quiz¨¢ m¨¢s el fuego de la curiosidad de Emilia. Pero el empuj¨®n decisivo fue probablemente el a?o pasado, cuando se produjo la dram¨¢tica inundaci¨®n en Valtellina, en la cual los padres de la brigadista roja figiararon en la lista de los desaparecidos. Fue el momento en que el arrepentido terrorista fascista aprovech¨® para demostrarle a su rival pol¨ªtica, en la soledad de la c¨¢rcel, su solidaridad. Y as¨ª Emilia se sinti¨® menos sola en su doble y repentina orfandad.