Amagar y no dar
EL EX presidente del Gobierno Adolfo Su¨¢rez se ha puesto de puntillas, pero no es seguro que su estiramiento en el debate sobre la huelga general le vaya a reportar los r¨¦ditos esperados. Los an¨¢lisis sociol¨®gicos sobre el electorado potencial del CDS indican que en su seno conviven dos sectores bastante diferenciados y dif¨ªcilmente articulables detr¨¢s de un mismo proyecto. De una parte, en la Espa?a interior, agraria, un sector conservador, concomitante con el de Fraga y atra¨ªdo por la aureola y simpat¨ªa personal del ex presidente. De otra, sectores de las clases medias urbanas radicalizadas por su desenga?o de la experiencia socialdem¨®crata y m¨¢s o menos nost¨¢lgicas de liderazgos populistas. El desgarro interno que deriva de esa doble alma se manifiesta con frecuencia en un relativo bloqueo hacia fuera. M¨¢s concretamente, en la abstenci¨®n ante los problemas pol¨ªticos del momento. El ya legendario silencio de Su¨¢rez no es el fruto de ninguna sutileza estrat¨¦gica, sino m¨¢s bien de la dificultad de hallar un mensaje que unifique el alma radical y el cuerpo moderado.Recogiendo cr¨ªticas de aqu¨ª y de all¨¢, Adolfo Su¨¢rez estuvo implacable en el Congreso contra el Gobierno; pero al precio de dejar flotando, una vez m¨¢s, la duda sobre cu¨¢les podr¨ªan ser sus propias propuestas sobre los problemas planteados. Su discurso result¨® ilustrativo de las caracter¨ªsticas que determinaron el fulgurante ¨¦xito y posterior derrumbe del suarismo en la transici¨®n. Gran habilidad para captar las dispersas voces de la calle y responder pragm¨¢ticamente a ellas, pero dificultad para articular esas respuestas en propuestas program¨¢ticas coherentes. Como todo seductor, Su¨¢rez tiene m¨¢s capacidad para conquistar que para retener los afectos.
Es cierto que en la Espa?a actual, como en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la Europa comunitaria, el espacio abierto entre la socialdemocracia centrada y el conservadurismo moderado es bastante estrecho. De ah¨ª que, renunciando a la inicial vocaci¨®n de equidistancia, su estrategia se haya desplazado gradualmente hacia la conquista del espacio dejado por el PSOE a su izquierda. Su¨¢rez permaneci¨® mudo durante el dram¨¢tico debate sobre la OTAN, para afirmar, meses despu¨¦s del refer¨¦ndum, que ¨¦l hab¨ªa votado no. Pronunciamiento que si denotaba cu¨¢les eran sus convicciones, a esas alturas resultaba m¨¢s est¨¦tico que ¨¦tico, por cuanto implicaba el reconocimiento de su renuncia a asumir los riesgos inherentes a toda ¨¦tica de las responsabilidades. Mudo ha permanecido tambi¨¦n en las semanas en que se preparaba la huelga general, y s¨®lo cuando el ¨¦xito de la convocatoria se hizo evidente proclam¨® que a ¨¦l no le hubieran montado una movilizaci¨®n de ese g¨¦nero. Despu¨¦s del 14 se apunt¨® ya decididamente al carro triunfador, sobrepasando incluso a los convocantes -por su izquierda- mediante la envenenada alternativa: o cambio de pol¨ªtica econ¨®mica, lo que implicar¨ªa, dijo, retirar los presupuestos para 1992, o elecciones anticipadas.
El CDS ha conseguido extender su implantaci¨®n territorial y cuenta con algunos valiosos cuadros pol¨ªticos. Pero sus expectativas pol¨ªticas siguen dependiendo casi exclusivamente del carisma de su jefe. Y si la presencia de ¨¦ste en el cartel garantiza un eco electoral estimable en cualquier caso, no parece que por el momento pueda aspirar a desempe?ar un papel diferente al de bisagra en alguna combinaci¨®n de gobierno m¨¢s amplia. Si la imagen producida por el debate de la semana pasada tuviera alguna relaci¨®n con la realidad, el aliado preferente de Su¨¢rez ser¨ªa Izquierda Unida, formando un bloque que aspirar¨ªa a expresar pol¨ªticamente el descontento sindical. De momento parece que Su¨¢rez ha dejado pasar una oportunidad de oro para, aprovechando el desconcierto del electorado de AP desde la retirada de Fraga, convertirse en el l¨ªder de una alternativa de centro-derecha. Incluso la posibilidad de desempe?ar el papel de refuerzo centrista de un PSOE sin mayor¨ªa absoluta -para intentar recomponer un espacio aut¨®nomo desde el poder- parece hoy problem¨¢tica. Tal como est¨¢n las cosas, a los socialistas les resultar¨ªa seguramente m¨¢s rentable un acuerdo con los nacionalistas catalanes -y quiz¨¢ los vascos- que con un CDS cogido por la contradicci¨®n permanente.
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