Del plumazo a la puntilla
Dentro de la miseria universal del cine no americano, la espa?ola fulge con luz propia. El m¨¢ximo distribuidor y exhib¨ªdor de cine de Espa?a, el Estado, es a la vez el m¨¢ximo triturador del cine nacional, ya que tanto Televisi¨®n Espa?ola como las televisiones auton¨®micas emiten cada vez m¨¢s horas y se aprovisionan menos de material nacional.Si esa doctrina de enclave, de dictadura militar suramericana, vaya, se hubiese aplicado a otros sectores industriales, todos los espa?oles estar¨ªan hoy donde est¨¢ su cine: en la sopa popular.
Fines Partidistas
Y no tiene arreglo. Lo ha dicho la propia Pilar Mir¨®. A los pol¨ªticos s¨®lo les interesa Televisi¨®n Espa?ola para sus fines partidistas. Traducci¨®n: no podemos hacer comunicaci¨®n porque hacemos propaganda Y Sempr¨²n remacha: no hay manera, de que hable con Pilar de cine. ?Se dan cuenta? El encaje cine-televisi¨®n, es decir, la constituci¨®n de un modelo integrado de comunicaci¨®n, no es institucional, sino personal. ?Toma modernidad!
Del v¨ªdeo, ?qu¨¦ decir? S¨®lo el comunitario genera el 50% de todos los ingresos de salas de Espa?a: 15.000 millones. No nos llega un duro. El otro v¨ªdeo, el del club, produjo 7.000 millones... en royalties que EE UU repatri¨®. A EE UU, naturalmente. Es su cine, despu¨¦s de todo, aunque el dinero sea nuestro. ?Entienden ahora lo de enclave? Pues entre televisi¨®n y v¨ªdeo se llevan el 90% de los espectadores de una pel¨ªcula. ?Porcentaje con el que contribuyen a la financiaci¨®n del producto? Pr¨¢cticamente nulo.
Pasemos al 10% restante de espectadores, a la taquilla, al famoso riesgo empresarial. Y empecemos por el comerciante del cine, el distribuidor. S¨®lo sobreviven los que tienen cartera multinacional. Los independientes, RIP. Resultado: las pel¨ªculas espa?olas cubren las semanas de cuota de pantalla que exige la exhibici¨®n de las grandes y peque?as pel¨ªculas americanas. Ni una m¨¢s.
No es casual. Nuestro parque de cines es obsoleto; sus costes fijos, muy altos, y necesitan del cine americano para sobrevivir. Pero para que el cine espa?ol sobreviva hace falta otro tipo de sala. La contradicci¨®n se resuelve siempre en contra del productor.
A?adan ustedes que lo que le llega al productor es el 15% del bruto de taquilla. Que se calcula el fraude estructural de taquilla en un 20% y que cuando una pel¨ªcula americana pasa de los 100 millones brutos de taquilla se considera ya un buen resultado. Sobre estas bases no hay industria que se constituya. Y el cine, no lo olvidemos, es por definici¨®n un arte industrial.
?C¨®mo se puede entonces defender el criterio de la inversi¨®n privada? Porque hay gente que s¨ª puede invertir en cine. Los distribuidores de cine multinacional que a su vez son due?os de las salas. Claro que como s¨®lo lo producen para poder explotar su cartera de cine americano lo hacen lo m¨¢s barato posible y algo hortera. Estamos en el subg¨¦nero. Y por supuesto sin ning¨²n riesgo empresarial, aunque ellos digan otra cosa.
'Decreto Mir¨®'
Ah¨ª est¨¢bamos y de ah¨ª vino a sacarnos el decreto Mir¨®. Con una l¨®gica que en Europa llevaba ya m¨¢s de 25 a?os de pr¨¢ctica. Lo que pasa es que... en fin... sin descender a detalles s¨®rdidos, digamos que el decreto Mir¨® ha sido una legislaci¨®n socialdem¨®crata n¨®rdica aplicada por latinos precapitalistas.
Sin embargo, su ¨²ltima ratio es inatacable. Invierte el Estado porque los particulares no pueden hacerlo. Y yo, por el momento, no veo alternativa. Salvo que se haya producido el milagro y Cultura est¨¦ por la labor de crear un modelo integrado de comunicaci¨®n. Ahora bien: ¨¦sa es una batalla hom¨¦rica y requiere las m¨¢s altas asistencias. M¨¢s incluso que las propias del departamento. Y, por supuesto, es un tema a largo plazo. Replantearse la identidad de Televisi¨®n Espa?ola, as¨ª como sus relaciones con las televisiones auton¨®micas; disciplinar el v¨ªdeo; reconvertir la exhibici¨®n como se han reconvertido otros sectores industriales; acabar con el fraude de taquilla; recrear al distribuidor; abrir un campo fiscal favorable a la inversi¨®n privada; dotar el fondo de protecci¨®n con cargo a otras partidas; proteger el cine espec¨ªficamente industrial; colaborar estrechamente con la industria electr¨®nica y con Telef¨®nica; abrir por fin la escuela de cine... El cat¨¢logo es pavoroso. A m¨ª, sinceramente, me parece que el ICAA es poco san Jorge para tanto drag¨®n.
Entre tanto se ha suprimido de un plumazo la convocatoria de enero del decreto Mir¨® y, como era previsible, se han parado todos los proyectos en marcha. Si esta situaci¨®n se prolonga seis meses m¨¢s no va a haber pel¨ªculas para cubrir cuota de pantalla. Y eso no ser¨ªa ya un plumazo, sino directamnte la puntilla.
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