Vecinos al fr¨ªo
Numerosas fincas de viviendas con el suministro de gas cortado de arriba abajo durante largos, d¨ªas, cocinas sin fuego, calefacciones fuera de servicio, duchas heladas en pleno invierno, concentraciones y protestas de quienes semejantes perjucios sufren, gestiones m¨²ltiples que: no terminan de resolver tan desesperante problema, continua aireaci¨®n del mismo en los medios de comunicaci¨®n, una dura batalla en la que, desde hace m¨¢s de un a?o, reclaman soluciones las v¨ªctimas de esta situaci¨®n, as¨ª como las asociaciones vecinales y la Federaci¨®n Regional de Madrid y -a la postre- un debate en la Asamblea de la Comunidad Aut¨®noma, el p asado d¨ªa 7 de diciembre, que tampoco ha servido para que las autoridades competentes se decidan a tomar las oportunas cartas en este asunto, que configura una penosa estampa, entre sainetesca y kafkiana, en este Madrid posmoderno de hoy.Sin embargo, cuando, ante esta situaci¨®n, los afectados se preguntan por qu¨¦ se est¨¢ produciendo, no hay m¨¢s remedio que hacerles ver que su causa no radica m¨¢s que en el incumplimiento de las leyes y en la falta de utilizaci¨®n de sus competencias por parte precisamente de las autoridades y los organismos de la Comunidad Aut¨®noma de Madrid.
Porque, en medio del confuso estado de cosas que est¨¢ cre¨¢ndose, el esquema de esta cuesti¨®n es, en realidad, bastante claro: basta con poner las normas legales en su sitio y por su orden, pero est¨¢ faltando la voluntad pol¨ªtica de cumplirlas. Ya que, por una parte, nos encontramos en presencia de un innegable cambio de la familia o tipo de gas a servir a los usuarios, al pasarse del industrial, o manufacturado, al gas natural, que se est¨¢ importando a tal fin. En esto, el Reglamento del Suministro de Gases Combustibles es inequ¨ªvoco y su art¨ªculo 29 no deja duda alguna al respecto. Por otra parte, el art¨ªculo 38 del mismo reglamento establece -con diafanidad a¨²n mayor, si cabe- que los costes que genere la adaptaci¨®n de las instalaciones a un cambio como el ahora en curso no ser¨¢n de cuenta de los usuarios, sino de la compa?¨ªa o las compa?¨ªas suministradoras.
Sin embargo, han existido grandes y dilatadas negligencias en la revisi¨®n de las instalaciones para su uso anterior con gas manufacturado y, ahora, se est¨¢n matando dos p¨¢jaros de un tiro -nunca mejor empleada esta met¨¢fora-, haciendo coincidir, precipitadamente, las revisiones que debieron hacerse en su d¨ªa, y no se hicieron, y la adaptaci¨®n de ¨¦stas al nuevo tipo del gas natural, pretendiendo, por supuesto, cobrarle al usuario el importe de todo ello junto, cuando -como hemos dicho-, el coste de esa adaptaci¨®n no es, legalmente, de cargo de ¨¦ste.
Cortes de suministro
Tama?o subterfugio se viene instrumentando con los cortes del suministro, que son noticia casi diaria, y que traen en jaque a numerosas familias, siendo de temer que terminen afectadas otras muchas m¨¢s en un futuro pr¨®ximo. Y a semejante modo de hacer tabla rasa de las previsiones legales se une, como ya indicamos, la inhibici¨®n de las autoridades auton¨®micas, que reh¨²san recurrir a sus atribuciones y competencias ante lo que est¨¢ ocurriendo.
Porque las funciones de ordenaci¨®n, reglamentaci¨®n, control, inspecci¨®n, ejecuci¨®n y sanci¨®n, directamente relacionadas con este problema, y que les vienen otorgadas por las oportunas fuentes de derecho a las comunidades aut¨®nomas y a sus correspondientes ¨®rganos, creemos los ciudadanos que estar¨¢n para algo y no s¨®lo de adorno. ?O no es as¨ª...?
El propio Reglamento del Suministro de Gases Combustibles, as¨ª como las modificaciones en ¨¦l introducidas por el decreto de 14 de diciembre de 1983 y, por encima de todo, las competencias que se regulan en los art¨ªculos 27, 28 y 37 del Estatuto de Autonom¨ªa de Madrid, ofrecen m¨¢s que holgado marco normativo al Gobierno de la Comunidad, no ya s¨®lo para resolver con firmeza y eficacia este lamentable trastorno social, sino para haber impedido que se planteara.
El peso de la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas y de sus ¨®rganos y su complejidad burocr¨¢tica conllevan un nada escaso sacrificio para los ciudadanos; lo menos que puede pedirse es que las competencias de la Administraci¨®n auton¨®mica no se queden en agua de borrajas cuando m¨¢s falta hace que se pongan en juego.
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