?Ganar¨¢ Gorbachov?
Importantes medios informativos de Occidente han declarado a Gorbachov hombre del a?o. Esta ola de popularidad a¨²n se mantiene, no s¨®lo a causa de acciones a veces sorprendentes, sino tambi¨¦n del nuevo look del personaje, factor importante para la Prensa. Digamos tambi¨¦n que en esto lo secunda valientemente su esposa.Nada extra?o entonces es que cuando un hombre del Este -tal es mi caso- se encuentra en Occidente oye de inmediato la inevitable pregunta: ?qu¨¦ piensa usted de Gorbachov? Como la pregunta es obligada, un comentarista pol¨ªtico del Este puede responder a ella con la seguridad de tocar un tema actual.
Mi respuesta de siempre suele irritar a mis interlocutores: por supuesto que Gorbachov me gusta y lo aprecio mucho, porque me gusta la gente que piensa y act¨²a. Lo trato incluso como un s¨ªmbolo de la nueva generaci¨®n sovi¨¦tica, algo en todo caso muy positivo. Queda entendido que las ideas de glasnost, de perestroika y sobre todo de democratizaci¨®n de toda la vida social me son entra?ables; soy su m¨¢s entusiasta partidario y estoy dispuesto a ayudar en la realizaci¨®n de las mismas siempre que ello est¨¦ a mi alcance.
Pero aqu¨ª termina nuestro mutuo entendimiento, ya que mi interlocutor no se refer¨ªa a si Gorbachov me gusta o no me gusta, sino a las probabilidades del ¨¦xito de la campa?a que ha emprendido. En ese caso tengo que responder: "No s¨¦". Porque es verdad que no lo s¨¦, y no por ignorancia, sino por la cantidad de variables que condicionan la respuesta.
En primer lugar, los lemas que proclama Gorbachov son tan generales que no se puede estar seguro de entenderlos de acuerdo con las intenciones del autor. Tanto m¨¢s que, aparte del lema de la glasnost, realizado con una consecuencia a veces sorprendente, en otras declaraciones suyas, sobre todo en lo que respecta a la democratizaci¨®n de la sociedad y a las cuestiones de las nacionalidades, echo de menos la presencia de muchos elementos a mi juicio indispensables, y no s¨¦ si atribuirlo a las circunstancias pol¨ªticas (dif¨ªciles) del momento o a las convicciones de Gorbachov, que es un producto de su propia sociedad. Esto diculta cualquier evaluaci¨®n.
En segundo lugar, y esto me parece m¨¢s importante, cualquier evaluaci¨®n de este tipo debe tomar en cuenta el realismo de los lemas que se proclaman. La buena voluntad es muy importante pero quiz¨¢ es m¨¢s importante la probabilidad de poner en pr¨¢ctica lemas que generan resistencias en la sociedad. Estas resistencias son serias, ya que, pese a todos los valores te¨®ricos, de las ideas de perestroika y democratizaci¨®n, su verificaci¨®n choca con los intereses vitales de numerosos e influyentes grupos sociales, sobre todo de aparatos burocr¨¢ticos de todo tipo. No hablemos de la comprensible resistencia de grupos sociales que defienden sus intereses. Lamentablemente, la resistencia es mucho m¨¢s amplia, y por extra?o que parezca, lo cierto es que se extiende a la clase obrera, que teme los riesgos y las responsabilidades que implican los cambios; y al campesinado, que despu¨¦s de decenios de colectivizaci¨®n ha olvidado c¨®mo se trabaja la tierra por cuenta propia, y que por sus experiencias hist¨®ricas no termina de creer en la durabilidad de los cambios actualmente prometidos. Es cierto que se trata de asuntos complejos que requieren tiempo cuando precisamente es tiempo lo que falta, a lo sumo dos o tres a?os, despu¨¦s de los cuales el experimento puede quebrar. Por mucha buena voluntad que se tenga, es dif¨ªcil guardar optimismo.
Y tercero, por hablar s¨®lo de los problemas m¨¢s inquietantes, entra en juego el elemento de la perestroika pol¨ªtica. Como si tuviera la vista fija en el modelo pol¨ªtico de Estados Unidos, Gorbachov parece haber tomado camino a un fuerte sistema presidencial en todos los niveles de la jerarqu¨ªa, aunque con dos salvedades: el presidente ha de ser tambi¨¦n jefe del partido, manteniendo el sistema de partido ¨²nico. S¨®lo pensarlo me da escalofr¨ªos. Comprendo lo que est¨¢ buscando Gorbachov: un medio para vencer la resistencia de los adversarios de la perestroika, un instrumento pol¨ªtico para llevarla a cabo. Pero veo tambi¨¦n un peligro se?alado ya por Max Weber (no por Marx) de fortalecer el sistema burocr¨¢tico y de crear un inevitable culto de la personalidad.
As¨ª se cierra un c¨ªrculo vicioso que pone en peligro la perestroika: el actual socialismo burocr¨¢tico hace dificil o imposible su realizaci¨®n, mientras que el sistema de secretario-presidente con el cual se quiere solucionar el problema conduce inevitablemente al fortalecimiento del poder burocr¨¢tico.
Lo que acabo de decir me induce al pesimismo en cuanto a las perspectivas. Por ello repito lo que he dicho al comienzo: soy un admirador entusiasta de Gorbachov y de su pol¨ªtica. Pero me preocupan mucho las dificultades que enfrenta. De esta ambig¨¹edad emocional deriva la conclusi¨®n de mis reflexiones: ?cu¨¢les son las causas de esas dificultades?
Estamos hablando todo el tiempo de Gorbachov y cultivando un singular culto de la personalidad, cosa que se ha hecho normal en la prensa de Occidente. Es una actitud err¨®nea, s¨®lo justificable en el caso de los bi¨®grafos de una persona. Si Gorbachov fuera por sus actos y opiniones una personalidad destacada pero aislada socialmente, no pasar¨ªa de ser un utopista sin mayor trascendencia pr¨¢ctica, quiz¨¢ en el futuro se lo considerar¨ªa precursor, pero no resultar¨ªa de mayor utilidad inmediata. Sabemos que no es as¨ª, que son ideas compartidas por una elite (recordemos la carta del Grupo de Leningrado que apareci¨® hace dos a?os en la prensa brit¨¢nica) y que hay un grupo de inteligentsia del partido que percibe la profunda crisis de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Gorbachov no es un fen¨®meno individual sino la manifestaci¨®n de cierto movimiento social que responde a circunstancias objetivas del desarrollo de la revoluci¨®n sovi¨¦tica. Y en esto consiste su importancia. Pero precisamente ese factor del desarrollo objetivo demarca los l¨ªmites de su libertad de acci¨®n, ya que todas sus acciones est¨¢n enmarcadas en estas circunstancias objetivas. Sin entender esto no se puede entender nada de todo el asunto, y cualquier juicio ser¨¢ superficial. Para poder explicarme en tan corto espacio tengo que echar mano a un estilo telegr¨¢fico.
Primero se trata de un factor psicol¨®gico subjetivo: ?c¨®mo entiende Gorbachov, hijo de su pa¨ªs y de su tiempo, los problemas sociales en comparaci¨®n con el punto de vista occidental sobre el tema? Qu¨¦ piensa ¨¦l de verdad. No lo sabemos.
Segundo, se trata de un factor objetivo: de las limitaciones impuestas por el origen mismo de la Revoluci¨®n de Octubre y de una acumulaci¨®n de consecuencias del pecado original cuyo peso es excesivo incluso para un gueroi (h¨¦roe) de cuento de hadas. Este tema llena tomos enteros. Se?alemos s¨®lo algunos puntos.
1. Hacer la revoluci¨®n socialista sin cumplir las condiciones objetivas y subjetivas necesarias (lo dijo Marx). Los bolcheviques lo sab¨ªan perfectamente pero esperaban que su revoluci¨®n fuera s¨®lo la espoleta de la bomba que deb¨ªa estallar en Occidente, y entonces, como escribi¨® Lenin en 1919, Rusia continuar¨ªa siendo un pa¨ªs atrasado, pero ya en una Europa socialista. Una revoluci¨®n desligada de Occidente no la imaginaba nadie. La historia depar¨® una triste sorpresa, origen de las desgracias cuyas consecuencias pesan hoy sobre Gorbachov.
2. La consecuencia de esta broma de la historia fue la necesidad de sacrificar al campesinado como fuente de acumulaci¨®n primaria, y el Gobierno con ayuda del terror, ya que la falta de consenso social para una revoluci¨®n socialista hac¨ªa ilusorio cualquier postulado democr¨¢tico, aunque al comienzo todos cre¨ªan en utop¨ªas.
3. El sistema estalinista s¨®lo se puede comprender cuando se tienen en cuenta estos factores. Alg¨²n Stalin era en esta situaci¨®n necesario, y ese papel tambi¨¦n podr¨ªa haberlo asumido Trotski. En cambio, las fuentes ideol¨®gicas del sistema hay que buscarlas en Lenin (cuya cr¨ªtica no se har¨¢ esperar si se mantiene el curso de Gorbachov).
4. Por ¨²ltimo, eligiendo entre otros muchos factores interesantes de la revoluci¨®n sovi¨¦tica, se?alar¨¦ la deformaci¨®n de car¨¢cter de los ciudadanos sovi¨¦ticos a causa del r¨¦gimen de terror. El miedo, que en ciertos medios dura hasta hoy, mata la iniciativa y el deseo de actividad social, factores sin los cuales no ser¨¢ posible ninguna reforma del sistema.
Para terminar, una ¨²ltima advertencia. Remit¨¢monos al testimonio de Tocqueville: el per¨ªodo m¨¢s dificil en el desarrollo de la sociedad es el paso. de la dictadura a la democracia. Algunos impacientes querr¨¢n acelerar exageradamente el proceso, lo cual puede llevar al caos y, en consecuencia, al retorno de la dictadura. Como ejemplo, v¨¦ase en la Uni¨®n Sovi¨¦tica el caso Yeltsin, simp¨¢tico pero peligroso. Gorbachov puede verse obligado, quiz¨¢ muy a su pesar, a frenar los entusiasmos desmesurados. Y el tiempo urge. Pobre Gorbachov. Dese¨¦mosle mucha suerte en su dif¨ªcil empresa, tan importante para todos nosotros. No s¨®lo para la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
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