La voz de Hierro
El poeta declema sus versos en el Centro Cultural de la Villa
Hab¨ªa 75 asistentes de los que 14 eran se?ores de edad, uno apartado, y las dem¨¢s, se?oras de suave perfume y charla incesante. Hab¨ªa tambi¨¦n dos ni?as. Eso era antes de que apagaran las luces. Para cuando el poeta Jos¨¦ Hierro cont¨® la "historia maravillosa" del pescador que planta un cipr¨¦s cuando le nace una hija, el aforo se hab¨ªa ido llenando a oscuras y hab¨ªa quien, al cabo de cada poema, gritaba un bravo encendido. Suced¨ªa en el Centro Cultural de la Villa, el mi¨¦rcoles, ya de noche. En la boda de la hija, el pescador corta el cipr¨¦s y con ¨¦l hace el m¨¢stil del barco en el que los novios han de partir.
Muchos han hablado ya del aspecto un tanto extranjero que la edad ha ido modelando en Jos¨¦ Hierro,hasta llegar, a sus 66 a?os, al de una especie de bonzo, como dijo su presentadora, Fina de Calder¨®n; un bonzo con la voz cascada de los poetas que fuman subrayada por circunstancias extremas: peloal borde de la simple desaparici¨®n, raya horizontal de unos ojos asli¨¢ticos y acento circunflejo en las ce as. Voz igualmente adiestrada para la cl¨¢sica letan¨ªa de la ausencia, y no la de la amada, sino la del padre, al modo de Manrique: "In¨²tilmente fu¨ª recorriendo senderos entre m¨¢rmoles..." Y m¨¢s tarde: "No estamos jam¨¢s donde morimosdefinitivamente, sino donde morimos d¨ªa a d¨ªa" (Remordimiento).
Alguna vez dijo Hierro que s¨®lo dispone de un libro de los que ha escrito, y que la antolog¨ªa que consulta en los recitales se la presta su mujer. Queda pues irresuelto el misterio del origen de los libros que ley¨® en el recital. Hierro vest¨ªa corbata verde sobre camisa verde y chaqueta de tweed, y esa era su concesi¨®n a un recital de empaque un punto empalagoso: en una esquina se exhib¨ªa el poster de una lira.
"Soy la persona menos capaz de inventar", dijo Hierro en una pausa que debi¨® de ser la que anteced¨ªa a su poema La fuente de Carmen Amaya, inspirado en unart¨ªculo de Gonz¨¢lez Ruano. El poeta recrea la emoci¨®n de la c¨¦lebre gitana a la que condecoraron poni¨¦ndole su nombre a una fuente de Barcelona. Llegado el instante de recoger la medalla, la gitana llega hasta la fuente, se quita el guante, moja un poco el rostro y llora. "Era el mar, y era la fuente junto al mar, y entre los dos estaba yo..."
Hierro tambi¨¦n cont¨® el cuento de los porqueros que deshincharon sus cerdos y los plancharon, porque son las historias maravillosas, dijo, "las que permiten seguir viviendo". V¨ªctor Monge, Serranito, y un par de amigos interpretaron luego en guitarra otro tipo de poemas, sin letra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.