Horas bajas para la 'Tontonman¨ªa'
A los seis meses de la reelecci¨®n, la Tontonman¨ªa, el fen¨®meno pol¨ªtico-publicitario que recorri¨® Francia hasta llevar a Fran?ois Mitterrand a las m¨¢s altas cimas de popularidad, vive sus lloras bajas. En medio de un pasaje roto por las continuas huelgas y con un proyecto pol¨ªtico a¨²n sin definir claramente, carente del empuje del primer septenio, los medios de comunicaci¨®n franceses han desencadenado una avalancha de cr¨ªticas personales hacia el presidente de la Rep¨²blica, quien, sin embargo, mantiene alta su cota de popularidad, expresada en los sondeos mensuales, un rito que se valora mucho en este pa¨ªs. Dos libros superventas y un semanario son la punta de lanza de esta ofensiva contra la Tontonman¨ªa.Mitterrand es una rana que se llama Dios en el B¨¦b¨ºte show, el programa televisivo en el que: unas marionetas representan diariamente la comedia pol¨ªtica francesa. Al presidente le extra?a la forma de su marioneta, pero nada tiene que objetar al nombre, cuenta Philippe Alexandre, editorialista de Radio Tele Luxemburgo, en su libro Paisajes de campa?a. El periodista asegura que Mitterrand, en busca de un lugar en la historia, "se arriesga a no encontrarlo m¨¢s que en compa?¨ªa de Ceaucescu, de Am¨ªn Dada o de esos aut¨®cratas que han perdido el esp¨ªritu".
El otro libro, Carta abierta a la generaci¨®n Mitterrand que marcha al lado de sus pompas, un panfleto a¨²n m¨¢s violento, est¨¢ escrito por Thierry Pfister, un periodista de izquierdas, ex militante socialista y antiguo asesor de Pierre Mauroy cuando el actual primer secretario del Partido Socialista encabez¨® en 1981 el Gobierno de unidad con los comunistas.. Pfister admite la calificaci¨®n de panfleto para su libro, pero justifica la violencia verbal porque "hoy, para ser o¨ªdo, es preciso gritar muy fuerte".
El ex redactor de Le Monde y de Le Nouvel Observateur, que se siente traicionado, describe as¨ª la situaci¨®n: "La tecnocracia que nos gobierna a la sombra de un monarca que envejece, absorbido por la contemplaci¨®n de s¨ª mismo, emparenta m¨¢s la realidad francesa con el crep¨²sculo de un franquismo manipulado por el Opus Dei que con el alba de una democracia revivificada".
Los nuevos deicidas presentan a Mitterrand como un monarca republicano distante, soberbio, d¨¦spota ilustrado, caprichoso, que practica el nepotismo, el vampirismo y la doblez, no soporta otra voz que la suya y humilla a sus servidores, una corte de aduladores, elitistas, ex gauchistas peque?oburgueses que desprecian al pueblo y se mueven ¨²nicamente por sus ambiciones personales.
Para Alexandre, que reparte adjetivos por toda la clase pol¨ªtica, de derechas o de izquierdas, Mitterrand ser¨ªa "un viejo monarca transformado en dios viviente y momificado", que aspira a la inmortalidad, que reparte "favores y desgracias, medallas y exilios, sonrisas y bufidos", y que ha "sucumbido a los excesos imb¨¦ciles que ¨¦l hab¨ªa sido el primero en denunciar".
Alusiones espa?olas
La alusi¨®n al franquismo no es la ¨²nica referencia que acerca el fen¨®meno a la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola. Si en Espa?a se critica la utilizaci¨®n del Myst¨¨re, en Francia se le reprochan a Mitterrand los viajes en helic¨®ptero, en el que . el monarca desciende del cielo" para visitar a sus amigos. Si en Espa?a se censura el aislamiento en la Moncloa, en Francia se critica la frecuencia de los viajes a provincias o el despliegue policial que cierra al tr¨¢fico la calle donde vive el presidente.
Si en Madrid triunfa la bodeguiya, en Par¨ªs reluce la corte, representada, entre otros, por el ministro de Cultura, Jack Lang, un buf¨®n, para Pfister, un "turiferario que no recula ante ning¨²n superlativo y que por la gloria de su Tonton afronta cada d¨ªa el rid¨ªculo", seg¨²n Alexandre.
En su ¨¢cido panfleto contra la apertura de Michel Rocard -"ciertos consensos no son m¨¢s que la m¨¢scara de una abdicaci¨®n o de una falta de ideas nuevas"-, Pfister divide lo que llama la "izquierda caviar" en tres generaciones: los j¨®venes provenientes de SOS Racismo y del trotskismo, "la sangre fresca que debe regenerar el vampiro presidencial"; los socialistas de mediana edad, como el primer ministro, y los m¨¢s viejos, fieles a Mitterrand desde el principio. Estos ¨²ltimos son los que salen mejor parados de un fuego a discreci¨®n del que s¨®lo se salva Mauroy, su antiguo patr¨®n.
Pfister, y esto es lo m¨¢s novedoso, arremete desde su fe socialdem¨®crata contra antiguos izquierdistas que hab¨ªan, impartido lecciones de progresismo y que "no han resistido la prueba del poder". "Las convicciones", escribe, "han cedido ante los palacios ministeriales. Las ideas han desaparecido en provecho de las ventajas materiales". La izquierda francesa, "mi familia", dice, est¨¢ integrada por "supervivientes de un mao¨ªsmo de pacotilla, fantasmales trotskistas osificados, samaritanos cristiano-marxistas tercermundistas, revolucionarios mundanos, ¨²ltimo p¨®quer de estalinistas no arrepentidos, legiones de socialdem¨®cratas vergonzantes, notables hartos, arribistas ¨¢vidos, clientela presidencial de mon¨¢rquicos que se jactan de republicanos". Esta izquierda, "que ha vendido su alma por algunas migajas del fest¨ªn", se habr¨ªa convertido en "inmoral" frente a una derecha "que es, por esencia, amoral", afirma Pfister.
Los dos libros, primeros en las listas de ventas y requeridos sus autores por casi todos los medios de comunicaci¨®n, han' desencadenado una pol¨¦mica que ha traspasado las fronteras del hex¨¢gono. El semanario Le Point ha dedicado al fen¨®meno una portada y 12 p¨¢ginas interiores en las que se repiten los mismos argumentos, con dedicaci¨®n especial al supuesto nepotismo presidencial, evocado tambi¨¦n por Pfister: un hijo de Mitterrand, Jean-Christophe, es consejero del El¨ªseo para asuntos africanos; otro hijo, Gilbert, diputado; un hermano, Robert, fue nombrado en 1982 administrador del Centro de Comercio Exterior; a otro, Jacques, general, gaullista, se le confiaron "discretas misiones en el extranjero"; un cu?ado trabaja en la Direcci¨®n de Asuntos Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores... El inventario de Le Point alcanza tambi¨¦n a la hermana mayor del presidente y a un amigo de su mujer. Todo, hasta la pol¨ªtica exterior, tendr¨ªa una explicaci¨®n psicol¨®gica: la apertura al Este se deber¨ªa al "cesarismo", que Mitterrand compartir¨ªa con sus antecesores en la presidencia de la Rep¨²blica.
El redactor jefe de Le Point Denis Jeambar es el coautor de otro libro pol¨¦mico, Elogio de la traici¨®n, en el que, con la ayuda de Maquiavelo, se defiende esta "expresi¨®n superior del pragmatismo" como m¨¦todo de gobierno, como ingrediente necesario para el progreso democr¨¢tico.
El 'otro'
Ante la avalancha, la ¨²nica respuesta p¨²blica de Fran?ois Mitterrand se produjo en Montpellier, durante la ¨²ltima cumbre franco-espa?ola. "Tengo la impresi¨®n de que no se habla de m¨ª, sino de otro", dijo durante una reuni¨®n con los cargos electos locales.
La monarqu¨ªa republicana no es un descubrimiento. S¨®lo hay que recordar la presidencia de Val¨¦ry Giscard d' Estaing. Mitterrand dice estar tranquilo mientras se le compare con Ceaucescu o Am¨ªn Dada, y, a la hora de encontrar explicaciones, contempla el tiempo que le queda por delante. "Saben", dijo tambi¨¦n en Montpellier, "que estoy aqu¨ª para siete a?os, que la Asamblea [Nacional] se elige para cinco a?os. Demasiado tiempo. Esto les preocupa".
La explicaci¨®n del factor tiempo ha sido adoptada asimismo por otros analistas, quienes recuerdan que, pese a los conflictos sociales, Fran?ois Mitterrand y Michel Rocard gozan a¨²n de un alto margen de confianza: 58% y 57%, respectivamente, seg¨²n el ¨²ltimo sondeo.
Catorce a?os en la presidencia son probablemente demasiados y quiz¨¢ se pagan ahora los excesos de la campa?a para la reelecci¨®n, la Tontonman¨ªa, mientras se nota la ausencia de un proyecto suficientemente definido para el segundo septenio, especialmente en pol¨ªtica interior.
Pero la oposici¨®n est¨¢ hecha pedazos y la falta de una alternativa explicar¨ªa tambi¨¦n esta ofensiva contra los s¨ªmbolos del poder.
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