La declaraci¨®n de independencia, iniciativa palestina de paz
Ya ha pasado un a?o desde que comenz¨® la intifada en los territorios ocupados de Palestina, pero no hay signos de que los palestinos se hayan cansado o de que vayan a cesar su protesta pac¨ªfica contra la continuada ocupaci¨®n israel¨ª de Gaza y Cisjordania. Durante casi 10 meses, algunos israel¨ªes han pretendido que la intifada se estaba apagando, pero los acontecimientos demuestran lo contrario. La intensidad de la confrontaci¨®n se ha incrementado con firmeza, y la protesta se ha convertido en un modo de vida. Los palestinos se han adaptado a esta nueva realidad y han establecido nuevas actitudes y costumbres para enfrentarse a ella.La intifada no es algo accidental ni una reacci¨®n' espont¨¢nea, sino que tiene sus ra¨ªces en la misma comunidad palestina. Desde principios de 1970 hasta ahora, la principal organizaci¨®n palestina en el exterior hab¨ªa frenado toda medida de fuerza, como los secuestros de aviones, y en cambio se hab¨ªa concentrado en operaciones dentro de los territorios ocupados. Estas operaciones no siempre se dirig¨ªan contra objetivos militares, y, por tanto, perjudicaban la imagen
palestina ante la opini¨®n p¨²blica internacional. El resultado fue que el mundo no se conmovi¨® por la brutal venganza israel¨ª de estas operaciones, que se plasm¨® en el bombardeo de los campos de refugiados en el L¨ªbano y en la muerte de cientos de mujeres, ni?os y ancianos palestinos. La preocupaci¨®n. mundial, en cambio, se centr¨® en las bajas sufridas por Israel.
En realidad, la invasi¨®n del L¨ªbano en junio de 1982 fue la segunda fase de un plan que hab¨ªa comenzado en noviembre de 1981 en los territorios ocupados,
momento en que la Administraci¨®n israel¨ª en los territorios decidi¨® liquidar el movimiento nacional de los palestinos nativos.
En las manifestaciones que tuvieron lugar entre noviembre de 1981 y abril de 1982 hubo 28 muertos y m¨¢s de 200 heridos. En aquel entonces, los israel¨ªes pretendieron que su objetivo era destruir la infraestructura pol¨ªtica de la OLP en los territorios ocupados. En realidad, todo el esfuerzo de Israel en los territorios y en el L¨ªbano para marginar a la OLP de los acontecimientos en el Oriente Pr¨®ximo fue un fracaso, porque la OLP no es solamente una organizaci¨®n o un grupo de personas, sino el marco nacional que incluye y representa al pueblo palestino. Por tanto, si se destruye la Organizaci¨®n, o si se la derrota militarmente, la causa no terminar¨¢ porque existe en cada palestino. Queremos conseguir unos derechos nacionales y vivir en paz y en libertad, pero con dignidad y respeto.
Considerados 'subgente'
El movimiento sionista no supo entender esta realidad y sigue considerando a los palestinos como subgente que s¨®lo se preocupa de sus necesidades f¨ªsicas y del nivel de vida, con lo que ignora sus aspiraciones nacionales y pol¨ªticas. Despu¨¦s de que Israel invadiera el L¨ªbano en 1982 qued¨® claro que el pueblo palestino estaba limitado a los territorios ocupados como base de su lucha.
En los a?os posteriores surgi¨® una amplia infraestructura p¨²blica que mantuvo la lucha de la comunidad contra la ocupaci¨®n. Se organizaron movimientos femeninos, sindicatos estudiantiles, sindicatos de trabajadores, organizaciones juveniles, boy scouts y comit¨¦s voluntarios que abarcaban a decenas de miles de palestinos. ?ste ha sido el tel¨®n de fondo de la intifada. La pol¨ªtica represiva de Israel durante los largos a?os de ocupaci¨®n sembr¨® amargura, sentimientos de injusticia, odio profundo y un fuerte deseo de luchar duramente hasta conseguir los derechos nacionales palestinos.
Seg¨²n fuentes de Israel, desde 1983 aument¨® el n¨²mero de ataques contra jud¨ªos en Gaza y Cisjordania. Rabin, ministro israel¨ª de Defensa, instaur¨® en julio de 1985 la pol¨ªtica de mano de hierro, consistente en resucitar la legislaci¨®n anterior a 1948, de la ¨¦poca del mandato brit¨¢nico. Esas leyes daban a las autoridades civiles poderes ilimitados para aplastar la resistencia de la poblaci¨®n local contra la ocupaci¨®n. Conforme a la ley, las fuerzas de defensa de Israel comenzaron a deportar a activistas palestinos a pa¨ªses ¨¢rabes vecinos y a demoler las casas de los sospechosos antes incluso de las vistas judiciales. Se arrestaron activis
tas bajo ¨®rdenes de detenci¨®n administrativa, sin cargos ni juicio durante seis meses y con la posibilidad de extender el per¨ªodo a otros seis meses. A otros palestinos se les puso bajo arresto domiciliario por seis meses, tambi¨¦n sin cargos ni juicio. Se cerraron universidades y peri¨®dicos y, entre otras cosas, se prohibieron los sindicatos.
Estas medidas crueles no detuvieron ni atemorizaron a la comunidad palestina, sino todo lo contrario. La resistencia aument¨®, y a finales de 1987 una serie de acontecimientos origin¨® la explosi¨®n que ahora denominamos intifada. ?sta comenz¨® con la huida de presos pol¨ªticos de dos c¨¢rceles de m¨¢xima seguridad en Israel que portaban armas y que fueron abatidos en Gaza tras un combate en el que tambi¨¦n murieron soldados israel¨ªes. Poco despu¨¦s murieron dos empresarios palestinos en un control militar en Gaza. Las autoridades israel¨ªes afirmaron que no se hab¨ªan detenido a la orden de alto. Cuatro palestinos murieron en el campo de refugiados de Balata, en Cisjordania, tras los servicios religiosos del viernes, y despu¨¦s, otros cuatro del campo de refugiados de Jabalya, en Gaza, murieron aplastados por un cami¨®n israel¨ª. Los palestinos de los territorios ocupados pensaron que el accidente fue intencionado.
Israel, como siempre, no supo entender el mensaje de la revuelta y crey¨® que el uso extensivo de la fuerza restaurar¨ªa el orden. El uso de la fuerza ha causado cerca de 500 muertos, m¨¢s de 3.000 heridos (algunos de los cuales han quedado inv¨¢lidos para siempre), m¨¢s de 50.000 detenidos en los ¨²ltimos 11 meses, m¨¢s de 40 deportados, la destrucci¨®n de 427 casas (hasta el 10 de noviembre de 1988), la destrucci¨®n de miles de ¨¢rboles frutales y cientos de olivos (algunos con m¨¢s de 200 a?os) y el internamiento de miles de palestinos en campos de refugiados situados en el desierto de Neguev. Con todas estas medidas no se ha logrado poner t¨¦rmino a la intifada, lo cual demuestra que cuando un pueblo decide luchar por sus derechos nada puede impedir que lo consiga. Los dirigentes de la intifada han declarado claramente en muchas ocasiones que ¨¦sta no se dirige contra el Estado de Israel, sino contra la continua ocupaci¨®n de Gaza y Cisjordania.
No hay ninguna explicaci¨®n convincente del rechazo israel¨ª a concluir un acuerdo con el pueblo palestino. Israel es una superpotencia militar, pertenece al club de pa¨ªses con armas nucleares, lanza sat¨¦lites y fabrica armas qu¨ªmicas. Israel ha demostrado su capacidad de derrotar colectivamente a los pa¨ªses ¨¢rabes en varias guerras. Un Estado palestino junto a Israel es la mejor garant¨ªa de seguridad para ¨¦ste. En efecto, un Estado palestino ser¨ªa reh¨¦n de Israel, puesto que a la comunidad palestina le interesar¨ªa mucho no permitir ninguna operaci¨®n desde su territorio que justificara otra ocupaci¨®n del nuevo Estado palestino por parte de fan¨¢ticos israel¨ªes. Adem¨¢s, una vez establecido, el Estado palestino estar¨ªa demasiado ocupado en la construcci¨®n de la naci¨®n y en el desarrollo de una base econ¨®mica y social como para pensar en. una guerra. Tanto Israel como el Estado palestino deben comprometerse a denunciar la violencia, el uno contra el otro.
Parece que algunos israel¨ªes est¨¢n aut¨¦nticamente preocupados por su seguridad. Sin embargo, la mayor¨ªa de los que hablan y discuten de seguridad tienen otras razones que resultan m¨¢s embarazosas. Por ejemplo, los territorios palestinos ocupados son el principal mercado para los productos israel¨ªes, as¨ª como la ¨²nica fuente disponible de mano de obra barata en f¨¢bricas, explotaciones agr¨ªcolas y restaurantes de Israel. Incluso en los kibutz, donde pueden verse muchos coches nuevos-, miles de mujeres y ni?os palestinos trabajan muchas horas con bajos salarios. Esas empresas de los kibutzim est¨¢n perdiendo su imagen socialista y desliz¨¢ndose hacia el capitalismo. Efectivamente, detr¨¢s de la negativa israel¨ª a pactar con el pueblo palestino subyacen otras muchas razones econ¨®micas y sociales. Esas razones siempre se valen de argumentos pol¨ªticos o de seguridad que las convierten en algo mucho m¨¢s razonable y aceptable a los ojos del pensamiento occidental.
Importante moderaci¨®n
Ziad Aba Zayyad es director del semanario palestino en hebreo Gesher (P-nte).
La reciente declaraci¨®n del Estado independiente de Palestina por parte del Consejo Nacional Palestino no pudo darse sin el impulso de la intifada en los territorios ocupados. La declaraci¨®n de, independencia fue parte esencial de una moderaci¨®n muy importante en el seno de la OLP, como lo demuestra el reconocimiento de las resoluciones 242 y 338 de las Naciones Unidas, as¨ª como la denuncia de la amenaza y el uso del poder y de las t¨¢cticas terroristas.
La intifada devolvi¨® en gran parte a los palestinos la confianza en s¨ª mismos. El hecho de sentirse seguros permiti¨® que la comunidad palestina hiciera concesiones. Muchos observadores han comparado los logros de la intifada con los de octubre de 1973, durante la guerra entre Egipto e Israel. El presidente Sadat tom¨® m¨¢s tarde su iniciativa de paz y abri¨® el camino a la paz.
No se debe dejar marchitar y morir la declaraci¨®n de la OLP en la que se reconoce a Israel, aunque indirectamente, y se acepta el principio del compromiso. La hora de la paz ya ha llegado. ?sta es una clara oportunidad de alcanzar la paz verdadera, por lo que se debe alentar a la OLP para que siga adelante.
La respuesta israel¨ª a la iniciativa de paz de la OLP estuvo por debajo de la importancia hist¨®rica del proceso que ha tenido lugar en el lado palestino. Sin embargo, falta mucho camino por recorrer. Esperemos que la historia siga su curso y se logre una paz verdadera por el bien de ambos pueblos.
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