¡°La posesi¨®n es la base del conocimiento¡±, dice Roberto Calasso
El editor de Adelphi consigue con su segunda novela un ¨¦xito de cr¨ªtica sin precedentes
Calasso prefiere hablar directamente de sus obras. Cuando habla respondiendo a las preguntas o provocaciones de EL PA?S es como si estuviese de nuevo escribiendo con la palabra y el gesto. Habla despacio, como si estuviera leyendo lo que dice en alg¨²n rinc¨®n invisible de su despacho, sentado detr¨¢s de su mesa de trabajo, sobre la que se apila tantos libros y manuscritos en espera de bendici¨®n para ser publicados en su prestigiosa editorial, que el entrevistador apenas s¨ª consigue ver recortada su cara y medios gestos de sus manos. Pero su voz, caliente, llena toda la habitaci¨®n.Pregunta. Sus dos ¨²ltimas obras, La rovina di Kasch y Le nozze di Cadmo y Armonia, que han conquistado la cr¨ªtica, ?tienen algo en com¨²n?
Respuesta. Son pocos los que se han dado cuenta de que en realidad, aunque yo no lo verbalizo, hay que leer ambas obras una dentro de la otra, aunque desde el punto de vista del estilo son opuestas. En La rovina di Kasch se cambia continuamente de estilo, es teatral, cada personaje habla con una cadencia diversa mientras que en Le nozze di Cadmo y Armonia el estilo es uno.
P. ?Y en cuanto a la sustancia?
R. Aunque entre ambas obras existe una relaci¨®n de especularidad, la sustancia tambi¨¦n es distinta. En la primera, en tres l¨ªneas, se pasa, por ejemplo, de los Vedas a la Revoluci¨®n Francesa, mientras que en la segunda aparece Grecia como algo autosuficiente, de ah¨ª el que casi no haya en la obra otras referencias. Yo dir¨ªa que puede establecerse esta proporci¨®n: que Kasch es a la historia como Nozze es al mito.
P. En una reciente entrevista en EL PA?S, Sciascia ha afirmado que para entender lo que podr¨¢ ser la Europa de 1992 habr¨ªa que leer antes Le nozze di Cadmo y Armonia.
R. Eso es algo en lo que no hab¨ªa pensado.
Y el escritor se pone a pensarlo en ese momento, mientras se le nota serenamente halagado por la idea del gran escritor siciliano. Despu¨¦s dice: "Bueno, en realidad mi libro empieza con el rapto de Europa, y quiz¨¢ Sciascia piense en el hecho de que esta princesa curiosamente no es europea, ya que procede de Fenicia. Y en otro sentido se puede decir que la jaula del pensamiento europeo esta a¨²n all¨ª, intacto. Es el ¨²nico lenguaje com¨²n que ha atravesado todos los siglos. Respecto a estas historias, un lector escoc¨¦s o espa?ol o franc¨¦s se hallan todos equidistantes, ya que el mito griego no pertenece ya a nadie en particular, es lenguaje com¨²n de Europa".
P. Usted defiende que la posesi¨®n es el poder m¨¢s alto. ?Por qu¨¦?
R. ?ste es un punto fundamental en mis dos obras. Es el lazo que las une y las atraviesa de arriba a abajo. La posesi¨®n es en verdad la base del conocimiento, y por eso, el poder m¨¢s alto. No existe conocimiento que no tenga como presupuesto esta invasi¨®n por parte de un elemento divino que puede entrar en lo humano. Es Eros que puede tocar a Zeus y que crea esta distancia en la mente.
P. ?Por qu¨¦ se intenta negar este aspecto tan fundamental del mundo griego?
R. Porque ello nos obliga a admitir, por ejemplo, que los presupuestos modernos que consideran al sujeto como "centro de observaci¨®n que tiene el control de las cosas ya fijadas" es mucho m¨¢s ingenuo de lo que estaba de bajo de la visi¨®n griega. Y por eso nosotros seguimos expuestos a aquellas mismas fuerzas, pero con menor capacidad de entenderlas. Nosotros somos como balbucientes ante esos fen¨®menos, y por eso en seguida los transformamos en una acci¨®n patol¨®gica.
P. ?Y qu¨¦ nos pasa?
R. Que hemos adoptado la l¨ªnea de la protecci¨®n total, como en Escandinavia, que es muy civil, pero terror¨ªfica. Se piensa asegurar al hombre contra el dolor desde que nace hasta que muere en la esperanza absurda de un d¨ªa poder asegurarlo tambi¨¦n contra la muerte. Existe como una voluntad de anestesia. Y eso est¨¢ relacionado con la droga, sin entender que nadie puede ser asegurado contra todo dolor o inseguridad en la vida, que hay que saber convivir con ellos.
Por eso me preocupa la idea corriente de que lo m¨¢s moderno es la desmitificaci¨®n, una palabra que en realidad nunca sirvi¨® para profundizar un mito. No hemos entendido que el enigma nunca se resuelve, que un enigma reclama otro.
'Sovrapi¨²'
P. ?Qu¨¦ ha querido decir cuando escribe en el libro de Le nozze que el sovrapi¨² es la vida misma? [sovrapi¨² es algo as¨ª como "lo que excede", una especie de "extra", lo que est¨¢ fuera de la simple cotidianeidad].R. Usted vuelve a tocarme otro tema central de las dos obras. Es una palabra que se se usa tanto en el lenguaje econ¨®mico como en el filos¨®fico. Marx, por ejemplo, con el surplus lo hab¨ªa entendido en econom¨ªa, aunque despu¨¦s la realizaci¨®n fue fatal. La idea es que, para los griegos, el punto donde se decide algo de la vida es lo que Simone Weil llamaba "la energ¨ªa suplementaria". De c¨®mo esta energ¨ªa sea concebida y administrada cambia una civilizaci¨®n. En realidad, todas las formas, desde lo er¨®tico a lo formal, son manifestaciones del sovrapi¨². Lo que solemos llamar vida es ese pi¨² (ese m¨¢s), no la simple supervivencia.
P. ?Y por qu¨¦ nos cuesta tanto entenderlo hoy?
R. Porque es una paradoja ante la que ponemos resistencia. Quien quiz¨¢ lo entendi¨® y descubri¨® mejor y de forma violenta fue Nietzsche cuando dec¨ªa: "Es la superabundancia el punto donde se decide todo". Es lo que en realidad toca nuestra vida de cada d¨ªa. Nosotros no lo queremos entender. Por eso son tan rudimentarias las f¨¢bulas modernas. Por eso tenemos miedo, como he escrito, "de tocar el monstruo", cosa que no tienen los ni?os. Somos nosotros quienes se lo impedimos, mientras que ellos, como hac¨ªan los griegos, necesitan confrontarse con el monstruo, abrazarse a ¨¦l para asumir su fuerza venci¨¦ndole.
Y para explicar quiz¨¢ a este corresponsal c¨®mo la vida y todo lo que vale en ella empieza a partir del sovrapi¨², Calasso le envi¨®, a los dos d¨ªas, un ejemplar de Le nozze de Cadmo y Armonia de una edici¨®n especial con esta dedicatoria: ¡°Este ejemplar, de una edici¨®n hecha para los amigos, es un sovrapi¨², para usted¡±.
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