De la huelga a la v¨ªa
(De la pol¨ªtica que no hacen los pol¨ªticos que hacen la pol¨ªtica que hacen los pol¨ªticos)
Ya est¨¢ bien, se?ores. Ya se han entretenido ustedes lo suyo con la Huelga General del pr¨®ximo pasado d¨ªa: ya han hecho los doctos sus an¨¢lisis de las causas y consecuencias; ya los l¨ªderes y representantes han tratado de sacarle su dividendo; ya el Gobierno ha disfrutado de su amago de conmoci¨®n y todo, casi como si fuera de verdad, y los Medios de Formaci¨®n de Masas le han exprimido al asunto el unto que les proporcionaba, a cambio de convencer a los individuos de las mismas de que hab¨ªa pasado algo. Bueno, pero ya est¨¢ bien, ?no les parece? Comprendo que el montaje, meses por anticipado y con los medios de marketing m¨¢s de punta (?no van a manejar los Trabajadores, faltar¨ªa m¨¢s, las mismas armas que sus Explotadores?), debi¨® de costar muy caro, y comprendo que se le haya querido sacar todo el jugo que tuviera; pero el caso es que no ten¨ªa mucho; y aunque a la gente se la pueda tener entretenida un par de semanas con fantas¨ªas adornadas de numeritos, tampoco hay que pasarse. Ello es que la Uni¨®n Sindical, tras unos meses de promocionar la Idea como est¨¢ mandado, consigui¨® su fiesta del 14 de Diciembre (que seguro que se conmemorar¨¢ unos cuantos a?os, si todo sigue igual de bien), as¨ª como la Iglesia hab¨ªa conseguido reinstaurar la de la Inmaculada el 8 de Diciembre, a cada cual lo suyo, a izquierda y a derecha, como Dios manda (la sindical, es cierto, tuvo un descanso mucho m¨¢s respetado que la eclesi¨¢stica; pero es que hay que reconocer que la organizaci¨®n era mucho mejor y m¨¢s al d¨ªa; y adem¨¢s, qu¨¦ diablos, que la Iglesia lleva ya unos siglos de desgaste en esto de la formaci¨®n de los creyentes), as¨ª que bien, ya est¨¢.Reajustes salariales
En cuanto al asunto en s¨ª, como es imposible, seg¨²n record¨¢bamos aqu¨ª unos d¨ªas antes, que a estas alturas haya nada de verdad en el enfrentamiento entre un Estado progresado y la Organizaci¨®n de los Trabajadores empleados en la Empresa de su Capital, pues ha venido a parar a los cauces familiares que deb¨ªa: la discusi¨®n en una serie de Mesas sobre las cifras de los reajustes salariales (o sea lo mismo que a cada habitual per¨ªodo reivindicativo, as¨ª como la Loter¨ªa de Navidad es la misma que todos los meses, s¨®lo que con premios m¨¢s gordos y con los huerfanitos volviendo de viva voz a cantar las cifras), y como la presi¨®n sindical tendr¨¢ el ¨¦xito que corresponde al bombo, ello har¨¢ en los pr¨®ximos meses trabajar intensamente a la Banca y a la Gran Empresa, para ver c¨®mo a su vez se ajusta y saca del meneo el lucro que al Dinero progresado le viene de cada corrida en la escalada de precios y salarios y del consiguiente juego que esa oscilaci¨®n permite con el Cr¨¦dito (que es la Fe de la Iglesia Nueva) y con el Tiempo, que es el Dinero mismo (?o todav¨ªa te cre¨ªas t¨², currante, que dinero era esos billetitos que te sueltan cada mes para que vayas pagando los plazos del televisor extraplano y del otro auto?), mientras que el Gobierno, por su parte, ha salido naturalmente fortalecido del parip¨¦ de censura por la izquierda, ratificada la fe que en ?l tienen puesta (y que ni un momento Le ha desasistido) la Banca y la Gran Empresa, en tanto que los Sindicatos, en justa retribuci¨®n, se meten el gran lote de promoci¨®n social, que falta les hac¨ªa; porque mucha promoci¨®n hace falta para seguir haciendo creer a la gente que Ellos representan su miseria y sus anhelos: casi tanta como para hacerle creer que, a estas alturas todav¨ªa, se ha fabricado un auto nuevo.
Pero ?basta tambi¨¦n de divertimos aqu¨ª tanto con la Huelga General de Dios! Y hasta puede que a algunos de los lectores m¨¢s finos y proletarios de este Rotativo les parezca de mal gusto que un t¨ªo escriba de esas cosas con sarcasmo y cachondeo. No se percatan acaso de que esto no es m¨¢s que respirar por la herida; y no la herida del t¨ªo en cuesti¨®n (que ¨¦l bien a gusto que se lo monta, echando su cuarto a espadas y todo en esta timba), sino la herida de los que bajo estos manejos de los pol¨ªticos padecen. Pero, ea, si: aqu¨ª se acab¨® el sarcasmo, y desde aqu¨ª vamos a hablar en serio de lo serio.
Lo serie, es que, por debajo de toda esa tramoya vana y burocr¨¢tica incesante de los organizadores del caos, de los administradores de la muerte, est¨¢ la pol¨ªtica que Ellos no hacen, que no podr¨¢n hacer jam¨¢s desde ah¨ª arriba: est¨¢ el pueblo, la gente sin n¨²mero ni nombre, que padece su miseria reciclada seg¨²n los tiempos, que obedece y sirve y pena, no ya por la fuerza del l¨¢tigo pasado de moda, sino por el enga?o y confusi¨®n de sus propias ideas y sus propias necesidades que les han armado los contables y manipuladores: que les hacen creer que lo que quieren es cada uno su puestecito seguro en el Aparato, y su 7% m¨¢s, para trabajar 7% m¨¢s en el trabajo de comprar lo que les manden, y una Seguridad Social m¨¢s progresada, que les lleve el d¨ªa de ma?ana a recorrer Europa en autob¨²s de jubilados... Cuando lo que los pobres deseaban era que nos dejaran vivir un poco.
Pero esto de "vivir" parece demasiado vago para pol¨ªtica, ?verdad? Queremos m¨¢s bien ejemplos concretos y precisos de c¨®mo es ese cambiazo que a la gente se le pega y en que el Dominio se asienta: ejemplos de la pol¨ªtica del pueblo. Ya los iremos sacando aqu¨ª, si la salud y el humor no falta. Pero, por hoy, uno bien patente y representativo: el de la imposici¨®n de los medios de transporte imb¨¦ciles y el tratamiento del ferrocarril.
Tren de Alta Velocidad
Aqu¨ª mismo les han explicado a ustedes qu¨¦ es lo que significan esos planes billonarios del Tren de Alta Velocidad, destinado al servicio o las ilusiones de cuatro Ejecutivos de Dios, y a acabar de meter la red de v¨ªas y trenes normalitos de pueblos y ciudades donde la gente viv¨ªa, que a nosotros, los corrientes y de abajo (que seremos los que carguemos con los costos gigantescos del Alta Velocidad) era lo que nos serv¨ªa y nos hac¨ªa falta; y asimismo, qu¨¦ significa lo del estrechamiento de v¨ªas a la europea, una idea est¨²pida hasta lo detonante, que, si llega a realizarse, aparte de los millones de millones, a los que la imaginaci¨®n popular no alcanza (pero a Ellos ?qu¨¦ m¨¢s les da, si lo que el Dinero quiere es inoverse, sea como sea?), nos iba a dejar media Espa?a y Portugal en estado de obras perpetuas, con veinte o cuarenta centros donde organizar dentro de la Pen¨ªnsula los cambios de v¨ªa europea a v¨ªa vieja (o sea lo que ahora se hace en dos puntos de la frontera, donde cab¨ªan, lindos y baratos, cualesquiera perfeccionamientos y agilitaciones en los cambios de ejes de todos los trenes que hiciera falta), en obras durante treinta a?os, durante siglo y medio (a Ellos ?qu¨¦ m¨¢s les da, si la Historia es suya?), hasta conseguir acabar con toda la utilidad para la gente de los trenes y la v¨ªa f¨¦rrea. Y todav¨ªa, para estrambote, hablan ahora, en vez de volver a poner en uso el ferrocarril de Canfranc, de abrir otro t¨²nel por los Pirineos, al ladito del del tren, para sus cochecitos y camionazos.
Pues bueno, para qu¨¦ m¨¢s: ah¨ª tienen el ejemplo. El Estado y el Capital, por su lado de la n¨®mina, tienen sumo inter¨¦s en machacar los medios de transporte ¨²tiles, baratos y populares, y en imponer a cambio los inferiores, torpes, impotentes y costosos (los aut¨ªtos personales, en que el ideal democr¨¢tico se encama, remplazando por un farrago urbano interminable cuatro l¨ªneas de tranv¨ªa, y los camionazos machacando en fila autopista noche tras noche, en sustituci¨®n de un par de trenes de mercanc¨ªas), porque bien se sabe la enormidad de los intereses que hay detr¨¢s de la gasolina, la autopista y dem¨¢s, para Capital y Estado juntamente; y adem¨¢s, que el tener a la gente continuamente trabajando en inutilidades ha sido la pol¨ªtica primordial del Estado desde el comienzo de la Historia: fue anta?o la construcci¨®n de las Pir¨¢mides, los descomunales monumentos a la Muerte: ahora son ¨¦stas las Pir¨¢mides que nos tocan, igual de in¨²tiles y enormes, igual de dedicadas a la Muerte, que es la vida del Capital y del Estado. As¨ª que, por lo que a Ellos ata?e, las cuentas est¨¢n claras.
Vamos a la otra cara de la n¨®mina: los Obreros Organizados, las banderas de nil¨®n rquo y las pancartas de exigencias a los Gobiernos. Pues bien: a ning¨²n Sindicato, a ning¨²n l¨ªder de trabajadores, a ning¨²n socializante de buena ley se les va a ocurr¨ªrjam¨¢s que esta explotaci¨®n y enga?o de los pueblos, en sus medios de transporte por ejemplo, sea un asunto pol¨ªtico siquiera, un asunto serio al que les corresponda dedicarse: serio y pol¨ªtico es ocuparse de las reivindicaciones salariales y la exigencia de planes de empleo m¨¢s completos y dem¨¢s peri¨®dicas demandas dirigidas, manos arriba, hacia el Poder, y la organizaci¨®n de una buena burocracia sindical, al ladito y al modelo de lo estatal y la bancaria: eso s¨ª; pero ?autos y trenes?, ?ferrocarriles y autopistas? Hombre, no: eso...
?Quieren que les cuente? Hace cuatro y tres a?os, con motivo del cierre de unas cuantas l¨ªneas (la raz¨®n consabida de la Falta de Rentabilidad, est¨²pida hasta hacer sangre, cuando se consideran los billones de la Alta Velocidad y la V¨ªa Europea), que despert¨® algunas protestas airadas y populares, se form¨®, por abajo, una coordinadora pro-ferrocarril, en la que estaban, entre otras gentes, muchos bravos ferroviarios; luego... Va para un par de a?os que la coordinadora se ha amortecido y ha dejado de dar guerra. Pues bueno, ?saben c¨®mo ha sido?: se la han comido los Sindicatos: los m¨¢s activos y punteros de sus hombres han tenido que dedicarse a las reivindicaciones, a constituir la Uni¨®n Sindical y a otras atenciones pr¨¢cticas y pol¨ªticas por el estilo, y no tienen tiempo para luchar por el ferrocarril del pueblo contra los autos y las pistas de los Amos. Ah¨ª tienen el cuento.
Mentiras en celof¨¢n
Y ?qu¨¦ es lo que hace que los Sindicatos y Organizaciones laborales no puedan jam¨¢s hacer nada contra la imposici¨®n sobre el pueblo, por los enormes intereses de Arriba, dela producci¨®n y el consumo de inutilidades y cargas de la vida y mentiras en celof¨¢n? Pues es, principalmente, los Puestos de Trabajo. Por ah¨ª los tienen cogidos. El miedo al miedo del desempleo, el gran problema fantasmal del Paro, la fe que a los Individuos de la Masa les han metido (y que el Sindicato no puede menos de cultivar) de que la vida consiste en tener cada quisque su puesto de trabajo, y todos entonces "Zzzzz", que cantaban las abejitas en el himno de "Ruinasa".
?Qu¨¦ importa que las pistas y los t¨²neles y los autos y los chips inform¨¢ticos y las naves espaciales no sirvan nada m¨¢s que para estorbos y basuras?: si con ello se consigue crear unos miles de puestos de trabajo y encogerles unos puntos a las estad¨ªsticas del Paro, ya todo est¨¢ justificado. Y esa pol¨ªtica, tan conveniente para el Estado y el Capital, los Sindicatos de Trabajadores tienen a la fuerza que compartirla; y una vez que en esa fe comulgan el Estadoy-Capital con las Organizaciones de sus empleados, pues ya est¨¢ todo hecho: a obedecer, y reivindicar, pero como Dios manda.
Por eso ser¨ªa tan alegre y bendito que algunas voces de ac¨¢ abajo empezaran a romper a decir lo que la gente, sin saberlo, siente de coraz¨®n y de raz¨®n: "El pueblo no quiere trabajar. Que trabajen las m¨¢quinas, que para eso se inventaron, y no para que me hagan a m¨ª trabajar en hacer m¨¢quinas que no sirven para nada m¨¢s que para crear puestos de trabajo y solucionarle al Se?or la papeleta. Abajo el Trabajo! Viva el pueblo!".
?Les parece que esto es poco pr¨¢ctico y pol¨ªtico, y desmovilizador y desconcienciador, se?ores? Pues miren, antes de irse a la oficina, c¨®mo por ac¨¢ abajo se nos yergue el antebrazo.
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