Madrid, ?demoniaco?
Entre juego y juego de ni?os, nos par¨¢bamos a mirar el ?ngel ca¨ªdo que parece abandonar voluntariamente el cielo para venir a la tierra, pero se nos dec¨ªa: "?Es Lucifer!", y continu¨¢bamos nuestras correr¨ªas por el Retiro sin comprender la diferencia. "Madrid es la ¨²nica ciudad del mundo que tiene una estatua al demonio", me dec¨ªa Jos¨¦ Bergam¨ªn, en una de nuestras habituales comidas en el restaurante Schotis, y a?ad¨ªa sonriendo: "Pronto elevar¨¢n una estatua del Rojo, que es el verdadero diablo para la derecha espa?ola". Quiz¨¢ por ello, cuando era director de Cruz y Raya, escribi¨® 'La importancia del demonio', un ensayo revolucionario de teolog¨ªa o dial¨¦ctica positiva. Recordando esta conversaci¨®n con Bergam¨ªn, me sent¨¦ a mirar la estatua del ?ngel ca¨ªdo, que est¨¢ en el centro de una plazuela al final del paseo de Coches del Retiro. Es la figura de un adolescente sentado en una roca, los cabellos al viento y la boca abierta como para exhalar un grito. Su cuerpo lo rodea una serpiente, y bajo sus pies hay rostros demoniacos con ojos saltones, desmesurados. Sin embargo, esta figura no tiene nada de sat¨¢nico, y no es de extra?ar que su diab¨®lica presencia permanezca hasta ignorada. Es de una inocencia tan angelical el demonio madrile?o que no nos damos cuenta del terrible maleficio que simboliza. "El demonio est¨¢ en todas partes, amanece cada ma?ana con la luz solar" (Bergam¨ªn). De aqu¨ª dimana la potencia del demonio que impide ocultarnos. Vivimos en un mundo de tinieblas luminosas, que es tambi¨¦n el suyo, aunque sea una mera sombra divina. Si nos aferramos a la pura materia, nos hacemos conformistas, pragm¨¢ticos, y aceptaremos el mundo tal cual es, sin desear modificarlo. Pero el Angel del Retiro est¨¢ ah¨ª para recordarnos que su ca¨ªda en el abismo del propio fuego que consume tambi¨¦n puede ser la nuestra. Explica Schelling en su obra Satanalog¨ªa que el demonio es la violencia, el ego¨ªsmo, el fondo oscuro de nuestra personalidad, pero estas energ¨ªas poderosas impulsan a la b¨²squeda del bien, inducen a la luz, a la armon¨ªa racional. El demonio es el principio esencial de la negatividad, la voluntad de no ser o la nada misma. Hay que condenar y desechar toda realidad que se ha corrompido. Esta seriedad demoniaca de lo negativo le hizo decir a Hegel: "Lo mejor que puede hacer un ni?o con sus juguetes es romperlos". Y constituye el mayor elogio de la labor destructora del ?ngel ca¨ªdo. "Yo soy aquel que neg¨¢ndolo todo, todo lo afirma", dice el Mefist¨®feles de Goethe. Pero Fausto lo gu¨ªa y lleva a buen puerto, porque el satanismo como impulso aniquilador sin un fin creativo es puro fascismo. A trav¨¦s del demonio se cumple la voluntad de Dios, o se realiza la raz¨®n hist¨®rica. Ahora bien, el peligro verdadero aparece cuando "el demonio no quiere dejar de ser, queriendo ser todo", dice Bergam¨ªn. Entonces, el vac¨ªo, la nada absoluta, domina el mundo, lo inmoviliza, ya que no hay historia ni proceso temporal, y el demonio se hace verdaderamente sat¨¢nico, voluntad totalizadora de no ser nada ni nadie.Hombres que arrasan
Los demonios, de Dostoievski, son hombres que arrasan, niegan los valores establecidos y hasta a Dios mismo, para afirmarse y sentir el poder de su libertad creadora. Eran los nihilistas, los rebeldes, los revolucionarios que so?aban crear una sociedad armoniosa. Por ello, el novelista ruso no los condena ni los juzga; se esfuerza en comprender su ate¨ªsmo, su demoniaco esp¨ªritu combativo, necesario para realizar la utop¨ªa bienhechora, una radiante felicidad que alcance a los hombres. Pero hay endemoniados que pactan con el diablo la entrega de su alma y acaban pose¨ªdos por ¨¦l, mientras que los demonios se creen Dios mismo. As¨ª, el ingeniero Kirilov, que, seg¨²n confiesa, durante tres a?os busc¨® el atributo de su divinidad, la descubre en el reconocimiento de su completa autonom¨ªa e independencia: "?Si Dios no existe, yo soy Dios!", exclama con frases de demonio, lo que significa romper con la divinidad, una sublevaci¨®n como la del ?ngel ca¨ªdo, para demostrarse su interior y terrible libertad, que no es venganza, y s¨ª una atrevid¨ªsima osad¨ªa.
La estatua del Angel ca¨ªdo es el individuo real, concreto, "un caballero, ese caballero", como llama el pueblo de Andaluc¨ªa al demonio. Un madrile?o cualquiera puede ser una important¨ªsima figura demoniaca. Igualmente, aquel impenitente enamorado de las mujeres es posible que de la noche a la ma?ana se convierta en un perfecto demonio seductor, como ya lo advert¨ªa el libro ap¨®crifo de Enoch.
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