"Aumentar la presencia de Jap¨®n en Europa"
"La proyecci¨®n de un mercado ¨²nico para la CE a partir de 1992 favorecer¨¢ el aumento de la presencia industrial japonesa en Europa", dice el profesor Toshiro Tanaka, secretario general de la Asociaci¨®n Japonesa de Estudios de la CE, que agrupa a 240 miembros del mundo pol¨ªtico, empresarial y acad¨¦mico en Jap¨®n. Sin embargo, Jap¨®n no quiere que Europa se convierta en una fortaleza proteccionista que pueda afectar a uno de los principales mercados nipones.
"Creo que el proyecto del mercado ¨²nico europeo es muy ambicioso", explica Tanaka, profesor de Asuntos Europeos en la prestigiosa universidad de Keio, en Tokio. "Jap¨®n", a?ade, "da, en principio, la bienvenida al plan europeo, siempre y cuando no sea utilizado para reforzar las tendencias proteccionistas, en un mundo econ¨®mico cada vez m¨¢s interdependiente"."Existen ciertos riesgos de que la globalizaci¨®n de algunos sectores europeos, como el de las telecomunicaciones, puedan tener efectos negativos para empresas japonesas", explica Tanaka. "Sin embargo", a?ade, "en t¨¦rminos globales creo que el mercado ¨²nico estimular la inversi¨®n directa japonesa en Europa, que puede elevarse a unas 400 empresas en fecha pr¨®xima".
El experto japon¨¦s en asuntos europeos, que fue consejero de la Embajada de Jap¨®n ante la CE, en B ruselas, considera que las inversiones niponas en Europa estar¨¢n cada vez m¨¢s integradas en el proceso general de producci¨®n, a fin de evitar cr¨ªticas, como ahora, de que Jap¨®n monta tan s¨®lo f¨¢bricas de destornilladores donde se importan las piezas desde Jap¨®n, para tan s¨®lo ensamblarlas en territorio comunitario, evitando posibles barreras tarifarias u otras. Espa?a, Italia y Portugal figuran entre los pa¨ªses de la Comunidad con mayor inter¨¦s de cara a futuras inversiones japonesas.
Tensiones locales
"Es posible que la inversi¨®n japonesa cree algunas tensiones de orden local, en ciertas ¨¢reas de Europa, pero en el balance final pienso que es positivo para los europeos las inversiones que aporten, sobre todo, innovaciones tecnol¨®gicas", expone Tanaka. La mayor flexibilidad de adaptaci¨®n a los cambios en los mercados que han mostrado estos ¨²ltimos a?os las empresas niponas, las sit¨²a, quiz¨¢, en una posici¨®n privilegiada ante la frontera de 1992, cuyo horizonte crea ya una verdadera revoluci¨®n en el propio tejido industrial y econ¨®mico europeo, con fusiones, compras o adaptaciones en todos los sectores econ¨®micos.
La homologaci¨®n comunitaria de normas comerciales, por ejemplo, en el sector de autom¨®vil, puede tener efectos positivos para los fabricantes japoneses que, actualmente, cuentan con un mercado m¨¢s o menos libre en pa¨ªses como la Rep¨²blica Federal de Alemania, Irlanda, B¨¦lgica o Reino Unido, pero muy restrictivos en otros como Francia, Italia o Espa?a.
Actualmente, Jap¨®n tiene el 10% del mercado europeo del autom¨®vil, con oscilaciones que var¨ªan del 44% en el parque automovil¨ªstico en Irlanda, al 0,3% en Espa?a.
El porcentaje de elementos europeos en los coches nipones fabricados en Europa, o las eventuales exportaciones de coches norteamericanos a Europa, fabricados por firmas niponas en territorio estadounidense, pueden originar nuevos focos de tensi¨®n entre Jap¨®n y la CE, cuya balanza comercial es deficitaria para Europa, en unos 20.000 millones de d¨®lares.
En lo pol¨ªtico, el profesor Tanaka opina que "Europa tendr¨¢ tambi¨¦n mayor protagonismo, en un mundo que se orienta hacia nuevos bloques comerciales, como el formado recientemente con el acuerdo entre EE UU y Canad¨¢, en el que el propio Jap¨®n no debe quedar marginado, aunque consider¨® prematuro el proyecto de una zona de libre cambio entre Jap¨®n y EE UU, que acerque ambos lados del Pac¨ªfico.
Actualmente la guerra comercial Jap¨®n-EE UU-CE sit¨²a a Jap¨®n, por su amplio excedente comercial, en el banquillo de los acusa dos, asegura Tanaka.
Sin embargo, en un mundo librecambista, las empresas y la organizaci¨®n comercial nipona ha demostrado ser m¨¢s eficaz, aunque Jap¨®n debe abrir m¨¢s su propio mercado interno, de 122 millones de consumidores, extremadamente protegido y no, precisamente, por aranceles tarifarios, sino por otras barreras de tipo distributivo.
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