?D¨®nde se fue el cristianismo?
Y feliz Navidad para ustedes tambi¨¦n. Excepto, desde luego, para los Wee Frees de Escocia, quienes no la aprueban. Tienen raz¨®n por su parte, al ver la fiesta como algo esencialmente pagano, un pretexto para la glotoner¨ªa, con el nacimiento de Cristo reducido a un mito sentimental. Ese ni?o en el pesebre podr¨ªa ser Mitras, el dios del Sol, dispuesto a combatir las fuerzas del pleno invierno. La gente no celebra la Pascua de Resurrecci¨®n con el mismo entusiasmo que hoy muestran hacia estas fiestas de Navidad.Encuentra inveros¨ªmil la resurrecci¨®n de Cristo, y en cuanto al Viernes Santo... bueno, ?no es la crucifixi¨®n algo de bastante mal gusto? Pero la Navidad es algo que est¨¢ bien, dado que no es realmente cristiana.
El d¨ªa siguiente al de Navidad, la fiesta de san Esteban -que fue lapidado hasta morir no por ser cristiano, sino porque era un jud¨ªo griego que no honraba lo suficiente el templo de Jerusal¨¦n-, es un buen momento de resaca para considerar lo que le ha sucedido al cristianismo. En un sentido ¨¦tico, el cristianismo todav¨ªa est¨¢ con nosotros, porque al menos hablamos de boquilla de los principios de amor fraterno, tolerancia, indulgencia, pero Jesucristo no invent¨® estas virtudes. Estuvo m¨¢s preocupado por repetir insistentemente, para que lo oyeran los esc¨¦pticos, que ¨¦l era el hijo de Dios, y que exist¨ªa una realidad eterna llamada el reino de los cielos. La noche de la v¨ªspera de su muerte instituy¨® una fiesta nueva y cotidiana de la que todav¨ªa algunos abominan tild¨¢ndola de can¨ªbal. Afirm¨® transformar el pan y el vino en su propia carne y su propia sangre e insisti¨® en que la ingesti¨®n de ambas constitu¨ªa un medio de afirmar el contacto con ¨¦l, aunque dejara la vida de carne y sangre. La doctrina de su identificaci¨®n con el Padre caus¨® problemas tan pronto como el Imperio romano pas¨® a ser cristiano y dio a los te¨®logos profesionales la oportunidad de reflexionar persistentemente sobre dicha doctrina. La de la transustanciaci¨®n todav¨ªa causa problemas, y las iglesias reformadas la rechazan. Dejemos a un lado la ¨¦tica, y el cristianismo es visto como algo tan sutil y complejo que ten¨ªa que convertirse en un campo de batallas legalistas, siempre dispuesto a dividirse en sectas para acomodarse a una multitud de interpretaciones diversas.
Una de las acusaciones que los romanos paganos hicieron a los primitivos cristianos fue la de su nauseabunda inmoralidad -incesto, sodom¨ªa, el comerse ni?os reci¨¦n nacidos- Es cierto que varias de las iglesias, o grupos de adoradores, contra los que san Pablo lanz¨® sus invectivas pensaban que el pecado no importaba demasiado. Jesucristo hab¨ªa tomado sobre s¨ª la carga del pecado humano y lo hab¨ªa expiado.en la cruz, de manera que los pecados presentes y futuros, as¨ª como los pasados, eran perdonados antes de ser cometidos. Mart¨ªn Lutero atac¨® a una disoluta Iglesia de Roma y ocasion¨® la Reforma. Ignacio de Loyola aport¨® el rigor y el esp¨ªritu de los disciplinados soldados espa?oles para llevar a cabo su contrarreforma, y naciercon los jesuitas. Jud¨ªos y musulmanes, que se rodeaban de severas leyes de conducta que incluso abarcaban la forma de alimentarse, siempre han dado muestras de desaprobaci¨®n ante la laxitud de la conducta de Ios cristianos. Tal laxitud pod¨ªa ser vista como un espejo de la confusi¨®n doctrinal, que ciertamente no tiene paralelo en el islam. Aunque los musulmanes luchan entre s¨ª, est¨¢n bastante bien unidos en los principios fundamentales. Cuando yo viv¨ªa en Malaisia estuve a punto de abrazar la religi¨®n isl¨¢mica (ya estaba preparado para m¨ª mi nuevo nombre: Yahya Bin AbdAlah) a causa de la sencillez de su fe y de la razonable austeridad de sus normas de conducta. El cristianismo hab¨ªa alcanzado el l¨ªmite sectario: ?cu¨¢l era la Iglesia verdadera?
Yo fui educado en el catolicismo, pero el aggiornamento del papa Juan XXIII me preocup¨®. Particularmente en Am¨¦rica, me encontr¨¦ con sacerdotes y monjas que no sab¨ªan d¨®nde estaban. Los seglares no conoc¨ªan las normas sexuales: How far can you go? (?Hasta d¨®nde puedes legar?) es el acertado t¨ªtulo de una de las novelas de David Lodge, que trata de la desordenada vida sexual de los cat¨®licos brit¨¢nicos. La introducci¨®n de los idiomas vern¨¢culos en la liturgia deterior¨® la unidad ling¨¹¨ªstica del catolicismo: mi mujer y yo, al entrar en una iglesia maltesa, nos sentimos escandalizados al o¨ªr la invocaci¨®n de Al¨¢ y conocer que la Cuaresma se Ilamaba ahora el Ramad¨¢n.La liberalizaci¨®n del ritual de la Iglesia signific¨® principalmente su vulgarizaci¨®n -patanes con guitarras cantando con quejidos canciones pop sobre el amor de Dios, coreograf¨ªas ineptas, nuevas plegarias ecum¨¦nicas en un ingl¨¦s trillado- Y se abri¨® el camino para la combinaci¨®n del marxismo y el cristianismo. Se dio, y todav¨ªa se da, una quiebra de la autoridad en la cima, tanto de la Iglesia no reformada como en sus hermanas cism¨¢ticas. El Papa actual vuela en jet por todo el mundo, una manera de eludir el duro trabajo de despacho de la definici¨®n doctrinal -excepto, por supuesto, en ese ¨¢rea demasiado f¨¢cil de la conducta sexual. Las iglesias reformadas est¨¢n empezando a aceptar la ordenaci¨®n femenina poniendo los supuestos derechos de la mujer antes del profundo simbolismo del matrimonio del alma con su divino maestro.
Es ¨¦sta una ¨¦poca para exigir derechos y hablar poco de deberes. Pero el cristianismo otorga pocos derechos, excepto el de la elecci¨®n moral -la ¨²nica elecci¨®n que importa- Mucha gente desea que el cristianismo perdone o justifique sus vidas seculares -que apruebe la homosexualidad, la fornicaci¨®n y el aborto- Pero una religi¨®n no funciona de esa manera. Exige deberes, condena los pecados, reparte castigos y recompensas. No tenemos ninguna obligaci¨®n de doblegarnos ante sus edictos -despu¨¦s de todo somos libres-, pero no entendemos la naturaleza de una creencia si esperamos de ella que nos haga f¨¢cil la vida. Porque lo que ninguna religi¨®n har¨¢ es limitarse a ser un lugar de culto y volver la espalda a lo que sucede en el exterior.
Desde luego, estamos viviendo la aparici¨®n de mucho evangelismo, especialmente en Estados Unidos: hay canales de televisi¨®n entregados a la palabra de Dios. Son en su mayor parte fundamentalistas, confiando en lo que se dice en la Biblia, aunque pocos de sus adeptos se toman la molestia de aprender hebreo o griego. Son tambi¨¦n prof¨¦ticos y apocal¨ªpticos, encontrando profec¨ªas del pr¨®ximo juicio final en los textos sagrados. Todo esto encaja con la tradici¨®n: las palabras del Antiguo Testamento siempre estaban en la boca de Cristo mientras forjaba los materiales del nuevo; ¨¦l cre¨ªa tambi¨¦n que el fin del mundo estaba en camino. Pero la emotividad que se transforma demasiado f¨¢cilmente en histeria no es un sustitutivo del rigor intelectual de la Iglesia que produjo a santo Tom¨¢s de Aquino y a Dante Ali-
Pasa a la p¨¢gina siguiente
Viene de la p¨¢gina anterior
ghieri. Sin unidad y sin una autoridad central no existe mucha esperanza para el cristianismo.
El prodigio b¨¢sico de la fe radica en la buena voluntad de Dios para descender a la Tierra en forma de hombre. Esto no es f¨¢cil de aceptar como un hecho hist¨®rico, y puede entenderse por qu¨¦ los jud¨ªos lo niegan. Los musulmanes consideran a Nab¨ª Isa, o el profeta Jes¨²s, como el ¨²ltimo de los grandes maestros antes de Nab¨ª Muhammad, o el profeta Mahoma. Son sensatos al insistir en el desconocimiento de la imagen de su profeta, quien, trascendiendo la biograf¨ªa y la iconograf¨ªa, inspira temor. Jesucristo ya no lo inspira. Puede v¨¦rsele como demasiado humano en la pantalla grande y en la peque?a. Jesucristo Superstar era una desdichada vulgarizaci¨®n. La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo, de Scorsese, escandaliza sencillamente porque es l¨®gica: si Cristo fue un hombre, tuvo los instintos de un hombre, incluyendo el sexual. Pero cualquier intento de transformar a Jes¨²s en un h¨¦roe de los medios de comunicaci¨®n de masas lo disminuye. Podemos esperar en el futuro alguna demoledora novela en la que Cristo sea un travestido, un hermafrodita o una mujer con una profunda voz de contralto. Se ha convertido en una simple materia pl¨¢stica, en un palestino exc¨¦ntrico que dec¨ªa cosas sorprendentes. ?El hijo de Dios? Bueno, todos nosotros somos hijos de Dios, ?no es cierto?, cualquier cosa o quien quiera que Dios sea.
Queda el acto m¨¢s asombroso e inaceptable de Cristo: el milagro de la ¨²ltima Cena. Hacer de la presencia humana de Cristo parte de uno mismo mediante la toma de un trozo de pan y un sorbo de vino consagrados es quiz¨¢ aceptable para los supersticiosos campesinos italianos, pero dif¨ªcilmente lo es para el hombre urbano, instruido y sofisticado. De manera que acabamos en una emasculada ceremonia de simple conmemoraci¨®n. La eucarist¨ªa es algo tan espantoso como la doctrina del infierno. Debido a que no nos gusta una cosa, la ignoramos o nos persuadimos de que no existe. La forma en que nos comportamos no tiene ninguna importancia eterna, y posiblemente ¨¦ste sea el motivo de que nos comportemos mal.
En el Reino Unido se sigue fingiendo estar de acuerdo con el cristianismo, aunque haya dejado de ser una creencia oficial en una sociedad que tiene que dar cabida a las religiones orientales. La catedral de York estaba herida por los rayos a trav¨¦s de los siglos, y se han gastado tres millones de libras en la restauraci¨®n de una obra maestra del arte medieval y no en un centro de culto. Cuando el mes pasado el pr¨ªncipe de Gales lanz¨® invectivas en la televisi¨®n contra nuestra inaceptable arquitectura, pudimos ver que estaba realmente deplorando una quiebra de la fe: nuestro perfil urbano est¨¢ atestado de monumentos al comercio, y nuestras iglesias est¨¢n degradadas. Existe el sentimiento de que la restauraci¨®n de la doctrina cristiana, completada con el fuego del infierno, podr¨ªa tener un efecto sobre la violenta juventud (aunque la historia nos ense?e que siempre ha habido en nuestras calles asesinatos y agresiones). Lo que con toda evidencia no quiere la gente es el terrible mensaje del cristianismo, que impone la aceptaci¨®n del Dios-hombre como una presencia cotidiana y como una manera de abordar la conducta diaria, que implica salvaci¨®n y condenaci¨®n. Al menos en el Reino Unido podr¨ªamos tambi¨¦n dar por perdido el cristianismo. Es, o bien fan¨¢tico (con el presidente de la C¨¢mara de los Lores condenado por asistir a una misa cat¨®lica), o caballeroso y tibio. Cristo dijo que arrojaba de su boca al tibio.
Todas ¨¦stas son palabras duras y no est¨¢n realmente de acuerdo con el esp¨ªritu de la Navidad. Pero el esp¨ªritu de la Navidad es fundamentalmente pagano, con su celebraci¨®n del solsticio de invierno y el eventual acercamiento de la primavera (de la que Cristo es una especie de Dios), con sus borracheras y su atiborrarse de comida. Mis pensamientos son de resaca anticipada, apropiados para la fiesta del primer m¨¢rtir cristiano. Esteban, el jud¨ªo griego, tuvo un momento de ¨¦xtasis antes de ser llevado para su lapidaci¨®n (con Saulo, todav¨ªa no Pablo, sosteniendo la ropa de abrigo de los lapidadores). Fue consciente de la brillante luz de la divinidad hecha hombre. ?nicamente el loco o el exc¨¦ntrico tienen hoy tales revelaciones, y no salen en los peri¨®dicos. El cristianismo no es considerado como suficientemente loco, pero ha llegado a ser un terrible inc¨®modo. Y la gente prefiere ser malvada a sentirse inc¨®moda.
Traducci¨®n: M. Carmen Ruiz de Elv¨ªra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.