Salvar el ozono

Seg¨²n una vieja proclama ecologista, no tenemos m¨¢s que una sola Tierra. Y nuestro planeta s¨®lo tiene una atm¨®sfera. Cat¨¢strofes recientes, como la de Chernobil, han sido m¨¢s convincentes que cien discursos con respecto a esta evidencia. En un mundo en el que las fronteras son cada vez m¨¢s relativas, la cuesti¨®n de la contaminaci¨®n sigue estando presente en las reuniones internacionales. Las lluvias ¨¢cidas amenazan, con su acci¨®n sobre la capa de ozono, al conjunto del ecosistema planetario. Felizmente, los ego¨ªsmos nacionales o regionales ya no pueden dar la espalda a este problema: aunque con lentitud, la urgencia de este asunto ha hecho triunfar la ?dea de que hay un patrimonio com¨²n en peligro. El aire que respiramos es de cada cual; no obstante, los venenos que flotan en la atm¨®sfera son para todos, que es lo mismo que decir que o la protecci¨®n del medio ambiente se hace a nivel mundial o vio se hace.El tratado internacional sobre el ozono se parece a la capa gaseosa que trata de preservar: est¨¢ lleno de agujeros. Elaborado m¨¢s de acuerdo con intereses industriales o financieros que con constataciones cient¨ªficas, justifica la producci¨®n de materias peligrosas de efecto duradero. Baste se?alar que Margaret Thatcher, que rio pasa por ser una apasionada de la ecolog¨ªa, la juzga incluso insuficiente. Intentar salvar el ozono no es m¨¢s que un primer paso, t¨ªmido, pero indispensable.

4 de enero