El 'porro' y la guerra
Me han propuesto que firme una petici¨®n para la despenalizaci¨®n de las drogas blandas, primero, y de las drogas duras, despu¨¦s.Aparte de las l¨®gicas consideraciones morales y sociales, psicol¨®gicamente soy contrario a cualquier sustancia que pueda alterar mi natural equilibrio ps¨ªquico y f¨ªsico (aunque padezco la penosa contradicci¨®n de un consumo habitual de alcohol, caf¨¦ y tabaco). A pesar de todo ello, por instinto, estar¨ªa de acuerdo con la legalizaci¨®n de las drogas blandas. He conocido a muchos j¨®venes que han fumado un porro sin problemas, otros que no se lo habr¨ªan fumado si no fuera algo prohibido y otros que han pasado del porro a las drogas duras s¨®lo porque la b¨²squeda de la hierba les ha puesto en contacto con un submundo de traficantes que les ha ido envolviendo en experiencias m¨¢s radicales.
Tambi¨¦n por instinto estar¨ªa a favor de la legalizaci¨®n de las drogas duras. Supongamos que hay 100 drogadictos. Alrededor de ellos gravita ese mundo de traficantes (drogadictos tambi¨¦n ellos, que buscan dinero para su propio consumo) y sus jefes, a quienes s¨®lo les interesa que aumente el n¨²mero de clientes.
Si la droga fuera de venta libre, supongamos que 50 contin¨²an drog¨¢ndose porque no pueden prescindir de ello y los otros 50 se mantienen al margen de ese mundo de vendedores clandestinos y de esa sensaci¨®n de transgresi¨®n que hac¨ªa interesante tal experiencia. Supongamos incluso que otros 50, que nunca se hab¨ªan drogado, deciden probar, ya que la droga est¨¢ a su disposici¨®n. En el peor de los casos seguir¨ªamos contando con 100 drogadictos, pero al menos habr¨ªamos conseguido que ese mundo del delito, que la clandestinidad de la venta produce y mantiene, fuera inofensivo (incluido el drogadicto que mata para pagar la droga). Al final se lograr¨ªa un amplio beneficio social.
Naturalmente, estoy preparado para escuchar, con la m¨¢xima seriedad y responsabilidad, todos los argumentos posibles en contra, sobre todo los que que apoyan en estad¨ªsticas convincentes; a veces ante ellas me quedo sobrecogido y perplejo
Pero ahora me doy cuenta de que el razonamiento ha de ser otro. Planteemos una hip¨®tesis m¨¢s optimista: supongamos que la legalizaci¨®n de todas las drogas reduce el n¨²mero de drogadictos de 100 a 10, quedando as¨ª desmantelada la industria de la droga. Pero hay que tener en cuenta que existen nultinacionales de este producto. Son organizaciones que mueven miles de millones y en as que intervienen personas profesionalmente excelentes. Por suerte, como la polic¨ªa los conoce muy bien, de cuando en cuando alguno queda neutralizado.
?Qu¨¦ suceder¨¢ con este ej¨¦rcito del crimen el d¨ªa que, despenalizada la droga, quede sin ocupaci¨®n? ?Decidir¨¢ invertir sus capitales en bonos del Tesoro? No lo lo creo.
Con la enorme liquidez disponible, una organizaci¨®n perfecta y una deliberada voluntad de al asesoramiento a bajo coste, este ej¨¦rcito intentar¨¢ reciclarse. ?C¨®mo? ?D¨®nde?
?Intensificando los secuestros?, ?Haciendo contrabando de menores en Oriente Pr¨®ximo? ?Ampliando el mercado armament¨ªstico? Para incrementar el contrabando de armas es necesario provocar al menos otros 10 focos de guerra en Oriente Pr¨®ximo, Asia y ?frica.
?Compensar¨¢ el n¨²mero de personas destinadas a morir con el n¨²mero de drogadictos salvados de la venta clandestina?
Comprendo que este razonamiento tan fr¨ªamente cuantitativo pueda resultar doloroso para quien tiene un drogadicto en su familia, pero ¨¦stos son los t¨¦rminos del problema. ?Aceptamos que para evitar que haya 10 drogadictos en casa mueran miles de personas en ?frica central?
Las polic¨ªas de todo el mundo conocen la industria de la droga y se ven impotentes para destruirla, pero al menos consiguen contenerla. El d¨ªa en que esta industria se introduzca en ¨¢reas imprevisibles, ?cu¨¢nto tiempo tardar¨¢ la polic¨ªa en ponerse a tono? ?Cu¨¢ntas vidas humanas se perder¨¢n en este lapso de tiempo?
La prohibici¨®n fue una locura. Pero, una vez concluida, ?d¨®nde han ido a parar los capitales que se invert¨ªan en el contrabando de alcohol? ?Con qu¨¦ resultados? Yo no lo s¨¦, y dudo que alguien lo sepa.
Entre tanto, y en contra de mi instinto y de mis c¨¢lculos emotivos, me asalta una gran incertidumbre ante cualquier pregunta sobre la despenalizaci¨®n de la droga.
Traducci¨®n: Pilar Fuente.
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