Un negocio envenenado
La ayuda alemana a Libia para montar la f¨¢brica qu¨ªmica de Rabta se vuelve contra Kohl
El esc¨¢ndalo surgi¨® con el A?o Nuevo como un mal augurio para el canciller alem¨¢n occidental, Helmut Kohl. En tres semanas, la noticia publicada por The New York Times ha causado un da?o incalculable a las relaciones entre los dos aliados m¨¢s poderosos de la Alianza Atl¨¢ntica. Empresas de la RFA ayudan a Libia a construir una f¨¢brica con capacidad de producir armas qu¨ªmicas.
Las armas con las que se hace Muammar el Gaddafi tienen como objetivo declarado un posible ataque contra Israel, cuya destrucci¨®n como Estado es la m¨¢xima ambici¨®n. Surge as¨ª una asociaci¨®n que es una pesadilla para el Gobierno de Bonn: alemanes preparan gases t¨®xicos para matar jud¨ªos. "Auschwitz en el desierto", escrib¨ªa el corrosivo comentarista norteamericano William Safire.Poco m¨¢s de cuatro d¨¦cadas despu¨¦s del final de la II Guerra Mundial, y pese a las condiciones impuestas entonces al Estado alem¨¢n por las potencias occidentales, la RFA es ya el quinto exportador de armas del mundo, con unos ingresos de 1.400 millones de d¨®lares (unos 168.000 millones de pesetas).
Mientras sean carros de combate para Chile, submarinos para Sur¨¢frica, armas autom¨¢ticas para Irak e Ir¨¢n o aviones de combate para Jordania, Washington no parece molestarse con su aliado, al que anima a mantener una industria vital tambi¨¦n para la OTAN. La RFA exporta armas a m¨¢s de 150 pa¨ªses. La prohibici¨®n de exportar a zonas en conflicto no puede ser as¨ª m¨¢s que una ilusoria declaraci¨®n de intenciones.
La implicaci¨®n alemana en la construcci¨®n de una f¨¢brica con capacidad de producir armas qu¨ªmicas libias cuyo objetivo es Israel es una cat¨¢strofe pol¨ªtica de primer orden. Nuevas revelaciones de un semanario, que acusa a compa?¨ªas alemanas de participar tambi¨¦n en la construcci¨®n de una f¨¢brica de armas biol¨®gicas en Irak, auguran, de ser confirmadas, un nuevo desastre para el prestigio internacional de la RFA.
Vertiginosa escalada
Con las, pruebas norteamericanas y brit¨¢nicas sobre Rabta, el esc¨¢ndalo estaba servido para Bonn, pero nadie contaba con su vertiginosa escalada. El Gobierno alem¨¢n occidental la hizo posible con la pol¨ªtica informativa m¨¢s deplorable que pueda imaginarse. De "tonta y torpe" llegaba a calificar la actuaci¨®n de Kohl el prestigioso semanario Die Zeit, dirigido por el antecesor de Kohl, el socialdem¨®crata Helmut Schmidt.
La gesti¨®n de la crisis parece de hecho ideada por un enemigo de Kohl. Nuevos datos la agravan. Otra compa?¨ªa alemana equipa a los aviones libios para que puedan abastecerse de combustible en vuelo, es decir, para llegar a Israel y volver a Libia.
Alemanes occidentales ayudan a Gaddafi a construir f¨¢bricas qu¨ªmicas, y alemanes occidentales le dan la posibilidad de lanzarlas sobre Israel. Para cualquier Estado, es un esc¨¢ndalo dotar a Libia de estas armas prohibidas. Para la RFA, que asume su responsabilidad hacia el pueblo jud¨ªo que se deriva del holocausto, es a¨²n peor que eso, como muestran las reacciones, muchas de ellas de verg¨¹enza.
Con su reacci¨®n ante las revelaciones procedentes de Estados Unidos, Kohl ha causado adem¨¢s graves tensiones entre Bonn y Washington. Comenz¨® negando que hubiera pruebas de la implicaci¨®n de compa?¨ªas germanas en el proyecto bajo sospecha en Libia. Despu¨¦s de probado, neg¨® que hubiera evidencias de que la f¨¢brica de Rabta estuviera destinada a la producci¨®n de armas qu¨ªmicas.
El 18 de enero, el Gobierno de Bonn tuvo que reconocer que existen pruebas de los fines militares de la f¨¢brica. En realidad, y en abierta contradicci¨®n con anteriores afirmaciones suyas y de sus colaboradores, el Gobierno alem¨¢n occidental contaba des-
de hace m¨¢s de un a?o con informaciones sobre la implicaci¨®n (le la compa?¨ªa lmhausen Chemie en la planta libia de Rabta. En agosto de 1987, los servicios de informaci¨®n (BND) hab¨ªan remitido a la canciller¨ªa sus sospechas sobre una f¨¢brica en Rabta y sus posibles fines mil?tares.
El 18 de mayo de 1988, el Ministerio de Asuntos exteriores recibe en Bonn un escrito de la Embajada norteamericana en el que se habla ya de tres compa?¨ªas alemanas participantes en el proyecto de Rabta, entre ellas Imhausen Chemie.
Kohl lo sab¨ªa
La versi¨®n gubernamental vigente indica que Kohl suipo de la planta de Rabta en un encuentro celebrado en Washington el 15 de noviembre de 1988. Entonces, el secretario de Estado, George Shultz, y el director de la CIA, William Webster, presentaron sus pruebas de que en Rabta estaba en marcha la construcci¨®n de una planta de armas qu¨ªmicas.
Fuentes en Bonn se?alan que Kohl reaccion¨® con gran malestar ante la forma en que Shultz, Webster y otros miembros de la Administraci¨®n norteamericana presentaron sus reproches a la pasividad de su Gobierno en este caso. Adem¨¢s, el canciller se indign¨® por la reacci¨®n de la Prensa norte americana. ?sta est¨¢ siempre muy dispuesta a sacar a relucir -se vende muy bien entre el lector norteamericano- el viejo estereotipo del alem¨¢n perverso y belicista. Las pel¨ªculas norteamericanas suelen tener un personaje alem¨¢n bruto. La Prensa tambi¨¦n parece necesitarlo.
Las compa?¨ªas alemanas insisten en estar convencidas de que Rabta es una planta de fabricaci¨®n de productos farmac¨¦uticos. Pero hace ya meses que Imhausen sac¨® de la RFA numerosa documentaci¨®n sobre este caso, que, insiste la direcci¨®n, considera inofensivo.
Tambi¨¦n el ejecutivo iraqu¨ª Isan Barbouti, que gestion¨® desde Francfort los suministros alemanes a Libia, asevera su convicci¨®n de que coopera en un proyecto para fabricar f¨¢rmacos.
La compa?¨ªa Intec, que equipa a los aviones libios para poder repostar en vuelo, insiste en que sus trabajos en Libia nada tienen que ver con armamento. La compa?¨ªa Pen Tsao, una sociedad con sede en Hamburgo y en Hongkong, es, seg¨²n todos los indicios, un mero instrumento para confundir sobre el destino real, Libia, de los suministros de Imhausen a Rabta.
La RFA ha tenido unos 170.000 millones de d¨®lares de super¨¢vit en su balanza comercial. Uno de cada tres trabajadores vive de la exportaci¨®n. Por ello, la exportaci¨®n de todo, desde coches de lujo a antibi¨®ticos, es la columna vertebral de su econom¨ªa. Prioridad absoluta. S¨®lo requieren permiso los "productos sensibles", armas, alta tecnolog¨ªa y, t¨¦cnica nuclear. En la duda, siempre se concede el permiso. La oficina que concede estas licencias, dependiente del Ministerio de Econom¨ªa, tuvo que estudiar 7.500 solicitudes el pasado a?o con una plantilla de 70 funcionarios. No puede extra?ar que no sean excesivamente meticulosos. Nadie puede pedir que investiguen si los datos de la solicitud son ciertos. El canciller federal ha anunciado una legislaci¨®n m¨¢s severa.
Demasiado tarde en este caso. El da?o est¨¢ hecho. Pocos creen adem¨¢s que las compa?¨ªas, cuyos ejecutivos quieren presentar balances positivos a cualquier precio, se vean asaltadas por escr¨²pulos a la hora de suministrar productos de doble uso a pa¨ªses en conflicto y al Tercer Mundo.
Un producto qu¨ªmico que sirve para fabricar pesticidas puede servir para hacer gas mostaza. Los ejecutivos se fuerzan a pensar que se quiere fabricar lo primero, y ya est¨¢. En otros casos, la, excusa es a¨²n m¨¢s c¨ªnica: "Si no suministramos nosotros, lo har¨¢n otros. La competencia es la sal de la econom¨ªa".
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