La necesidad de ensanchar el debate
La cuesti¨®n econ¨®mica se desarrolla en planos m¨²ltiples. Uno de particular importancia es el de la pol¨ªtica econ¨®mica, por el que acaban por transitar todos los problemas.No obstante, resulta sorprendente comprobar c¨®mo en un momento en el que la naturaleza de los problemas sociales planteados sugerir¨ªa una extensi¨®n del campo de an¨¢lisis, el discurso habitual tiende a hacer lo contrario: estrecha miras ante la pregunta ¨²nica y crucial: ?acaso es posible aplicar aqu¨ª y ahora otra pol¨ªtica econ¨®mica?
Por simple rigor intelectual y por sentido pragm¨¢tico, convendr¨ªa no dejar de lado ¨¢mbitos que preceden y condicionan a la pol¨ªtica econ¨®mica. Caer en este error ser¨ªa un reduccionismo intelectualmente censurable. No se puede hablar sin m¨¢s de pol¨ªtica econ¨®mica si se est¨¢ interesado en asumir el fondo de la problem¨¢tica en juego. No se trata de minusvalorar la importancia y fragilidad de los grandes equilibrios macroecon¨®micos ni de desconocer la estrechez de la senda de compatibilidad de las opciones ni de hacer caso omiso de la existencia de un contexto internacional regido por pol¨ªticas neoliberales expl¨ªcitas o cubiertas por otros enunciados sem¨¢nticos. Pero si se aspira a razonar con rigor e imaginaci¨®n, la distinci¨®n de planos difuminados en la argumentaci¨®n al uso, aunque no aporte por s¨ª misma soluciones, sirve para que la b¨²squeda de ¨¦stas se haga contemplando la totalidad del campo en el que residen.
La aceptaci¨®n m¨¢s genuina de la econom¨ªa es como econom¨ªa pol¨ªtica, en la que la presencia ideol¨®gica es inevitable en un discurso que si quiere ser econ¨®mico no puede ser neutral y as¨¦ptico. Ante los problemas econ¨®micos, de hecho se tienen actitudes ideol¨®gicas diversas, posiciones que afectan a la percepci¨®n de la realidad y, a¨²n m¨¢s, a los objetivos que frente a ella se formulan. Es importante no confundir a los ciudadanos. Estos principios ideol¨®gicos, previos al an¨¢lisis y al discurso en s¨ª mismo, est¨¢n presentes tanto en quienes reconocen su existencia como en quienes pretenden ser inmunes a ella. Resulta, por tanto, leg¨ªtimo y no ajeno a la econom¨ªa confrontar un planteamiento econ¨®mico con el contenido ideol¨®gico que le subyace, tratando de desvelar cu¨¢l es ¨¦ste y ver si hay coherencia interna entre lo que se enuncia y lo que se practica.
A partir de ah¨ª, ya en un ¨¢mbito reconocido como econ¨®mico, es necesario distinguir tres planos: el marco de referencia, el modelo o estrategia y, finalmente, la pol¨ªtica econ¨®mica.
1. El marco de referencia de la reflexi¨®n est¨¢ definido por la Constituci¨®n, la pertenencia a la CE y la existencia de un contexto econ¨®mico internacionalizado. Todo lo que siendo econ¨®micamente viable sea a la vez compatible con una econom¨ªa social de mercado, con la continuidad como miembro de la CE y con la existencia de un entorno de internacionalizaci¨®n del capital, entrar¨¢ dentro de nuestro campo de posibilidades. Debe quedar claro que esta selecci¨®n no pretende ser el. ¨²nico ¨¢mbito para un discurso econ¨®mico significativo. Conviene, no obstante, se?alar que la actual Constituci¨®n espa?ola es compatible con enfoques econ¨®micos muy diversos, que dentro del Mercado Com¨²n europeo convive una compleja tipolog¨ªa de pa¨ªses y que la renuncia a la autarqu¨ªa permite, a su vez, m¨²ltiples estrategias de inserci¨®n en el sistema econ¨®mico mundial. No es, por tanto, un espacio con un solo punto o vac¨ªo.
La opci¨®n estrat¨¦gica
2. Modelo econ¨®mico, modelo de desarrollo, estrategia, son palabras con un contenido econ¨®mico que deben ser compatibles con el marco enunciado y que condicionar¨¢n la pol¨ªtica econ¨®mica. La estrategia tiene que construirse, a partir de los componentes esenciales y m¨¢s determinantes. Una estrategia, un modelo de desarrollo, no pueden elaborarse utilizando las variables coyunturales, aunque la selecci¨®n de los elementos de una estrategia tiene algo de arbitrario y vendr¨¢ rnarcada por su propia orientaci¨®n ideol¨®gica. Al definir, por tanto, los que nos parecen necesarios, s¨®lo podemos hacerlo a t¨ªtulo indicativo. Hay cinco componentes cuyo tratamiento define, en nuestras circunstancias, una opci¨®n estrat¨¦gica:
a) Forma de considerar el medio ambiente como soporte y restricci¨®n de los procesos de crecimiento econ¨®mico. La relaci¨®n entre industrializaci¨®n y agotamiento de recursos no renovables es, hoy por hoy, un problema dif¨ªcil de ignorar.
b) Asunci¨®n de las profundas transformaciones del sentido y necesidad del trabajo. En las sociedades desarrolladas actuales existen posibilidades y valoraciones respecto al trabajo que, aunque de momento no hayan sido interiorizadas por el discurso econ¨®mico, deber¨¢n incorporarse al razonamiento econ¨®mico, modificando el significado establecido para categor¨ªas como las de empleo, trabajo, paro y ocio.
c) La articulaci¨®n de Estado y mercado, las funcionalidades y espacios respectivos de ambos son cuestiones decisivas para un modelo de desarrollo, sin que sea cierto que exista consenso o conclusiones cient¨ªficas reconocidas que los acoten de forma inequ¨ªvoca.
d) Los agentes econ¨®micos de una econom¨ªa social de mercado son heterog¨¦neos, y es l¨ªcita su desigual valoraci¨®n en una estrategia econ¨®mica. No es igual una empresa concurrencial que un monopolio, una empresa p¨²blica que una transnacional, un capital dedicado a una actividad productiva que un capital utilizado de manera especulativa. Estas distinciones parecen obvias y, sin embargo, son en la pr¨¢ctica, a menudo, inexistentes.
e) El entorno internacional es un sistema constituido respecto al que se est¨¢ situado de forma diversa, es decir, la existencia de un sistema econ¨®mico mundial conlleva la aparici¨®n de opciones en los t¨¦rminos de inserci¨®n en el mismo, y la falta de consideraci¨®n expl¨ªcita y consciente de esta tem¨¢tica no es, de nuevo, sino una de las variantes posibles frente a ella. No considerarla es una forma m¨¢s de elegir.
Enunciar un cierto modelo de desarrollo es definir que el medio ambiente es algo preservable, pero no constitutivo para la econom¨ªa, que el trabajo hay que tomarlo con un objetivo de pleno empleo, tal y como se nos presenta; que el Estado puede complementar la acci¨®n del mercado, pero que en ¨¦ste reside el principio de racionalidad; que los agentes econ¨®micos hay que evaluarlos solamente en t¨¦rminos de eficacia y competitividad, y que ante el sistema econ¨®mico mundial s¨®lo debe preconizarse apertura y competitividad.
El marco de referencia
Pero no es ¨¦ste el ¨²nico modelo posible, porque tambi¨¦n se puede interiorizar la componente medio ambiental en el razonamiento econ¨®mico, ir a la b¨²squeda de las nuevas valoraciones del trabajo para sobre ellas explorar nuevos planteamientos del empleo, revitalizar la funci¨®n del Estado relativizando la presunta racionalidad absoluta del mercado como mecanismo asignador de recursos, discriminar entre agentes econ¨®micos en funci¨®n de su grado de monopolio, de su pertenencia o no a la econom¨ªa del pa¨ªs, de su capacidad para interiorizar, desde su l¨®gica empresarial, los objetivos de una pol¨ªtica global. Se puede, en fin, adoptar una pol¨ªtica activa que pretenda un cierto tipo de inserci¨®n en el sistema econ¨®mico mundial. Todos estos elementos preceden y todav¨ªa no son, en s¨ª mismos, la pol¨ªtica econ¨®mica.
3. La pol¨ªtica econ¨®mica se dise?a en un marco de referencia que est¨¢ definido por las reglas de juego y a partir del modelo de desarrollo seleccionado, pero no debe confundirse ni con las primeras ni con el segundo. Tiene, ante todo, unas prioridades que podr¨¢n llevarse a la pr¨¢ctica con mayor o menor consistencia t¨¦cnica y con distintas actuaciones.
a) Las directrices provisionales sobre prioridades pueden poner el ¨¦nfasis varios objetivos:
Uno puede ser el aumento de la riqueza global, creando un entorno que estimule a los agentes m¨¢s competitivos, en la confianza de que siempre ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil distribuir lo que por lo menos existe que enzarzarse en vanos debates previos sobre c¨®mo se podr¨ªa repartir lo que ni siquiera tiene visos de llegar a existir. Como contrapartida, esta opci¨®n puede aumentar la polarizaci¨®n social y los riesgos de bloqueo o malestar en los grupos sociales menos favorecidos, hasta llegar en el caso l¨ªmite a socavar el normal funcionamiento econ¨®mico.
Otro objetivo distinto ser¨ªa la supresi¨®n de las situaciones m¨¢s hirientes de marginaci¨®n y pobreza, tratando de atenuar los desequilibrios sociales con una mejor distribuci¨®n del ingreso. La barrera objetiva de esta pol¨ªtica se resume en el hecho de que si bien en abstracto una distribuci¨®n m¨¢s igualitaria de la riqueza est¨¢ siempre al alcance del poder p¨²blico, ¨¦sta no tiene por qu¨¦ significar un mejor nivel de vida para el conjunto de la poblaci¨®n si induce una contracci¨®n del ingreso total, situaci¨®n en la que incluso los m¨¢s desfavorecidos podr¨ªan no verse beneficiados.
Tambi¨¦n pueden ser prioridades la mejora de la infraestructura sobre la que se apoya el flujo de la actividad corriente o el aumento de la oferta de los bienes colectivos -educaci¨®n, sanidad, etc¨¦tera- al conjunto de la poblaci¨®n o la realizaci¨®n de todos los gastos de defensa que requiera una participaci¨®n activa en un escenario de conflicto.
b) En cualquier caso, sin estar respaldadas por una s¨®lida consistencia t¨¦cnica, nunca un enunciado provisional de prior?dades puede convertirse en operativo. Aqu¨ª es donde la funci¨®n del economista se convierte en verdadera 'conditio sine qua non' para cualquier pol¨ªtica, porque no se pueden perseguir simult¨¢neamente objetivos incompatibles: o se grad¨²an o se escalonan.
Aumentar la riqueza colectiva, mejorar la distribuci¨®n del ingreso, modernizar la infraestructura, ampliar la oferta de bienes colectivos, ?qu¨¦ analista o pol¨ªtico rechazar¨ªa el logro de tales resultados? El problema radica en que no es posible conseguir todos de forma irrestricta, hay que optar por unos y sacrificar o posponer el logro de otros, subrayando que una aplicaci¨®n solvente de la pol¨ªtica econ¨®mica puede ampliar el margen de opci¨®n, mientras que su contrario puede estrecharlo o incluso hacerlo desaparecer.
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