Un ambiguo discurso
EL VIII Congreso de Converg¨¦ncia Democr¨¢tica de Catalunya (CDC) ha lanzado un ambiguo interrogante sobre la validez futura del estatuto de autonom¨ªa, ha abierto nuevas v¨ªas a la pol¨ªtica de alianzas en el marco general de la pol¨ªtica espa?ola, tras el fracaso del intento reformista, y ha ofrecido una imagen de solidez del partido a prueba de bomba, pese a que en ¨¦l se haya producido la semidisidencia m¨¢s notoria en sus 15 a?os de existencia, la renuncia del ex presidente Trias Fargas, quien ha decidido, "por dignidad", pasar a desempe?ar "un cargo que yo creo tan o m¨¢s importante que la presidencia, el de militante de base". La lecci¨®n de elegancia de este viejo profesor liberal (un perif¨¦rico del pujolismo, m¨¢s o menos al modo de Enrique Tierno Galv¨¢n en la familia socialista) no ha tra¨ªdo m¨¢s complicaciones, ni tampoco ha supuesto su renuncia como conseller en el Gobierno de Pujol. As¨ª lo demuestran los resultados de las votaciones (99,65% para el nuevo presidente), abrumadores hasta el punto de que el propio Pujol los ha calificado de "casi sovi¨¦ticos".Esta eclosi¨®n de solidez partidaria, que se apoya en un caudillismo mesi¨¢nico -pero de trayectoria democr¨¢tica- del l¨ªder, en la continua apelaci¨®n al sentimiento catalanista y en el largo ejercicio del poder auton¨®mico, ha tenido su contrapunto en el consejo de Trias a sus correligionarios: "Huida de los l¨ªderes predestinados impermeables a las ideas nuevas y a la opini¨®n de los dem¨¢s". El ¨²nico peligro de este consejo es que caiga en saco roto y que, al cabo, ninguno de los interesados se percate de que la inquebrantable unidad se afianza sobre algunas bases, como el excesivo peso del liderazgo, demasiado fungibles. Hay, en el partido de Pujol, demasiado de movimiento enhebrado en torno a un l¨ªder y a un sentimiento, y de ah¨ª la ambig¨¹edad program¨¢tica por la que transita.
Esta ambig¨¹edad es lo que caracteriza el interrogante, florentinamente condicional, sobre la validez futura del estatuto de autonom¨ªa: "Tal como van las cosas, este Estatut no ser¨¢ la soluci¨®n". El prodigio de amagar y no dar responde a una maniobra para los sectores del partido que m¨¢s han interiorizado el victimismo y en l¨®gica consecuencia m¨¢s han radicalizado sus expresiones verbales; se asume su estado de ¨¢nimo y al tiempo se les pide paciencia, porque la plenitud de Catalu?a se lograr¨¢ "dentro de muchos, muchos a?os". Y, de paso, se tranquiliza a amplios sectores de la derecha situacionista que votan nacionalismo porque entienden que es la opci¨®n conservadora con mayores posibilidades en Catalu?a.
Pero lo que sea ¨²til para cohesionar cosas tan dispares no es necesariamente fruct¨ªfero para el conjunto de Catalu?a ni para su papel en Espa?a. Se ha echado en falta un compromiso para un modelo acabado de Estado -del que carece inveteradamente el nacionalismo convergente- y un an¨¢lisis claro sobre tres cuestiones: ?est¨¢ o no desarrollado todo el potencial auton¨®mico del actual estatuto?, ?es congruente insinuar su reforma sin antes haber aplicado el mecanismo previsto en la Constituci¨®n para ampliar las competencias y superar as¨ª los obst¨¢culos existentes?, ?es serio plantearse este asunto sin dibujar una estrategia de consenso en el ¨¢mbito auton¨®mico y una pol¨ªtica de alianzas en la escena pol¨ªtica espa?ola?
S¨®lo sobre esta ¨²ltima cuesti¨®n se ha producido una ligera indicaci¨®n de intenciones. CDC no acepta indiscriminadamente los cantos de sirena que le viene entonando a domicilio la derecha popular y esboza t¨ªmidamente un gui?o a un PSOE que prev¨¦ pronto descabalgado de la mayor¨ªa absoluta. La constataci¨®n del h¨¢bil y ambiguo pragmatismo de estos sugerentes movimientos t¨¢cticos, sin embargo, constituye insuficiente balance para un congreso tan cuidadosamente preparado.
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