"No queremos ser escandalosos"
Cerca ya de las 23.30 del pasado jueves, tras hora y media de debate, el moderador de Derecho a discrepar, Miguel ?ngel Gozalo, despidi¨® el programa: "Agradecemos a los invitados que hayan venido a hablar de un tema pol¨¦mico, pero de inevitable actualidad, el gran debate de esta semana en Espa?a. Creo que lo hemos hecho, a pesar de que han salido los nombres, porque era inevitable, de personas a las que nosotros respetamos y no queremos por supuesto ofender". As¨ª finalizaba un coloquio en el que dos grupos de profesionales, del Derecho unos y de un determinado estilo period¨ªstico otros, discutieron desde dos mundos diferentes. No hubo confrontaci¨®n. Eran dos idiomas diferentes que cada vez que intentaban entenderse se introduc¨ªan el caos.El sereno magistrado Xavier O'Callaghan relexionaba sobre la dificultad de determinar el concepto jur¨ªdico de vida p¨²blica y vida privada; el profesor Gonz¨¢lez Ballesteros intentaba desviar la atenci¨®n sobre las relaciones entre el periodismo y el ordenamiento juridico; Luis Zarraluqui insist¨ªa, por su parte, en la importancia de no generalizar para "no juzgar a todo el mundo por el mismo rasero".
Otra batalla
Frente a ellos, los tres periodistas estaban mientras tanto en otra batalla. Jaime Pe?afiel discut¨ªa sobre "el derecho de Marta Ch¨¢varri a su propia sexualidad"; criticaba a Isabel Pantoja "por haber negociado su intimidad" al vender un reportaje sobre la muerte de Paquirri; y afirmaba que "Miguel Boyer estaba descalificado" por haber ido a visitar "tapado con una manta" a Isabel Preysler el d¨ªa despues de su separaci¨®n del marqu¨¦s de Gri?¨®n. Jes¨²s Mari?as no aceptar¨ªa quedarse por debajo de "el maestro", tal y como calific¨® a Pe?afiel. Explic¨® su versi¨®n del carrete, "el secreto sexual oriental con el que la Preysler conquist¨® a Boyer"; resalt¨® que ¨¦l fue el que di¨® la exclusiva de que "Marta Ch¨¢varri estaba metida en un l¨ªo de cortina" y record¨® las tardes que pasaba en casa de una amiga asomado a la ventana situada en frente del apartamento "donde se reun¨ªan Isabel Preysler y Miguel Boyer". Antonio Herrero, en un combate particular, no dudaba en enfrentarse a quien fuera: "?Ese profesor s¨®lo dec¨ªa tonter¨ªas!", "?Los jueces est¨¢n en las nubes!".
Gozalo intentaba mediar en ocasiones y cuando la situaci¨®n se lleg¨® casi a desbordar no dud¨® en pedir ayuda: "?Mod¨¦rese, se?or Mari?as! ?Ay¨²deme, se?or juez!". Al final renunci¨® a detener aquello y prefiri¨® el recurso del humor para hacer de puente entre los dos planetas que por el destino electr¨®nico compartieron la ¨®rbita durante un programa de televisi¨®n.
Errores de apreciaci¨®n
Miguel ?ngel Gozalo se equivoc¨® objetivamente en dos apreciaciones. La primera, cuando en el comienzo del espacio afirm¨®: "Nosotros no queremos ser escandalosos, pero s¨ª claros y divertidos". La realidad fue otra. El esc¨¢ndalo ha surgido, la claridad qued¨® tapada por el fuego cruzado de las invectivas lanzadas en el coloquio y la diversi¨®n qued¨® ensombrecida por un sentimiento de verg¨¹enza ajena. Su otro error de visi¨®n qued¨® como despedida: "Nos vemos la semana que viene. Nosotros seguiremos cont¨¢ndoles las cosas que pasan en este pa¨ªs".
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