Una ley necesaria
LA REFORMA militar acaba de dar un paso decisivo con el env¨ªo al Congreso de los Diputados del proyecto de ley de la Funci¨®n Militar, en la que se priman los m¨¦ritos profesionales sobre la antig¨¹edad en las decisiones sobre ascensos y destinos y se establecen las bases de una ense?anza militar integrada en el sistema educativo nacional. El hecho de que este proceso de renovaci¨®n de la estructura y organizaci¨®n del Ej¨¦rcito venga prolong¨¢ndose durante una d¨¦cada muestra tanto la dificultad del empe?o como las resistencias t¨¢citas o expresas que han ido apareciendo en su camino. Las m¨¢s recientes cr¨ªticas al proyecto tienen una base com¨²n: las expectativas profesionales de muchos militares pueden verse afectadas negativamente, ya que el nuevo sistema de promoci¨®n pone a prueba su capacidad y su dedicaci¨®n por encima del tiempo transcurrido en la milicia.La adaptaci¨®n de las Fuerzas Armadas espa?olas al modelo de Estado configurado en la Constituci¨®n ha sido una de las tareas pol¨ªticamente m¨¢s delicadas de estos a?os, a la vez que m¨¢s necesarias para consolidar el orden constitucional y hacer definitivamente de la tentaci¨®n golpista una reliquia del pasado. Entre las medidas legislativas y gubernamentales tendentes a este objetivo -Reales Ordenanzas, subordinaci¨®n de las funciones institucionales de las Fuerzas Armadas al ¨¢rea de decisi¨®n del Gobierno, reducci¨®n del C¨®digo Penal Militar a la esfera estrictamente castrense, integraci¨®n de la jurisdicci¨®n militar en el ¨²nico poder judicial del Estado y nuevo despliegue operativo del Ej¨¦rcito de Tierra en sustituci¨®n de un esquema de ocupaci¨®n del territorio vigente desde 1939-, la ley de la Funci¨®n Militar, por afectar al meollo mismo de la carrera militar, constituye el instrumento m¨¢s efectivo para alumbrar un militar profesional m¨¢s acorde con los nuevos tiempos.
El proyecto de ley, enviado por el Gobierno al Congreso fija, por primera vez, criterios concretos para racionalizar los ascensos militares, basados desde tiempo inmemorial casi exclusivamente en la antig¨¹edad. Con la nueva ley, este factor no desaparece, pero queda subordinado, sobre todo en los m¨¢s altos empleos de cada escala, a los m¨¦ritos profesionales. Con ello no s¨®lo se introducen unos m¨ªnimos y saludables elementos de competitividad, sino que, al mismo tiempo, se homologa el r¨¦gimen de ascensos a los criterios vigentes en otros organismos y cuerpos de la Administraci¨®n civil del Estado y, en general, en todos aquellos colectivos profesionales que son conscientes de la necesidad de su renovaci¨®n interna para mantener el nivel de calidad de la funci¨®n que ejercen. Pero, adem¨¢s, la adecuaci¨®n de las expectativas profesionales de los militares a los mismos principios que rigen en la vida civil y la implantaci¨®n de un sistema de ense?anza integrado en el proceso educativo general puede ser la v¨ªa que acabe con el aislacionismo que est¨¢ en la ra¨ªz de las incursiones militares en la pol¨ªtica espa?ola durante los ¨²ltimos 150 a?os. Un s¨ªndrome que tiene mucho que ver con la persistencia de un sistema de selecci¨®n basado en mecanismos en gran parte endog¨¢micos y absurdamente igualitaristas y una ense?anza impartida de acuerdo a pautas de comportamiento y par¨¢metros ideol¨®gicos ajenos a los ciudadanos civiles.
Ninguna invocaci¨®n a la estructura jerarquizada de las Fuerzas Armadas, ni al papel preponderante de la disciplina en su funcionamiento, ni a ninguna otra de las particularidades que pueda tener la vida militar, justifica la existencia de unos cuadros adormecidos en la rutina sopor¨ªfera de una trayectoria profesional trazada de antemano y ayunos de los saberes y valores que conforman el modelo educativo que se imparte a todos los espa?oles.
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