Esta tierra es m¨ªa
DURANTE LOS primeros seis meses de 1988, la Comunidad Europea (CE) aprob¨® una importante reforma de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n (PAC) encaminada a limitar las producciones, evitar el almacenamiento de excedentes y, en definitiva, reducir los gastos de este cap¨ªtulo, el m¨¢s cuantioso -con gran diferencia- de los presupuestos de la CE. En esta l¨ªnea, se estabilizaron las producciones cerealistas en 160 millones de toneladas, se aplicaron tasas y supertasas y se continu¨® una pol¨ªtica de precios a la baja y de endurecimiento de las condiciones de intervenci¨®n. El objetivo era desalentar la producci¨®n y penalizar los excedentes.Esta pol¨ªtica de reformas, asumida conscientemente por la CE, originar¨ªa graves problemas a determinadas estructuras agrarias menos competitivas. Por ello se aprobaron diferentes reglamentos en el primer trimestre de 1988 con el objeto de encarar las situaciones que se producir¨ªan en este tipo de explotaciones. Tres tipos de medidas eran especialmente importantes: abandono de tierras, jubilaci¨®n anticipada y ayuda a las rentas.
El abandono de tierras fue defendido especialmente por la Rep¨²blica Federal de Alemania. Se busca reducir la producci¨®n mediante un incentivo econ¨®mico a los agricultores que dejen de cultivar sus tierras. La experiencia de Estados Unidos en las ¨²ltimas d¨¦cadas pone de manifiesto que su eficacia es solamente parcial. Las primeras previsiones, que contemplan el abandono de un mill¨®n de hect¨¢reas en toda la CE, deber¨ªan haber sido establecidas el pasado mes de julio, cosa que todav¨ªa no ha ocurrido. Tambi¨¦n el plan de jubilaciones anticipadas deber¨ªa haber entrado en vigor ya. El reglamento aprobado prev¨¦ que los agricultores o ganaderos que han cumplido los 55 a?os, y no han llegado a la edad de jubilaci¨®n, puedan retirarse. La medida afecta especialmente a explotaciones cuyo titular debe realizar fuertes inversiones para hacerlas competitivas, pero que no est¨¢ en disposici¨®n de emprenderlas por falta de perspectiva de continuidad de la explotaci¨®n familiar.
La tercera medida, la ayuda para las rentas agrarias, sigue negoci¨¢ndose en Bruselas. Se trata con ella de compensar, a trav¨¦s de ayudas directas, las rentas de las explotaciones m¨¢s marginales en zonas de menor producci¨®n, en el caso de que sus titulares sigan en la actividad agraria. Con todo, la medida m¨¢s importante y que se aplicar¨¢ en primer lugar, es la del abandono de las tierras. En el caso de Espa?a, su cumplimiento plantea, o podr¨ªa plantear, problemas indirectos. La CE ya contemplaba la posibilidad de aplicarla con restricciones en algunas zonas por razones de ¨ªndole econ¨®mica, erosi¨®n, etc¨¦tera. Espa?a introdujo otras variables, como ¨ªndices de paro o desertizaci¨®n, con el fin de evitar limitaciones. En la pr¨¢ctica, el Ministerio de Agricultura espa?ol aplic¨® una pol¨ªtica muy restrictiva para que los abandonos de tierras fueran muy escasos. Se excluyeron todas las zonas en trance de desertizaci¨®n para impedir una desbandada de agricultores. Por otra parte, se fijaron unos baremos de compensaci¨®n muy bajos: 16.000 y 19.000 pesetas por hect¨¢rea en secano, lo que no animar¨¢ a casi nadie a dejar de laborar sus tierras.
Pero si tal vez conviene suavizar, al menos en Espa?a, la aplicaci¨®n de esta norma, el retraso en la entrada en vigor del sistema de ayudas a la renta y de jubilaciones anticipadas puede resultar dram¨¢tico, porque provocar¨¢ serias descompensaciones en una reforma que, en su conjunto, es imprescindible para sanear los presupuestos comunitarios, drenados de recursos por el mantenimiento de una agricultura excedentaria y subvencionada.
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