Las lenguas oficiales, en el Senado
Hace unas semanas, el 10 de octubre, se present¨® en el Senado una moci¨®n que propone que las lenguas que est¨¢n reconocidas oficialmente puedan utilizarse en todas las actividades parlamentarias de la C¨¢mara". De hecho, la citada moci¨®n es la l¨®gica consecuencia de un pluriling¨¹ismo cong¨¦nito de los pueblos y sus culturas existentes en el Estado espa?ol y es tambi¨¦n un punto) positivo del reconocimiento que de esta realidad se ha practicado por parte de la democracia en Espa?a.En efecto, durante siglos, concretamente a partir del XVIII, existi¨® un profundo divorcio entre la estructura del naciente Estado espa?ol, creado seg¨²n par¨¢metros uniformistas y centralizadores, y la tradici¨®n pluricultural y pluriling¨¹¨ªstica, que es una de las caracter¨ªsticas, no m¨¢s interesantes, que presenta esta piel de toro.
Aquella err¨®nea actitud de negar la evidencia y de pretender sustituir la diversidad por el uniformismo es una de las poderosas razones que explican el conflicto larvado o explosivo que ha zarandeado nuestra historia. Pero, finalmente, ya en el ¨²ltimo tercio de siglo XX, el restablecimiento de la democracia ha posibilitado la construcci¨®n de un Estado que reconoce aquellas realidades y se estructura en comunidades aut¨®nomas.
?sta fue una rectificaci¨®n hist¨®rica, realizada porque las realidades estan ah¨ª, ante nosotros, y porque existi¨® una voluntad clara de emprender el camino de la convivencia creativa en la que todos estamos comprometidos. En este sentido, seguramente, el reconocimiento m¨¢s expresivo de esta actitud se encuentra en el pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n, que proclama, entre otros extremos, la voluntad de "proteger a todos los espa?oles y pueblos de Espa?a en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones".
El camino emprendido hace 10 a?os se ha demostrado enormemente positivo, y a pesar de las l¨®gicas y humanas discrepancias significa una rectificaci¨®n hist¨®rica que nos une desde la libertad y nos abre al resto de Europa y del mundo desde una ¨®ptica de justicia y progreso en todos los campos.
Por estas razones no parece l¨®gico que nadie pueda extrafiarse de la moci¨®n que el grupo de senadores de Converg¨¦ncia i Uni¨® present¨® al Senado y que propone que en la C¨¢mara, que ha sido definida de "representaci¨®n territorial", puedan utilizarse todas las lenguas que ya han sido reconocidas como oficiales y que tan positivamente est¨¢n protegidas por la Constituci¨®n.
Actuaci¨®n simb¨®lica
A nadie escapa que la aprobaci¨®n de esta moci¨®n significa ni m¨¢s ni menos que la simb¨®lica culminaci¨®n de ese reconocimiento en una C¨¢mara como es el Senado, que, previsiblemente, adoptar¨¢ progresivamente funciones legislativas relativas a las comunidades aut¨®nomas.
En esta orientaci¨®n plenamente democr¨¢tica no estamos solos; por el contrario, en Europa nos incorporamos cuando ya el reconocimiento y uso de las diversas lenguas existentes en un territorio han sido incorporados en las C¨¢maras de los Estados correspondientes.
Quiz¨¢ ¨¦ste es un momento para recordar que con la aprobaci¨®n de la moci¨®n sobre uso de todas las lenguas oficiales por el Senado nos situar¨ªamos en una pr¨¢ctica id¨¦ntica a la que existe ya en B¨¦lgica, Checoslovaquia, Finlandia, Irlanda, Luxemburgo, Suiza, la URSS y Yugoslavia. En todos estos Estados, en el territorio que comprenden, existe pluriling¨¹ismo, y por esta raz¨®n, sin recelos de ning¨²n tipo, se reconoce el uso de esas lenguas tambi¨¦n en sus ¨®rganos legislativos.
Europa tiene ante s¨ª complejos desaf¨ªos cuales son la nueva revoluci¨®n tecnol¨®gica y la profundizaci¨®n de la democracia, pero tambi¨¦n debe ser motivo de satisfacci¨®n el comprobar que antiguos problemas han dejado de serlo, sencillamente porque una valoraci¨®n justa de la realidad as¨ª lo ha aconsejado.
La citada moci¨®n se inscribe en esa profundizaci¨®n de la democracia, adquiere el car¨¢cter de s¨ªmbolo y creo que es un nuevo paso de consolidaci¨®n de la democracia, que, todos sabemos, tiene una de sus bases en la comprensi¨®n y el deseo decidido de que el patrimonio cultural y ling¨¹¨ªstico sea considerado por todos como parte esencial de los elementos que fundamentan una estima y una convivencia de todos y para todos.
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