Entre la belleza y el tedio
Con algunas modificaciones sobre el reparto previsto inicialmente, retorn¨® al escenario de la Zarzuela Don Giovanni, de Mozart, una de las m¨¢s altas consecuciones en la historia del g¨¦nero dram¨¢tico, y no es preciso acudir a Goethe para reafirmarlo una y otra vez. Basta con enfrentarse a Wolfgang Amadeus. No fue Katia Ricciarelli Do?a Elvira, sino la ovetense Ana Mar¨ªa Gonz¨¢lez; Don Octavio, C?sta Winberg, en alternancia con Frank Lopardo, fue cantado por otro espa?ol, el olotense Dalmacio Gonz¨¢lez. El resto del reparto se mantuvo seg¨²n el anuncio primero, publicado, hay que decirlo, con muchos meses de antelaci¨®n.Si no hubiera estado al frente de la parte musical el director Antonio Ros Marb¨¢, este Don Giovanni inaugural de la temporada merecer¨ªa, si no el fuego infernal que se gan¨® el burlador, cuya humareda nos envolvi¨® anteanoche a todos, s¨ª el olvido. Pero Ros Marb¨¢ impuso la t¨®nica que le es caracter¨ªstica: el imperio de la musicalidad, la belleza sonora, el dominio del estilo, el equilibrio y la mesura.
Don Giovanni
Libro de Da Ponte, m¨²sica de Mozart (nueva producci¨®n). Teatro L¨ªrico Nacional. Direcciones: Antonio Ros Marb¨¢, m¨²sica; Mario Corradi, escena; Freddy Gerlachi, luces; Giselle Roberge, coreograf¨ªa. Decorados: Mario Bernedo; figurines: Pedro Moreno. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid y Coro del Teatro L¨ªrico Nacional. Int¨¦rpretes: W. Brendel, J. Ryh?nen, F. Robinson, D. Gonz¨¢lez, A. M. Gonz¨¢lez, F. Ellero, A. Echeverr¨ªa y C. Gonz¨¢lez. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 13 de enero.
Tuvimos, y no fue poco, un muy meritorio Don Giovanni: el del bar¨ªtono alem¨¢n Wolfgang Brendel, y un Comendador excelente gracias al bajo finland¨¦s Jaako Ryh?nen, ambos figuras de relieve por voz y por talento interpretativo. Con ellos, a pesar de ciertas notas escasamente bellas, destacar¨ªa la labor general de Ana Mar¨ªa Gonz¨¢lez, que, sobre un bonito timbre, consigue indiscutible encanto para los personajes que interpreta. La Do?a Ana se vio defendida / atacada por la soprano norteamericana Faye Robinson: voz grande y potente, escasamente atractiva, gran aliento, dominio teatral y car¨¢cter firmemente dibujado.
M¨¢rmol y ladrillo
Gris y hasta dando la sensaci¨®n de cierta inseguridad, el tenor Dalmacio Gonz¨¢lez, bien conocido por su gratamente coloreada materia vocal, y francamente aceptable el Leporello de Francesco Ellero d'Artegna, bajo bien cotizado en el mercado. Agrad¨® m¨¢s el Masetto de Alfonso Echeverr¨ªa que la Zerlina de Carmen Gonz¨¢lez.Eso fue todo, en medio de unos escenarios situados entre la tradici¨®n y la modernidad, entre el m¨¢rmol y el ladrillo, y en ocasiones excesivamente bonitos, originales de Mario Bernedo; una discreta iluminaci¨®n, una elemental¨ªsima coreograf¨ªa y unos buenos trajes de Pedro Moreno. Tambi¨¦n a medio nivel el coro. La suma de todos los elementos, incluidos los mejores dio por resultado una l¨ªnea bastante tediosa, que es justamente lo contrario de la vivacidad incesante que anima la obra mozartiana y decide su talante. Al final, los aplausos mayores fueron para Ros Marb¨¢ y Brendel, y en alg¨²n caso llegaron a escucharse protestas, m¨¢s bien moderadas. Conviene recordar, para medir los juicios, la gran dificultad de esta ¨®pera maestra. No se rinde f¨¢cilmente el burlador.
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