Honor
?En qu¨¦ rinc¨®n del cuerpo humano, en qu¨¦ secreta v¨ªscera se albergar¨¢ el honor? ?Estar¨¢ acaso aposentado en nuestro h¨ªgado, una zona proclive a melancol¨ªas y biliosidades? ?En el coraz¨®n, tan ensangrentado y emotivo? ?0 quiz¨¢ en el h¨²medo caos del bajo vientre, junto a otras pasiones turbulentas? Sea como fuere, estoy segura de que no se encuentra en el cerebro. El honor y la raz¨®n son sustancias que se repelen, ejercicios del alma incompatibles.Leo en una entrevista de un importante diario que Amilibia mat¨® a su muerto por honor. Hubiera sido el hazmerre¨ªr de todo el orbe, viene a decir el periodista procesado, si no hubiese disparado al que, seg¨²n ¨¦l, estaba atacando a su mujer. Honor suele rimar con muerte, con sangre y con violencia, en una rima asonante, de la esencia misma del concepto. El honor, sobre todo, est¨¢ siempre relacionado con los otros, con los espectadores de tu vida. Mientras la dignidad es un asunto privado, que uno dirime en la soledad de su conciencia, el honor es un espect¨¢culo p¨²blico, una funci¨®n de circo tumultuosa. Depende del qu¨¦ dir¨¢n, de lo que los dem¨¢s opinen, de la norma colectiva que uno escoja. Tanto llenarse la boca con la palabra honor, tanto alardear de fino escr¨²pulo, tanta pamema y reconcomio, y luego resulta que toda esa zapatiesta no es m¨¢s que un acto social, un deseo rudimentario de que te quieran y te acepten.
Por honor sacan los tanques los militares golpistas y destrozan el estuco parlamentario los tejeros. Por honor mueren mujeres supuestamente infieles, o ni?os reci¨¦n nacidos a manos de sus madres solteras y aterradas. Qu¨¦ aliviado quedar¨ªa el mundo si desapareciera ese concepto de honra ultramontana que siempre nos toca pagar cruentamente a los dem¨¢s. El honor no es m¨¢s que un espejo de azogue podrido que devuelve una imagen deformante. Y ah¨ª, atrapados en la dictadura de ese torpe reflejo, sucumben los m¨¢s d¨¦biles, los m¨¢s irracionales, convertidos, eso s¨ª, en verdugos finamente honorables.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.