Fracaso escolar
En una encuesta a profesores de EGB, s¨®lo el 29% pensaban en 1980 que los epil¨¦pticos pueden estudiar con normalidad. Incluso en las clases sociales m¨¢s acomodadas no se les da la mayor¨ªa de las veces orientaci¨®n ni formaci¨®n profesional alguna, y es ¨ªnfimo el porcentaje que cursa estudios universitarios.
El peso de estos prejuicios es muy grande en su vida laboral, una vez m¨¢s sin fundamento. Es cierto que hay un tipo de profesiones incompatibles a primera vista con el peligro de crisis convulsivas -conductores, alba?iles, manejo de maquinarias...-, pero todos los estudios soci¨®l¨®gicos coinciden en que el ¨ªndice de siniestralidad laboral es muy similar al del resto de los trabajadores, incluidos los de sectores de riesgo; en la industria pesada, por ejemplo, s¨®lo en un 5% se confirm¨® alg¨²n peligro de siniestralidad laboral. En encuestas hechas en los ferrocarriles franceses resultaron incluso m¨¢s seguros que la generalidad de los trabajadores.
En contraste con estos datos la epilepsia fue objeto de leyes, alguna de ellas en vigor hasta los a?os sesenta. En pa¨ªses como Suiza, Finlandia, Reino Unido y Suecia se prohibi¨® el matrimonio entre epil¨¦pticos. Lo mismo sucedi¨® en EE UU: en 17 Estados de la Uni¨®n se prohibieron tales matrimonios y sus hijos se consideraron ?leg¨ªtimos. En seis Estados fue motivo incluso de delito, y en 28 se legisl¨® su esterilizaci¨®n. Tambi¨¦n se tom¨® esta medida en la Alemania nazi.
Durante la Edad Media era considerada como una enfermedad infecciosa y a lo largo de la edad moderna se relacion¨® con las m¨¢s variopintas causas morales, tales como la masturbaci¨®n excesiva o la ineficacia militar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.